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El Gobierno tiene entre ceja y ceja los escraches. Por ello, con la clara intención de criminalizarlos, ha remitido a las dependencias policiales un escrito en el que se ordena que, a partir de ahora, en las diligencias que se lleven a cabo con motivo de las concentraciones ante domicilios de representantes políticos, deje de utilizarse el término “escrache” y se usen expresiones recogidas en el Código Penal como “acoso, amenazas o coacciones”. Pero no es este el único caso en el que nuestro singular Gobierno ha demostrado astucia para retorcer el lenguaje.

Se acuerdan de la “indemnización en diferido y simulada” del señor Bárcenas explicada por Cospedal? ¿De la declaración de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, en la que llamaba “movilidad exterior” a la salida de jóvenes al extranjero en busca de trabajo? ¿Del presidente del Gobierno llamando «Línea de crédito» o «apoyo financiero» a lo que era un rescate en toda regla? ¿De la amnistía fiscal, calificada por el señor Montoro como» medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas»? ¿De los recortes en Sanidad y Educación, calificados por Rajoy como «reformas estructurales»? ¿De la subida del IVA, a la que el señor de Guindos se refería como al establecimiento de algún «gravamen adicional»? ¿De la reforma laboral, que fue anunciada como una media para «flexibilizar el mercado laboral”? ¿De Luis de Guindos llamando “crecimiento negativo” a lo que realmente era una recesión?

Suficientes ejemplos para poder calificar de mendaz a este Gobierno que llegó al poder prometiendo llamar a las cosas por su nombre.

Valladolid