El director y el vicedirector del banco del Vaticano renunciaron el lunes tras el arresto de un importante clérigo con estrechas conexiones con la entidad, acusado de conspirar para ingresar clandestinamente a Italia unos 26 millones de dólares desde Suiza.
Paolo Cipriani y Massimo Tulli presentaron sus renuncias tres días después del arresto de monseñor Nunzio Scarano, que trabajaba en un importante cargo contable en la administración financiera del Vaticano y sobre el que la Justicia italiana ya tiene abiertas dos investigaciones.
Un comunicado del Vaticano informó además que el presidente del banco, Ernst von Freyberg, asumirá el cargo de director general interino y que se creó el nuevo puesto de director de riesgos para mejorar el cumplimiento de las regulaciones financieras.
En el último de una serie de escándalos en el banco del Vaticano, monseñor Scarano, de 61 años, fue detenido el viernes junto con Giovanni Zito, un agente de los servicios secretos, y el operador financiero Giovanni Carenzio.
Los tres están acusados de conspirar para ingresar clandestinamente 20 millones de euros en efectivo a Italia desde Suiza pertenecientes a amigos millonarios de Scarano de la industria naviera en la ciudad sureña de Salerno, donde el clérigo está bajo una investigación separada por sospechas de lavado de dinero.
El futuro del banco del Vaticano, conocido oficialmente como el Instituto para las Obras de Religión (IOR), se ha visto empañado por la incertidumbre desde la llegada del papa Francisco, quien ha puesto gran énfasis en la limpieza de los escándalos financieros.
El IOR ganó notoriedad en 1982 cuando Roberto Calvi, un banquero italiano con estrechas relaciones con el banco del Vaticano, fue encontrado colgando del puente de Blackfriars, cerca del distrito financiero de Londres. Un tribunal dictaminó que había sido asesinado, pero el crimen no ha sido resuelto.