Enviado a la página web de Redes Cristianas
En algún lugar recóndito del cerebro todos llevamos material explosivo que, estimulado convenientemente con detonante ideológico o religioso por predicadores iluminados, puede causar estragos personales y sociales. Cuando una idea maligna es inoculada en ese lugar misterioso del cerebro, el raciocinio es aniquilado y, como consecuencia, el individuo se convierte en un monstruo al servicio de dicha idea. Y en monstruos sanguinarios se convierten los conversos que abrazan los postulados ideológicos y religiosos del Estado Islámico para luego atentar brutalmente, como lo han hecho recientemente en París matando a diestro y siniestro teledirigidos por una idea enfermiza y perversa.
Pero, dicho lo anterior, ahora, después de la masacre, la solución al terrorismo del ISIS no pasa por la venganza como, de forma poco inteligente y sensata, está haciendo el presidente Hollande en colaboración con Estados Unidos; pues, la venganza, no hará sino generar más violencia y entrar en una espiral de terror interminable. Ahora hay que preguntarse si la proliferación de este tipo de ideas extremistas tienen su caldo de cultivo en la marginación social; si el odio que los terroristas profesan a Occidente podría tener su origen en las políticas aplicadas en Oriente Próximo por Estados Unidos y Europa. Ahora es el momento de reflexionar y preguntarse por todo aquello que estamos haciendo mal y corregirlo para, así, dejar a los terroristas sin el menor resquicio argumental.
Valladolid