Enviado a la página web de Redes Cristianas
Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, solíamos cometer travesuras, como es natural. Y cuando nuestros padres nos interrogaban para descubrir al culpable, siempre nos gustaba echarnos la culpa unos a otros acusando al inmediato inferior hasta llegar al más pequeño. De modo que, cuando llegaba el interrogatorio al benjamín, este terminaba echándole la culpa al gato; y era así que, mis sufridos padres, casi siempre se quedaban sin descubrir al culpable.
Lamentablemente, nuestros inmaduros e irresponsables políticos, así parecen actuar cuando, de forma pueril, se echan la culpa unos a otros de no ser capaces de formar gobierno y de tener que repetir elecciones. Aunque, en este caso, todos sabemos que no hay un culpable, sino culpables.
/ Antoñán del Valle (León)