Documento de reflexión ante los conflictos que han surgido entre la jerarquía de la Iglesia Católica, el Estado y la sociedad -- Entidades, grupos, comunidades y movimientos cristianos de Catalunya

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Diversas entidades, grupos, comunidades y movimientos de la Iglesia de Catalunya estamos preocupados por determinadas actuaciones que desde hace tiempo promueve la Conferencia Episcopal Española (En adelante CEE). Destacamos algunas: la participación activa de algunos obispos en manifestaciones públicas, las declaraciones hechas por algunos destacados miembros del episcopado, la continua emisión de mensajes difamatorios contra las personas i las instituciones que difunde la COPE. Y también el último documento de la Permanente de la CEE que ha generado una escalada en la tensa relación entre la CEE y el Gobierno del Estado y amplios sectores de la sociedad.

Como miembros activos de la Iglesia de Catalunya queremos que se oiga otra voz de Iglesia, que llegue a los cristianos y cristianas de Catalunya, a nuestros obispos y al conjunto de ciudadanos y ciudadanas de nuestro país.

UNA REFLEXI?N COLECTIVA DESDE NUESTRA IDENTIDAD CRISTIANA

La reflexión que aportamos en este documento quiere ser una interpelación a la Iglesia y a la sociedad en su conjunto. Queremos que sea una respuesta que brota desde nuestra identidad cristiana. Una identidad fundamentada en el seguimiento de las huellas de Jesús de Natzaret, inspirada en su compromiso profético en defensa de la justicia social y de la fraternidad humana y en el análisis de la realidad social y eclesial. Por eso, este documento va más allá del resultado que pueda tener, o de criterios de oportunidad, al margen de cualquier cálculo o prudencia política y de los posibles costos o beneficios electorales que esta posición pueda originar.

Este documento lo hemos elaborado colectivamente, a partir de un debate intenso en el seno de nuestras entidades y movimientos, recogiendo las aportaciones de muchas personas. Queremos aportar una reflexión serena y compartida, desde una perspectiva cristiana fundamentada en el Evangelio, el respeto a la persona y a la pluralidad de sensibilidades eclesiales, políticas, éticas i filosóficas que convergen en nuestra sociedad.

Compartimos el rechazo que ante estas actuaciones han hecho público tantos y tantos grupos, organizaciones de Iglesia y comunidades de base. Todos se manifiestan dolidos por el secuestro que un sector de la jerarquía hace de su fe. De alguna manera, todos plantean la necesidad de una revisión a fondo de las relaciones Iglesia-Estado.

Así mismo, agradecemos de manera especial al padre abad de Montserrat y a los abades y provinciales, en tanto que miembros cualificados de la iglesia catalana, sus palabras: ?La Iglesia no puede estar al servicio de tendencia política alguna, ni directa ni indirectamente?? y hacen ?una apuesta por el diálogo para la resolución de los conflictos hasta en los momentos más tensos de la convivencia social??.
UN AMPLIO SECTOR DE LA JERARQUIA ECLESIÁSTICA QUE PROMUEVE LA CONFRONTACI?N CON LA SOCIEDAD Y LA DIVISI?N EN LA IGLESIA
La Nota de la Comisión Permanente de la CEE sobre las elecciones generales 2008, fechada el pasado 30 de Enero, ha culminado una trayectoria de meses en que, con el visto-bueno y la participación de muchos obispos, diferentes sectores de la Iglesia han promovido el malestar y la confrontación con el Gobierno del Estado y amplias capas de la sociedad. Esta estrategia también ha creado confusión y descontento entre muchas personas católicas que no la perciben como propia de la ética y de los valores cristianos.

Un sector amplio de obispos no solo han promovido esta confrontación, sino que, en algunos casos, la han protagonizado y se han puesto a la cabeza, como sucedió con motivo de la Concentración de la Familia Cristiana el 30 de Diciembre de 2007, y también en la presidencia de la Misa que precedió el recientemente celebrado mitin de Barcelona que tenía como título ?Per la vida, la família i les llibertats. Units podem¡??

Unas actuaciones que tienen muy poca sintonía con la figura del Buen Pastor del Evangelio; son motivo de escándalo a los ojos de muchos cristianos y cristianas y dificultan la percepción de una Iglesia al servicio de las personas, especialmente las más marginadas y desfavorecidas.

