Conocemos la parábola. Un rico despreocupado que «banquetea espléndidamente», ajeno al sufrimiento de los demás, y un pobre mendigo a quien «nadie da nada». Dos hombres distanciados por un abismo de egoísmo e insolidaridad que, según Jesús, puede hacerse definitivo, por toda la eternidad.
Adentrémonos algo en el pensamiento de Jesús. El rico de la parábola no es descrito como un explotador que oprime sin escrúpulos a sus siervos. No es ese su pecado. El rico es condenado sencillamente porque disfruta despreocupadamente de su riqueza sin acercarse al pobre Lázaro.… Ver noticia …
Domingo 25 de septiembre, 26 del tiempo ordinario – C (Lucas 16,19-31): Nuevo clasismo -- José A. Pagola
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