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Para quien conozca la Historia de España resulta muy chocante esa aparente simbiosis que se manifiesta entre la Iglesia y la Monarquía, especialmente si hablamos de la Casa Borbón, dinastía histórica, junto con su legítimo heredero S.M. D. Juan Carlos I de Borbón, según la
Constitución Española; como si la Casa de Austria no hubiera reinado en España durante trescientos años, y como si el legítimo heredero no fuera D. Juan de Borbón, padre del actual emérito. Estas son unas de tantas mentiras y traiciones que hemos soportado los españoles desde la muerte del dictador Franco.
Escuché en una ocasión a un Catedrático de Historia que los reyes de
España siempre habían tenido muy presente que actuaban en nombre de
Dios. Si esto es así debe haber varios reyes de España en el infierno.
Más chocante resulta esa relación, que podríamos denominar como
antinatura, a la vista del relato recogido en el Capítulo 8 del Libro Primero
de Samuel. Un auténtico alegato contra las monarquías, el que hacen en su
comunicación el profeta Samuel y Dios, cuando el pueblo de Israel, harto
de la corrupción de los hijos del profeta, aceptando sobornos, piden un rey.
Ante esta petición, es Dios el que dice que con ello el pueblo de Israel no
rechaza al profeta sino a ?l mismo. Y Samuel advierte al pueblo de los
problemas que les traerá un rey. Tendrán que trabajar para él, serán sus
esclavos; se llevará el rey las mejores tierras, el mejor ganado y además un
porcentaje del trabajo del pueblo. Las hijas del pueblo serán sus sirvientas.
Sin embargo, el pueblo insiste en tener un rey, para ser como las demás
naciones.
¿Qué dirá Dios sobre la realeza en nuestros tiempos?. Que el pueblo tendrá
que pagar sueldos y todos los gastos de la familia real. Que el rey podrá
hacer lo que quiera sin responsabilidad alguna. Que utilizará los bienes
públicos que desee para sus correrías amorosas. Que utilizará sus
influencias públicas para cobrar sobornos, y a amantes y parientes como
testaferros para esconder ese dinero a la Hacienda Pública. ?? .
¿Qué debería responder ahora el pueblo?.
La tradición judeo-cristiana es así de simple y racional. Un rey es un
hombre al que se sitúa por encima de todas las demás personas, un lugar
que para el creyente está reservado sólo a Dios.