Ante esta situación, pensamos que la actuación de los obispos de Catalunya ha sido, en general, tibia, acobardada y seguidora de las iniciativas de la CEE. Aún reconociendo la dificultad de su papel, con gestiones y posicionamientos puntuales, pensamos que han devenido colaboradores de esta situación.

Pensamos que este conjunto de actuaciones acentúan una profunda división entre ciudadanos y ciudadanas de ideas políticas distintas o contrapuestas y perjudican gravemente la convivencia, el diálogo sereno y la colaboración para mejorar la sociedad. También crean contradicción, tensión y división entre los mismos cristianos y cristianas, ya que de la actuación de la CEE y de los sectores afines, muchos deducen que solo es un buen católico el que vota por las formaciones políticas que recogen las orientaciones de la jerarquía. Esta identificación entre católico y las derechas no se corresponde en absoluto con la realidad plural de los que formamos la Iglesia catalana y nos trae el recuerdo de graves y dramáticos episodios.

UNA NOTA CON MUY POCA RESONANCIA EVANG?LICA

La Nota que la Permanente de la CEE ha hecho pública coincide, tal y como se menciona, con el Documento de orientaciones morales que la asamblea plenaria de este mismo organismo aprobó el 23 de Noviembre de 2006, y que en su momento ya fue contestado desde diversos colectivos y entidades cristianas por considerar que las cuestiones morales que los obispos señalaban como incompatibles con la fe cristiana, no cuentan con el consenso ni de la comunidad creyente, ni de los teólogos y teólogas católicas , ni de la comunidad científica, ni siquiera de los mismos obispos. Temas como el modelo de familia, la concepción del matrimonio, la legislación sobre el aborto o la eutanasia, entre otros, son ?cuestiones disputadas?? sobre las cuales hay una legítima pluralidad de opciones en el seno de la Iglesia.
Nos parece inaceptable el uso que se hace en la Nota, sin querer que se note, del tema del terrorismo, cuando se propugnan actitudes contrarias al espíritu conciliador y mediador que ha de prevalecer en la ética cristiana y se ignora la importante tradición eclesiástica de asumir papeles mediadores en numerosos conflictos. En nuestra historia reciente ha habido obispos que han sido puente de diálogo entre las partes en conflicto. La Iglesia ha de colaborar activamente en la construcción de la paz entre las personas y los pueblos, como principal característica del Reino de Dios.
Creemos, así mismo, que la asignatura de Educación para la Ciudadanía ?criticada en la Nota de los obispos- pretende ofrecer una educación cívica en el respeto a los derechos humanos y no entra en la esfera de la conciencia personal ni lesiona el derecho de los padres.
Si la comunidad católica quisiese seguir les recomendaciones que se desprenden de la Nota de la Permanente de la CEE no podríamos votar ninguna opción política, lo cual sería como automarginarnos de la participación en la vida social y política que ha de regular la convivencia y preparar el futuro de las nuevas generaciones. Y eso sería contradictorio con la Doctrina Social de la Iglesia.
A lo largo del texto de la Nota, los obispos utilizan principalmente argumentos políticos para justificar sus posiciones, sin que se vea ninguna referencia a las orientaciones y actitudes evangélicas.

Aunque al final de la Nota se hace mención a la libertad de actuación según la conciencia de cada uno, el conjunto del documento, leído dentro del contexto de confrontación que se viene produciendo, no deja ninguna duda que pretende ser una clara indicación del voto.

QUEREMOS UNA IGLESIA ABIERTA Y SOLIDARIA, QUE PROPONGA Y NO IMPONGA

Después del Concilio Vaticano II, la Iglesia católica tomó conciencia de la necesidad de situarse en el seno de las sociedades democráticas, plurales y laicas, valorando positivamente el proceso de secularización, reconociendo la autonomía de la política, respetando el Estado de Derecho y sin pretender imponer su modelo de sociedad. Se ponía así fin a la larga época de Cristiandad, que un amplio sector de los obispos parece añorar.

