Alberto me hace el favor de adelantarse en celebrar aquí el tránsito del obispo Setién. Si no lo hace él, tendría que hacerlo yo. Y mis vivencias con él cubren muchos más años, desde 1953 en que nos encontramos en Roma, hasta los 25 años que coincidimos en Consejo de Iglesia Viva desde 1969, tras sucederle yo en el Colegio del Salvador de Salamanca. Me uno a lo que dice Alberto: su extraordinaria inteligencia y apabulladora dialéctica podrían dejar de él una imagen fría y lejana; pero quien traspasaba esta barrera se encontraba con un hombre tierno, lleno de fe cristiana, a quien afectaban profundamente las tragedias humanas que tuvo que vivir. Consummatum est, Josechu. AD. ··· Ver noticia ···