La invasión de Trípoli, pese a lo que dicen a coro todos los medios de comunicación occidentales, no ha sido un resultado de los ‘avances’ de los ‘rebeldes’, sino un desembarco en las playas de la capital de mercenarios no libios, entrenados por la Otan. El ataque ha sido diseñado y coordinado por militares británicos, como informa Russia Today. Tal como afirma el periodista Timothy Bancroft-Hinchey, esto supone una ruptura de las resoluciones 1970 y 1973 de las Naciones Unidas, y debe ser inmediatamente investigado.
El ataque está siendo apoyado en todo momento por aviones y helicópteros de la Otan, para apoyar la invasión, tal como explica el Washington Post. Hasta el momento se contabilizan más de 1.300 muertos y 5.000 heridos. Sin embargo, tal como afirma el periodista Pepe Escobar en su interesante artículo, la Operación Sirena (nombre que la Otan ha dado a la invasión de Trípoli) puede haber incluído la minuciosa eliminación del ejército de Gadafi mediante ataques aéreos, con el apoyo de satélites y drones (aviones no tripulados). Eso significaría decenas de miles de muertos.
EEUU y Europa han comenzado ya a realizar el reparto del petróleo del país, y probablemente de su oro, tal como informa sin tapujos la prensa occidental. Estos son los verdaderos objetivos de esta invasión, además de dar los primeros pasos para una re-colonización de Africa.
En todo caso, en estos momentos parece ser que los combates continúan en Trípoli, especialmente en torno al complejo militar de Bab al-Aziziya, donde supuestamente se refugia Gadafi; aunque la información es confusa. Si todo esto finalmente termina con una victoria de la Otan, no hay duda de que tendremos en Libia una nueva versión de Irak, con una corrupta Autoridad Provisional de la Coalición, una privatización a manos extranjeras de todos los activos libios, y probablemente una inestabilidad permantente con un goteo de muertos semana a semana, que quizá llegue a sumar cientos de miles como en el caso de Irak.