Muchos cristianos y cristianas de Catalunya estamos identificados con el espíritu abierto del Concilio Vaticano II, y estamos comprometidos en su aplicación y actualización. Somos partidarios de una Iglesia que dialogue, con espíritu constructivo, acogedor y abierto, con el mundo científico, técnico, filosófico, etc.; que fomente el ecumenismo y el diálogo interreligioso, abierto y sin recelos, no al servicio de la Iglesia católica, sino al servicio de la Iglesia que quería Jesús.

Muchos cristianos i cristianas queremos y trabajamos para que la Iglesia respete y fomente la pluralidad; que rechace todo tipo de ostentación, poder y privilegios; que se oriente prioritariamente al servicio de las personas empobrecidas y marginadas, los débiles…; que favorezca la inculturación y la autonomía de las Iglesias locales, que fomente la participación de laicos y laicas, la sinodalidad, la transparencia y un gobierno abierto a la participación del conjunto de la comunidad católica por medio de representantes elegidos desde la base; que busque nuevas formas de llevar a término los diferentes ministerios de servicio, superando la oposición ?clérigos-laicos?? y construyendo una ?comunidad de ministerios??.

Muchos cristianos i cristianas queremos y trabajamos para que la Iglesia elimine todas las normas que implican cualquier clase de discriminación por razón de orientación sexual, género o estado eclesiástico; que no discrimine a las mujeres, que constituyen en muchas parroquias y proyectos sociales una presencia muy comprometida y silenciosa…

UNA INSTITUCI?N JERÁRQUICA QUE SE ENCUENTRA ALEJADA DEL VATICANO II

En cambio vemos con preocupación cómo la institución eclesiástica va cogiendo una deriva cada vez más tradicionalista, hace una lectura restrictiva de los documentos conciliares, practica un gobierno fuertemente centralizado y un férreo control de los obispos, censura y reprime a los teólogos vinculados a la teología de la liberación, centra la mayor parte de la tarea evangelizadora en el cumplimiento de normas morales y ritos incomprensibles y alejados de la realidad antropológica y sociológica de nuestras sociedades. Contemplamos cómo la institución eclesiástica apoya y fomenta un conjunto de grupos integristas. Estos actúan, en muchos casos, como verdaderos fundamentalistas y combaten frontalmente los postulados básicos de una ética no religiosa, el pluralismo intrarreligioso e interreligioso; a la vez, tienen como objetivo imponer, como único y verdadero, el código moral confesional en toda la sociedad. (1)

Pero la razonable aspiración de todas las sociedades para ampliar el margen de libertades y el respeto y reconocimiento al pluralismo topa a menudo con los valores vigentes y con costumbres que se creían inmutables. Por eso, tanto los que exigen la ampliación de las libertades como los que quieren impedirlas, plantean sus reivindicaciones como demandas políticas. Hay que tener en cuenta que en un mundo que se proclama progresivamente laico asistimos a una repolitización de la religión, sobre todo desde la derecha.

A la luz del Vaticano II, la Iglesia ha de aceptar que en las sociedades modernas el orden moral puede fundamentarse sobre muchas éticas, tanto religiosas como agnósticas o ateas. Pretender someter el orden político a una única concepción moral, o considerarse poseedor único de La Verdad y querer imponerla a los otros por la fuerza, es fundamentalismo.

?LAS ALEGRÍAS Y ESPERANZAS, LAS TRISTEZAS Y ANGUSTIAS… ?

Nos duele que un sector muy amplio de nuestra jerarquía, también la que forma parte de la Conferencia Episcopal Tarraconense, que habría de ser solidaria con el documento del 1985 ?Arrels cristianes de Catalunya??, no siga las huellas del Concilio Vaticano II. Y no tenga una presencia profética de denuncia de las injusticias que el sistema neoliberal provoca, sobre todo a los más débiles de nuestra sociedad. Nos duele que no lleve a cabo lo que el Concilio Vaticano II dijo: «Las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres i de todos los que padecen, son al mismo tiempo las alegrías y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo» (Gaudium et Spes,1).

