No se trata de buscar el heroísmo ni el riesgo de la imprudencia. Acabo de leer que “victoria es el arte de continuar, donde otros resuelven parar”. Son muchos los que, después de una seria y larga dedicación en acciones altruistas, encuentran razones más que justificadas para tranquilizar su conciencia y decidir que ya hicieron suficiente en esta vida por los demás. Además, consejos en este sentido no faltan y con sobrado convencimiento cargado de cariño.
No podemos olvidar que el amor y la dedicación a los demás tienen su medida y rasero en el amor a uno mismo, de tal manera que, si yo no me amo a mí mismo, difícilmente podré penetrar en la verdadera esencia del amor a los demás. No obstante, cuando todo parezca desmoronarse, conviene buscar los resquicios de una nueva oportunidad para continuar adelante y, en la medida de lo posible, tocar la cuerda de la motivación para arrancar a la vida el sonido prudente de resultados positivos.
A pesar de los desánimos o de la perdida de facultades físicas, mientras vivamos, podremos seguir aprendiendo a buscar el verdadero sentido de la vida, iluminando y generando soluciones. Los problemas y las dificultades existenciales nunca romperán todas las posibilidades de entrega. Y mientras haya vida podremos agarrarnos a la mejor cuerda de la que dispone el ser humano: “creer en uno mismo” para participar en la sinfonía de la lucha por un mundo más humano y justo.