Quizás no sea la ordenación de mujeres sacerdotes, ni el escándalo por los abusos sexuales cometidos por clérigos lo que lleve a la Iglesia anglicana a su cisma. Ayer, su máxima cabeza después de la reina de Inglaterra, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, advertía que la mayor pesadilla en este momento, lo que le quita el sueño y le hace temer por la pérdida del control del anglicanismo, es la ordenación de homosexuales.
«Como humano y pecador que soy, temo que la situación termine escapándose a mi control», indicó Williams en una sincera y franca entrevista que se emitió ayer en el canal de la televisión británica ITV. Williams advirtió: «Temo el cisma, no porque considere que es la peor cosa que puede pasar en el mundo, sino porque nos va a perjudicar, va a ser causa de recriminaciones y amargura». Y agrega: «No podemos dar por hecho que la comunión anglicana continuará siempre tal como ha sido hasta ahora, por supuesto que los cambios conllevan inestabilidad y son dolorosos, pero me temo que no existe manera de avanzar sin preguntarnos por las cuestiones más duras en este momento».
Ya desde las divisiones y enfrentamientos por la ordenación de las mujeres, el mundo anglicano se dividió en dos frentes, el llamado conservador -compuesto por los arzobispos de países africanos y asiáticos- y el liberal -el de los religiosos de Europa y Norteamérica-. Fue esta rama liberal la que inició la última crisis en el anglicanismo con la ordenación en el 2003 de un obispo homosexual en Estados Unidos. A la difícil situación del arzobispo de Canterbury no ayudará la última polémica surgida en su Iglesia, tras conocerse que más de 50 parejas de sacerdotes gais y lesbianas se han casado en ceremonias civiles en el Reino Unido.
Cita fundamental en África
El próximo mes, Williams presidirá en África una cumbre crucial a la que asistirán los primados de las 38 iglesias de la comunión anglicana, que reúne a 70 millones de fieles en todo el mundo. Williams confía aún en que pueda lograrse finalmente un compromiso que permita a conservadores y liberales coexistir relativamente en paz.