Nos duele que nuestra Jerarquía eclesial se dedique a hacer campaña electoral y a manifestarse dando apoyo a las opciones políticas más conservadoras y reaccionarias que, según parece, le son afines. No hemos visto a nuestros obispos encabezar ninguna manifestación, con alguna excepción, ni contra la guerra de Irak, ni contra las condiciones precarias de trabajo y de vida que viven los trabajadores; ni tampoco los hemos visto manifestándose con los trabajadores y trabajadoras contra la siniestralidad laboral, la deslocalización de empresas aquí, en Catalunya, o el gran drama humano de las personas inmigradas; ni tampoco hemos oído su voz manifestando su rechazo por las torturas que se practican en el Estado español, y demasiadas veces con impunidad; ni tampoco denunciando la situación de las personas presas, las que padecen enfermedades mentales; ni tampoco les hemos visto movilizándose contra la especulación en la vivienda, ni contra la especulación financiera o contra los destrozos ecológicos, ni manifestándose con los movimientos sociales que denuncian el liberalismo económico que perpetúa la pobreza y la explotación en nuestro país y en todo el mundo; ni tampoco denunciando activamente y en la calle la dura situación de las mujeres, abiertamente discriminadas y maltratadas, en la sociedad.

LA TRANSICI?N RELIGIOSA EN NUESTRO PAÍS A?N EST? PENDIENTE DE HACERSE
La reacción del gobierno socialista y de los otros partidos de izquierda ante los posicionamientos de este sector del episcopado va en la dirección de agravar la situación a causa del uso electoral que se le está dando. Corremos el peligro de que se genere una corriente de opinión que no solo sea contraria a determinadas prácticas de este sector de la jerarquía y sectores integristas que les hacen de altavoz, sino que se promueva en la sociedad una corriente antirreligiosa que no es nada deseable.
Tampoco los diferentes gobiernos progresistas han ayudado a que la institución eclesiástica asuma su nuevo rol en una sociedad plural y secularizada. Siempre han tenido miedo al enfrentamiento y han hecho continuas concesiones, especialmente en el ámbito económico y de la educación religiosa, y han mantenido de facto la posición relevante social de la jerarquía. La negativa reiterada a denunciar y modificar los acuerdos entre el Estado español y el Vaticano son un factor clave de la situación de tensión que hoy se está produciendo.
Desde esta perspectiva queremos recordar que aquellos grupos políticos que hoy hacen suyos los principios de la laicidad, de la igualdad jurídica y de oportunidades de todas las personas y confesiones y se sienten aludidos en la Declaración de este sector de obispos, en su momento deberían de haber sido más beligerantes ante las continuadas exigencias de privilegios por parte de la Jerarquía, porque estas exigencias nunca se verán satisfechas cediendo, o con actitudes débiles o timoratas. En este sentido, podemos decir que la transición religiosa en nuestro país todavía está pendiente de realizarse. (2)

QUEREMOS UNA IGLESIA QUE ABANDONA LOS PRIVILEGIOS Y LUCHA POR LA FRATERNIDAD Y LA JUSTICIA

Queremos una Iglesia de puertas abiertas, Pueblo de Dios, que no se repliegue sobre ella misma. Una Iglesia que no amenace ni esté en guardia permanente contra los y las representantes políticos elegidos por la sociedad. Una Iglesia que no abandere manifestaciones, como si fuese un partido político. Que intente convencer y no vencer.

Queremos una Iglesia que no mantenga diariamente el antitestimonio desde su propia emisora. Una Iglesia que trate de entender y que tenga una actitud acogedora hacia los que no piensen como ella. Queremos una Iglesia que tenga las puertas abiertas para dialogar, en lugar de reñir permanentemente a propios y extraños cuando estos traten de dar respuestas a los problemas complejos de hoy. Queremos una Iglesia con una mirada también de mujer, que abandone el discurso machista que tienen algunos de nuestros responsables de la Iglesia. Nosotros, hombres y mujeres creyentes, laicas y laicos, religiosas y religiosos, pedimos que se integre otra mirada y sensibilidad en sintonía con la manera de pensar, sentir, actuar como lo hizo Jesús de Natzaret.
Queremos una Iglesia que proponga el Evangelio de una manera serena, atrayente y esperanzada, sin imposiciones; un Evangelio que es ?por encima de todo- una ?Buena Noticia?? para los pobres y oprimidos:
?El sábado fue a la sinagoga, como tenía por costumbre, y se levantó a leer. Le dieron el volumen del profeta Isaías, lo abrió y encontró el pasaje donde hay escrito: «El Espíritu del Señor reposa sobre mi, ya que el me ha ungido para llevar la Buena Nueva a los pobres, me ha enviado a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vuelta de la luz, a dejar en libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor». (Evangelio de Lucas)
Queremos una Iglesia que abandone las situaciones de privilegio, que le confiere el Concordato, y apueste decididamente por el autofinanciamiento económico y por el anuncio del Evangelio con medios pobres y sencillos. Eso haría a nuestra Iglesia mucho más libre, profética y creíble para las clases populares y para todos, y llegaría a ser mucho más fiel al Evangelio de Jesús de Natzaret.

