Nos viene a la memoria la célebre fábula de los dos conejos de Tomás de Iriarte cuando observamos la situación creada en el final de curso con motivo de la próxima implantación de la asignatura Educación para la ciudadanía.
Grandes titulares en la prensa. Declaraciones y descalificaciones. Intervenciones airadas en la radio y la televisión. Hasta el Congreso llegó el rebote. Llamadas en Internet y hasta en las hojas parroquiales han puesto sobre la mesa algo que a principios de año, tras muchas conversaciones, se plasmó en un Real Decreto –desarrollo de la LOE– que conviene repasar.
En él se establecen las enseñanzas mínimas de Secundaria Obligatoria. Se incorpora la “Competencia Social y Ciudadana” como una de las ocho competencias básicas, y se incluye la asignatura “Educación para la ciudadanía y los Derechos Humanos” como materia obligatoria. Se insiste en querer responder así a nuestro mandato constitucional, y a las recomendaciones internacionales ya puestas en práctica en otros países.
Efectivamente el Consejo de Europa, hace cinco años, recomendó a todos los Estados miembros que hicieran de la educación para la ciudadanía democrática un objetivo prioritario de su política educativa.
A partir de ahí, como en la fábula, se viene huyendo…( sin aliento llego, dos pícaros galgos me vienen siguiendo) del analfabetismo en habilidades cívicas. Pero, como en la fábula, alguien sale en vía paralela (de su madriguera) y empieza la disputa. (…Pero no son galgos –¿Pues qué son? –Podencos). Que esto no es lo que parece. Que esto no parece lo que es… Que si adoctrinamiento sí, que si adoctrinamiento no…
Y los colegios, sean públicos o concertados, tienen que decidirse por los libros, editoriales, autores… y profesores. Y los padres son invitados a optar en medio de un gran revuelo en la opinión pública. Habrá que informarse. Lea usted el Decreto en su conjunto: objetivos, contenidos, criterios de evaluación. Nosotros no hemos encontrado objeción. ¿Se nos habrá escapado algo? Repase usted, aunque sea por encima, el libro de la editorial que le indican. Consulte, en todo caso, con su centro escolar. Y actúe en consecuencia.
Y, como en la fábula, dejando lo que importa, en pleno fragor de la polémica, nos tememos que se nos eche encima lo que no se deseaba. (En esta disputa llegan los perros y pillan descuidados a los dos conejos).
Habíamos echado a andar para huir del creciente fracaso escolar, de los últimos lugares en la tabla de la cultura democrática… Y –que si galgos, que si podencos– parece que nos estamos agotando en esa discusión y olvidando lo que importa en materia educativa: educar en losa valores para la convivencia y la conciencia cívica, que tanto tienen en común con nuestros valores cristianos.