Un proverbio oriental dice que «cuando el dedo del profeta señala la luna, el estúpido se queda mirando el dedo». Algo semejante se podría decir de nosotros cuando nos quedamos exclusivamente en el carácter portentoso de los milagros de Jesús, sin llegar hasta el mensaje que encierran.
Porque Jesús no fue un milagrero dedicado a realizar prodigios propagandísticos. Sus milagros son más bien signos que abren brecha en este mundo de pecado y apuntan ya hacia una realidad nueva, meta final del ser humano.··· Ver noticia ···
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