Por eso, pedimos que el Estado deje sin efecto los acuerdos concordatarios subscritos entre el Estado y el Vaticano, y proponga la substitución por acuerdos de cooperación del Estado con la Iglesia católica y las demás confesiones religiosas en condiciones de igualdad y sobre la base de garantizar lo que la Constitución reconoce en relación a la aconfesionalidad del Estado. (3)

RECUPERAR LA ESPERANZA Y LA INICIATIVA: OTRA IGLESIA YA ES POSIBLE!

La situación es bastante grave como para que las entidades, grupos, comunidades y movimientos de la Iglesia de Catalunya que firmamos el presente documento nos comprometemos a procurar poner los medios necesarios para recuperar la iniciativa en el seno de la Iglesia y fomentar la presencia social de las sensibilidades eclesiales que representamos.

Con esta voluntad nos dirigimos a:

Todos aquellos cristianos y cristianas, grupos, entidades y movimientos que viven la gravedad del momento y se sienten próximos a lo que manifestamos, y les decimos que no se dejen llevar por el pesimismo, que confíen en la fuerza del Espíritu e inicien un proceso de reflexión sobre cuál puede ser su aportación para generar una dinámica de transformación del modelo de Iglesia predominante, y que participen en los foros, redes y propuestas que se vayan promoviendo con esta finalidad. Hemos de superar el síndrome de fracaso y decepción que nos bloquea y hacer frente al integrismo. Hemos de construir procesos de confluencia, de unidad eclesial y de propuestas de alternativas, comenzando desde la base, para afirmar vital y comunitariamente que ?Otra Iglesia YA es posible??

A los obispos de Catalunya, que asuman su papel de animadores y cuidadores de la comunidad diocesana. Ellos son responsables ante el Evangelio del futuro de esta Iglesia catalana y de las trabas que se va poniendo a la acción del Espíritu. El cristianismo es profético y arriesgado y no conservador. Necesitamos buenos pastores y profetas.

Es necesario que nuestros obispos marquen claramente el perfil propio enfrente de la CEE, reclamen el derecho a una conferencia episcopal propia y dejen claro en todo momento, ante la comunidad de fieles catalanes, cual es su postura. Callar es hacer seguidismo y, por tanto se es corresponsable de todas y cada una de las actuaciones y manifestaciones de la CEE.

A las/los políticos, que actúen con firmeza y coherencia para alcanzar el objetivo de una sociedad laica. Que denuncien los Acuerdos entre el Estado español y el Vaticano y que promuevan acuerdos de cooperación entre el Estado y las diferentes iglesias locales en condiciones de igualdad con el resto de tradiciones religiosas y bajo el principio de que cada iglesia ha de autofinanciar su funcionamiento ordinario. Las/los políticos tienen que abandonar el tema religioso como medio de confrontación política y estrategia electoral, promuevan el respeto hacia la libertad religiosa y de conciencia y reconozcan la acción beneficiosa que las diversas tradiciones espirituales y religiosas pueden aportar a la sociedad.

A la sociedad en general, que vaya más allá de los titulares periodísticos y de los tópicos sobre la Iglesia. La Iglesia no es solamente los obispos y curas. La jerarquía no representa a toda la Iglesia. En la Iglesia hay diversos puntos de vista i sensibilidades, tanto sobre temas propiamente doctrinales como también sobre temas sociales, políticos y morales. Todos y todas somos Iglesia y hay que escuchar la voz y el testimonio de todos.

