DIOS VIUDO, IGLESIA VIUDA. UN SUE?O DE AMOR. Xavier Pikaza

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Ayer tarde preparé (desde mi comentario de Marcos) el tema de los escribas y la viuda. Leí luego las reflexiones y propuestas sobre mis blogs anteriores (Papa y Kissinguer y Refundar la iglesia); pero han pasado los días y no puedo ni quiero contestar a todas ellas. Por eso vuelvo al tema de los clérigos, los ricos y la viuda(según el evangelio de hoy: Mc 12, 38-44), pues responde a casi todas las cuestiones y preguntas. ?ste ha sido el argumento central de las jornadas de Cuenca: el Dios Pobre (Viuda, Preso) puede y quiere crear riqueza, amor y libertad, ese es el Dios de la mística.

Dios es viuda, no clérigo/escriba.
El Dios de este pasaje no está en la línea del clérigo/escriba. No lee los libros para ser más sabio que los otros, ni interpreta la religión desde su altura, para elevarse así sobre los pobres. No vive de apariencias, ni de honores, no busca compensaciones, no hace negocios con su divinidad, ni oprime con su grandeza a las viudas.

Es un Dios misterioso al que no podemos definir, pues no sabemos cómo actúa. No quiere justificarse, ni imponerse, no sale siempre con la suya. Simbólicamente (¡todo es aquí símbolo!), el texto dice que es un Dios/mujer a la que se le ha muerto el marido (o se le ha ido, dejándola sola); es un Dios sin hijos (o se le han muerto los hijos). Y así se encuentra sola, pero es capaz de dar todo lo que tiene, lo que es, su propia viuda. Es un Dios/Viuda, pero está al comienzo de la vida. No es un Dios que acaba (viuda que da lo que es y muere), sino un Dios que empieza: desde el don de esta Viuda puede comenzar ya la vida nueva, empieza el Reino que es don, regalo, vida compartida. Esta viuda está al comienzo de un mundo distinto de amores y de fecundidades.

Dios es viuda, no es un rico lleno de argumentos y apariencias.

Los ricos dan lo que les sobra, para así aparentar y dominar mejor a los pobres, a través de sus limosnas. Tocan la campana, publican sus ?regalos?? en los periódicos. Viven así de la apariencia del dar, llenos de argumentos y razones. Pueden poseer grandes fortunas, millones y millones que invierten en negocios ?religiosos??, es decir, para provecho de sí mismos.

El Dios de este pasaje no está con los ricos que dan mucho dinero. El verdadero Dios no tiene nada que dar fuera de sí: no tiene riquezas exteriores para aparentar, no calcula con argumentos y razones lo que hace, para bien de sí mismo. Este Dios es el más pobre: sólo se tiene a sí mismo, no domina sobre nadie y, sin embargo, se da: da lo que tiene, se da a sí mismo, sin más finalidad que el dar, el darse, porque el don es la riqueza y transparencia de la vida. Ese Dios/Pobre no es un Dios miseria, que lleva a todos al hambre, sino que es el Dios/Riqueza, porque da, se da a sí mismo. Donde mandan e imponen su lógica los sabios/ricos el mundo se acaba. Pero allí donde hay personas como esta viuda que dan lo que son, el mundo empieza: comienza aquí un mundo de abundancia nueva, que vida de amor compartida. Esta viuda pobre es la más rica de todos los ricos: es promesa de abundancia.

Las viudas son Dios, por eso son Iglesia

La tradición israelita (de ?xodo y Deuteronomio) pide que la comunidad ayude a huérfanos/viudas/extranjeros).Así podemos y debemos decir que Dios es ?amigo y protector de viudas??; debemos añadir que ?no están las viudas para la Iglesia, sino la Iglesia para las viudas??. En esa línea tenemos a un Dios fuerte y a una Iglesia fuerte, capaz de crear instituciones al servicio de huérfanos, viudas y pobres.

Eso es bueno. Pero nuestro texto ha dado otro paso y dice algo más hondo: los que ?dan?? de verdad no son los ricos/clérigos a las pobres/viudas, sino al revés: los que enriquecen a los demás, los que ?sostienen el mundo??, son aquellos hombres y mujeres que se dan a sí mismos, dando las dos últimas monedas que tienen (que les quedan). Este Dios/Pobre, este Dios/Viuda es el más poderoso, desde su pobreza de amor. Así lo muestra la imagen anterior, donde se supone que la mujer de la unciòn de Mc 14, 3-9 es la viuda de nuestro pasaje: ella da a Jesús todo lo que tiene,ungièndole con el aceite del amor y de la vida, para que realice su tarea de evangelio.

