DOMINGO 2 DE SEPTIEMBRE, 22º DEL TIEMPO ORDINARIO: EL PROTOCOLO CRISTIANO. Jesús Peláez (Notas al pie de Franz Wieser, Perú)

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EVANGELIO
Lucas 14, 1. 7-14
14 1Un día de precepto fue a comer a casa de uno de los jefes fariseos, y ellos lo estaban acechando.
7Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso estas máximas:

8-Cuando alguien te convide a una boda, no te sientes en el primer puesto, que a lo mejor han convidado a otro de más categoría que tú; 9se acercará el que os invitó a ti y a él y te dirá: «Déjale el puesto a éste». Entonces, avergonzado, tendrás que ir bajando hasta el último puesto. 10Al revés, cuando te conviden, ve a sentarte en el último puesto, para que, cuando se acerque el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba». Así quedarás muy bien ante los demás comensales. 11Porque a todo el que se en­cumbra, lo abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán.

12Y al que lo había invitado le dijo:

-Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a vecinos ricos; no sea que te inviten ellos para corresponder y quedes pagado. 13Al revés, cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos; 14y dichoso tú en­tonces, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando re­suciten los justos.

EL PROTOCOLO CRISTIANO

Es humano el afán de ser, de situarse, de estar sobre los demás. Parece tan natural convivir con este deseo que lo con­trario se etiqueta de ‘idiotez’. Quien no aspira a más, quien no se sitúa por encima de los demás, quien no se sobrevalora, es tachado, a veces, de ‘tonto’.

En nuestra sociedad hay un complejo sistema de normas de protocolo por las que cada uno se debe situar en ella según su valía. En los actos públicos, las autoridades civiles o reli­giosas ocupan uno u otro lugar según escalafón, observando una rigurosa jerarquía en los puestos. Se está ya tan acostum­brado a tales normas, que parece normal este comportamiento jerarquizado. 1

En este ambiente, el evangelio aparece trasnochado. «Cuando alguien te convide a una boda, no te sientes en el primer puesto, que a lo mejor han convidado a otro de más categoría que tú; se acercará el que os invitó a ti y a él y te dirá: ‘Déjale el puesto a éste’. Entonces, avergonzado, tendrás que ir bajando hasta el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete derecho a sentarte en el último puesto, para que cuando venga el que te convidó te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Así quedarás muy bien ante los demás comensales.» Lección magistral del evangelio, llena de sentido co­mún, que no suele ponerse en práctica con frecuencia. No hay que darse postín; deben ser los demás quienes nos den la me­teada importancia; lo contrario puede traer malas consecuen­cias. El cristiano no debe situarse nunca por propia voluntad en lugar preferente.

No sólo no darse importancia, sino actuar siempre desin­teresadamente. «Cuando des una comida o una cena no invi­tes a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; no sea que te inviten ellos para correspon­der y quedes pagado. Cuando des un banquete invita a po­bres, lisiados, cojos y ciegos; y dichoso tú entonces, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos» (Lc 14,12-14}. Este dicho de Jesús es una invitación a la ge­nerosidad que no busca ser compensada, al desinterés, a cele­brar la fiesta con quienes nadie celebra y con aquellos de los que no se puede esperar nada. El cristiano debe sentar a su mesa a los marginados de la sociedad, que no tienen, por lo común, lugar en la mesa de la vida: pobres, lisiados, cojos y ciegos. Quien así actúa sentirá la dicha verdadera de quien da sin esperar recibir. 2

Estos dos dichos de Jesús muestran las reglas de oro del protocolo cristiano: renunciar a darse importancia, invitar a quienes no pueden corresponder; dar la preferencia a los demás, sentar a la mesa de la vida a quienes hemos arrojado lejos de la sociedad.3

Quien esto hace, merece una bienaventuranza que viene a sumarse al catálogo de las ocho del sermón del monte: «Di­choso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resu­citen los justos.»4

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1 El autor escribe para España. Ciertamente habrá también allí quienes ocupan puestos públicos gracias a compadrinazcos, tarjetazos, influencias etc., y no solamente por aptitud y escalafones. Pero no tanto ….

2 Parece que los Evangélicos nos adelanten en esta generosidad. Es significativo que te pregunten gente te pregunte si eres evangélico, al prestarles un servicio desinteresado.

3 En general: Jesús no compromete tanto con dogmas y cánones, tan importantes para nuestra Iglesia que hasta merecen excomulgaciones y otras sanciones, principalmente par teólogos y sacerdotes. Jesús apuesta por comportamientos (transparencia, justicia, liebertad y, ante todo de acuerdo al Primer Mandamiento, por un auténtico amor al prójimo. En esta dirección va también el Evangelio de hoy.

4 Estas notas al pie son de Franz Wieser