En una sociedad democrática, cada vez más secularizada, pluricultural, pluriétnica y plurirreligiosa, la Iglesia tendría que apostar por ser signo y espacio de diálogo, ecumenismo, casa de todos y todas, comunidad que comparte las esperanzas y angustias, las luchas y sueños de los hombres y mujeres de nuestro país. Una Iglesia que se manifieste plural, cercana, conciliadora, austera, sin privilegios ni poder social, acogedora y centrada en la defensa de las personas empobrecidas y excluidas… Entonces la Iglesia será creíble y atrayente…Entonces será, como dice el Evangelio, ?luz, sal y fermento en el mundo??.

Barcelona, 18 de Febrero de 2008

ENTIDADES, GRUPOS, COMUNIDADES Y MOVIMIENTOS FIRMANTES: ACAT (Acció dels Cristians per l?Abolició de la Tortura) – Berchmans CVX – Església Plural – ACO (Acció Catòlica Obrera) – GOAC-HOAC (Germanor Obrera d´Acció Catòlica) – Comunitat de Base Sta. Coloma de Gramenet – Comités ?scar Romero de Catalunya – Comunitat de Base de Gavà – Comunitat de Base Joan N. García-Nieto de Cornellà – Comunitat Cristiana de Santa Maria Magdalena (Viladecans) – Col.lectiu de Dones en l?Església ?- Una altra Església ja és possible – Comunitat Sta.Gemma – Col.lectiu Utopia ?Joan N.García-Nieto?? (Baix Llobregat) – Cristianisme Segle XXI – Cristians en Diàspora – Centre Eiximenis – Associació cultural El Pregó ? Fòrum JIC – Grup de Cristians de Base Sta. Coloma de Gramenet – Comunitat Sant Antoni (Esplugues) – Cristians pel Socialisme ? Cristians Segle XXI de Gràcia – JOC (Joventut Obrera Cristiana) –

NOTAS

1.- En el caso del Estado español encontramos actualmente una de las jerarquías más integristas de toda la Unión Europea. El hecho que la celebración del Concilio Vaticano II coincidiese en plena etapa de la dictadura franquista y, por tanto, en pleno nacionalcatolicismo ha impedido que muchos eclesiásticos hayan tenido una formación en sintonía con los nuevos aires conciliares. Durante la transición hacia la democracia el cardenal Tarancón hizo un esfuerzo para dar protagonismo a los sectores más abiertos y moderados del clero, pero los nuevos aires que se impusieron en Roma con Juan Pablo II rompieron aquel proceso. Los sectores tradicionalistas y mas integristas han vuelto a recuperar la dirección de la Iglesia española, con el apoyo del nuevo papa Benedicto XVI.

En diferentes documentos eclesiales (Constitución sobre la Iglesia, Ecumenismo, Libertad religiosa), pero especialmente en la Constitución sobre las relaciones Iglesia-mundo el Concilio Vaticano II declaró la legítima autonomía de las realidades sociales. ?Esta autonomía en leyes y valores, dice, nace de un mundo progresivamente adulto y responde a la voluntad del Creador?? (núm.º 26). Se trata de un principio fundamental: en un mundo ya mayor de edad, la ciencia, la política, la moral, la construcción de la paz y el diálogo, etc., no necesitan la validación de la fe. Y, por otra parte, la fe y sus expresiones no necesitan tampoco el soporte del poder.

2.- Una expresión de este conflicto es la campaña por la apostasía, iniciada hace tiempo por diversos grupos y personas de todo el país y que va creciendo de manera significativa. Estos grupos denuncian que la Iglesia católica utiliza los datos de las personas bautizadas, aunque que no sean creyentes, para recaudar financiamiento público, o alegar implantación social y prestigio sin el consentimiento por escrito de los interesados. Muchos ciudadanos, al llegar a la mayoría de edad, se encuentran formando parte de una confesión religiosa que nunca escogieron y que no se corresponde con sus ideas. Para que estas personas puedan regularizar su situación y evitar que las confesiones religiosas obtengan provecho de su pasividad estos grupos impulsan las acciones para ejercer el legítimo derecho a la apostasía.

3. Les entidades, grupos y movimientos abajo firmantes nos adherimos al estudio impulsado por la Asociación Cristianisme Segle XXl (?Vers un nou estatut jurídic constitucional de les relacions de l?Estat espanyol amb l?Església Catòlica??, elaborado por el Dr. Santiago J. Castellà, profesor de derecho internacional y vicerrector de Relaciones Exteriores de la Universidad Rovira i Virgili. Tarragona, noviembre 2006).