La ?riqueza del mundo??, la riqueza de Dios, no son los escribas/clérigos que dan buenas doctrinas y consejos (para engrandecerse a sí mismos), ni los ricos/aparentes que invierten inmensas fortunas en el templo religioso o social (para seguir enriqueciéndose). La verdadera riqueza, la fortuna y la gracia de Dios (Dios mismo) es esta viuda que se da a sí misma, dando todo lo que tiene.

Las viudas como ésta son las que crean la iglesia: las viudas y los pobres, los extranjeros y huérfanos?? Ellos, sólo ellos, desde su gratuidad, dando lo que son (dándose a sí mismos) pueden crear verdadera humanidad, verdadera iglesia. Ellos pueden ser y son amor generoso, que no vive de la pura nostalgia del pasado y del deseo de revancha, sino del don de la vida, don gratuito, total, del don que es pura gracia y que pone en marcha el camino mesiánico de la humanidad. Aquí sucede el milagro, aquí se revela Dios: surge la vida, la nueva creación.

Sólo desde aquí, desde esta viuda que se da a sí misma, generosamente, sin apariencias ni deseos de poder, se puede hablar del nuevo amor, del amor gratuito, que pone en marcha todo; los nuevos amores enamorados, las nuevas maternidades, la nueva comunión creyente, fundada en el amor, no en el saber de los privilegiados (escribas), ni en el poder de los potentados (ricos aparentes).

Conclusión. El gazofilacio de Dios.

Los escribas sostienen el gran templo del sistema con su sabiduría vendida al poder. Los ricos millonarios sostienen también el gran sistema con sus inmensas fortunas, al servicio de su grandeza. No dan ?limosnas?? por gracia de Dios, sino que invierten saberes y poderes, para así sostenerse a sí mismos, para edificar su templo del poder, un templo que Jesús interpretó como ?cuerva de bandidos?? (en la escena de la ?expulsión?? de los mercaderes: cf. Mc 11, 15). Dios no tiene esos saberes, ni tiene esas fortunas. Por el contrario, nuestra viuda (que en la imagen aparece con hijos), da lo es ella misma, se dan con sus hijos, poniendo lo que tiene (lo que es) al servicio de la vida. El Dios del evangelio es puramente gracia y se hace presente en el mundo como gracias, a través de esa viuda.

Desde aquí se entiende el sentido del gazofilacio, que era el lugar de las ofrendas del templo de Jerusalén. Para los ricos/escribas era un lugar de intercambio: para comprar a Dios, para organizar su mundo. Le gazofilacio de la viuda es el mismo don de la vida, que da lo que tiene, lo es, por los demás: para edificar así comuniòn, para crear el verdadero mundo de la vida.

Queda abierta la inmensa pregunta: ¿Por qué esta viuda es Dios? ¿No hubiera sido mejor que este ?Dios?? no fuera viuda, sino joven enamorada, llena de promesas de vida? ¿No hubiera sido mejor que ?Dios?? fuera una mujer/madre, acompañada por su marido, educando a siete buenos que forman a su lado la esperanza del futuro? ¿No sería mejor??? Ciertamente, el evangelio habla también del ?Dios?? de la muchacha enamorada y de la madre generosa o del escriba sabio. Habla así de saberes que se ofrecen y compartan, bendiciendo a Dios por los bienes del mundo (el pan y el vino), al servicio de la vida??Pero, en sentido radical, el Dios del evangelio, el Dios/Iglesia se identifica con esta viuda, una mujer que se da a sí misma. Pues bien, sólo desde este Dios/Viuda se podrá hablar también del Dios/Enamorada, del Dios Esposa y Madre…, del Dios/Comuniòn donde cabemos todos.

Si Dios estuviera sólo en las felices enamoradas correspondidas y en las fecundas madres de muchos hijos, con maridos ricos… sería un Dios parcial y partidista, habría abandonado a las viudas y pobres. Por el contrario, el Dios de este pasaje, puede abrirse y se abre, desde las viudas y pobres, a todos los hombres y mujeres del mundo. Esta viuda pobre que da todo es el comienzo de una alegría mayor, de una vida compartida; es signo del milagro de Dios.

Desde los escribas/ricos no se puede hacer ya nada: son lo que son, pueden lo que pueden, construyen su sistema al servicio de sí mismos?? y ya sabemos lo que es este sistema, con millones de viudas, huérfanos y expulsados, muriendo de hambre cada día. Pero desde esta viuda que da y comparte todo lo que tiene se puede comenzar la nueva creación, la nueva iglesia?? A partir de aquí todo es soñar: ¿Soñamos en un mundo de viudas que dan, que se dan, porque están dispuestas a un nuevo amor, un amor distinto, gratuito, abierto al enamoramiento y a los hijos, a la solidaridad entre todos los hombres y muejres del mundo? ¿Soñamos en un mundo de pobres y huérfanos que dan, se da, aprenden a compartir??? ¿Soñamos de nuevo en un evangelio de los pobres?