Cada vez más acelerados y con más prisa. Más experiencias, más información, más imágenes, más, más, más… sin freno. En las sociedades occidentales vivimos en y del ruido. Vivimos distraídos, en la superficie, vacíos, siempre buscando algo nuevo. Nos dejamos seducir por el torrente de estímulos, por el espejismo de una sociedad de consumo que nos anestesia, nos hace creer omnipotentes, nos inocula el miedo irracional a la desconexión y nos utiliza a nosotros como mercancía. Nos sumergimos acríticamente y nos perdemos.··· Ver noticia ···