?Dense prisa si me quieren enterrar / pues tengo la costumbre de resucitar?? son dos versos de una canción de Joaquín Sabina, de los primeros años de su carrera, que vienen como anillo al dedo para expresar lo que no poca gente empieza a pensar a cuenta de la trayectoria del 15 M, auténticamente inédita e inesperada hasta hace sólo 31 días, literalmente hablando.
Primero se pensó que desaparecería por el ninguneamiento de la prensa. Y ocurrió lo contrario. Posteriormente bajo las primeras presiones y cargas policiales. Y sucedió lo contrario. Luego que no sobreviviría a la jornada de reflexión y a la orden judicial del desalojo. Y sucedió lo contrario. Más tarde por disolución al pretender expandirse por los barrios. Y sucedió lo contrario. Con posterioridad, al ir desmantelándose los distintos campamentos. Y sucedió lo contrario. Y ahora con los episodios de violencia que brotan en su seno. Pues también sucede lo contrario.
Así, la prensa nacional informa (¿) indignada de la violencia desatada a las puertas del Parlamento catalán, donde se agrede a varios diputados y se acosa e insulta a varios de ellos. También se ha visto increpar y censurar al presidente de IU, Cayo Lara en una de las concentraciones de los manifestantes.
En este contexto, buen número de contertulios, articulistas, columnistas y editoriales comienzan a hablar de unos ?indignados indignantes?? que estarían desvirtuando algo que comenzó como un bello e ilusionante sueño.
Como consecuencia de esta ofensiva mediática, alguna gente que venía simpatizando con este movimiento, parece batirse en retirada por no estar de acuerdo con lo que considera un deslizamiento hacia actitudes, según ellos, extremistas y radicales.
Y, sin embargo, sería bueno recordar que se trata de una inmensísima minoría a su vez condenada por la inmensísima mayoría de manifestantes, así como por las declaraciones de los portavoces de los distintos colectivos que componen el 15 M. A nadie en su sano juicio se le ocurriría afirmar que ?el madridismo toma una postura radical??, por más que una pequeña minoría de miembros de los ultrasur pueda cometer disturbios; ni que los afiliados al PSOE sean terroristas por más que durante un gobierno socialista (¿) se crease el GAL, o que los vascos sean terroristas por más que todos los etarras pueda ser de Euskadi.
Circula por ahí, por otra parte, un video donde se ve claramente a policías infiltrados, que según testigos presenciales habrían atacado a sus compañeros uniformados para que cargaran contra la masa pacífica. ?sta, cuya integridad física había sido atacada, apartó a los secreta, y aunque los increpó y rodeó, respetó la integridad física de los policías infiltrados. Y, para cuando los uniformados rescataron a sus compañeros, ellos tuvieron tiempo de haber sido linchados 3 ó 4 veces. Cosa que afortunadamente no sucedió. Y así hubiese sido si los indignados fuesen la décima parte de violentos de lo que la prensa da a entender. Para alegría de los secreta, los indignados ni dejan de ser pacifistas ni el 15 M se desvirtúa. Si esto no es no-violencia, que baje Dios y lo vea.
Además, no debemos olvidar la actitud serena y tranquila de casi todas las acampadas, concentraciones y manifestaciones (que se cuentan en miles, literalmente hablando), donde se han llevado a la práctica las consignas asamblearias relativas a la no violencia por parte de una masas sin apenas lectura teórica ni entrenamiento práctico al respecto.
La carga policial sufrida por activistas del 15 M en Barcelona hace unos días dejó de manifiesto el heroísmo, la valentía y el espíritu humanista: varias decenas de heridos, uno de ellos en una silla de ruedas, y gente que tuvo que ser operada de urgencia. Las imágenes consiguieron que la ciudadanía despertara sus simpatías por los manifestantes. ¿Un poco de presión por parte de la prensa y ya creemos que el Dr. Jekyll se transformó en Mr. Hyde?
Por otra parte, hay testimonios de casos en que grupos de indignados han coreado pacíficamente consignas solidarias ante la policía cuando esta pretendía detener (¿para deportar o internar?) a sin papeles, en un ejercicio de civismo sin parangón en nuestro país durante mucho tiempo. O los dos desahucios abortados por grupos de indignados en tal sólo 24 horas.
No faltemos a la justicia ni a la lucidez. Por cada violento hay 1000 no violentos; por cada extremista hay 1000 humanistas que han despertado o viene impulsando esto desde hace tiempo.
Sucede que el sistema pensó que todo esto no era más que una rabieta infantil que duraría unos días, y que sería incapaz de conectar con la ciudadanía (hasta el 80% de los españoles apoya al 15 M, según diversas encuestas), de impulsar propuestas lúcidas y peligrosas (separación efectiva de poderes, nacionalización de la banca, democracia participativa, listas abiertas, lucha contra la corrupción??), de extenderse por días a lo largo de medio mundo, o de hacer que se le caiga la cara de vergüenza a banqueros y políticos. Y todo esto llevado a cabo por activistas de no más de 25 años de media, sin líderes, sin siglas y casi sin experiencia de militancia.
¿Vamos a ser tan torpes de negar el apoyo a algo tan bello sólo porque tomemos la parte por el todo? ¿Ignoraba alguien que en cuanto al sistema la molestase todo esto iba a usar sus armas (violencia policial y opinión pública) para dinamitar la iniciativa más bella de las últimas décadas?
Pues vendrá más represión, y más manipulación. Y quizá se perderán más apoyos. Como dijo Silvio Rodríguez: ?El que tenga una canción tendrá tormenta; el que tenga compañía, soledad??. Pero ahí seguiremos, aguantando el chaparrón de golpes y mentiras. No nos van a mover. Lo sabe Casaldáliga, quien dijo que ?somos soldados derrotados de una causa invencible??.