En nuestra tradición cristiana este Domingo de Resurrección, o de La Pascua, requiere de una interpretación crítica que despedace todo el misticismo enajenante que se ha dedicado a la tarea de desligarle de sus dimensiones sociales y políticas.
Soy fiel creyente que de todas las acciones subversivas del compañero y hermano Jesús y de sus compañeros, el asunto de su resurrección es la más revoltosa, revolucionaria, rebelde, insurrecta, conspiradora y agitadora y por supuesto, subversiva.
En el contexto social, político, económico y espiritual de Palestina como una colonia del Imperio Romano, ¿cuál es entonces el significado de la resurrección de Jesús? Dos mil años, ¿Cuál es entonces el significado histórico-político de la resurrección de Jesús? Muy simple, el mensaje liberador es uno y similar al que se le envió a Roma: Jesús vive y la lucha sigue, punto.
Este mensaje esperanzador es el que debemos de rescatar con la intención de por un lado resucitarle al pueblo la creencia en una utopía practicable y por otro lado resucitarle el deseo de organizarse y movilizarse hacia la construcción de un paraíso terrenal con mujeres nuevas y hombres nuevos. Que no se nos olvide, nadie va al cielo sin pasar por la tierra. Por lo tanto, resucitemos la esperanza que subvierte y destruye todo lo que tenga la capacidad de destruir a la humanidad. ¡Por esto creo en la resurrección!
Ahora bien, me parece importante enfatizar la necesidad de erradicar una serie de realidades que son enemigas de estos procesos de transformación y liberación. Por ejemplo, cuando María Magdalena, María madre de Santiago, y Salomé, (San Marcos16:1-8) con una acción de fe revolucionaria decidieron visitar el lugar en donde Jesús había sido enterrado, demostraron con su movilización la continuidad de un proyecto solidario que ni la muerte puede detener.
¡Estas mujeres no le tenían miedo al Imperio Romano ni mucho menos a sus lacayos de la religión dominante!
Interesante en este proceso de subversión es que este operativo estaba organizado y dirigido por mujeres, esas discípulas de Jesús que la Iglesia ha ignorado buscando la manera de ubicarlas en la invisibilidad.
Todo esto por supuesto para buscar una manera de justificar la teología de la supremacía masculina. Definitivamente Jesús tenía una manera de pensar y de accionar feminista radical y esto hay que resucitarlo.
También me parece que de frente a las atrocidades guerreras que estamos viviendo tendríamos que declarar la necesidad de resucitar la verdad. Esa que ha sido víctima en todo este asunto de la guerra genocida contra el pueblo de Afganistán y de Irak y en donde el gobierno de Estados Unidos directamente y el resto del mundo con su indiferencia, hemos asesinado a más de un millón de seres humanos y otros miles arrestados, secuestrados, encarcelados y torturados.
Con la mentira de exportar democracia y liberar a la gente, las mentiras en los medios de comunicación, con la bendición de las instituciones religiosas, mercadean la desinformación como medida de control a través de la opresión y exclusión. Que no se nos olvide, fue con la mentira que se justificó el arresto, crucifixión y asesinato de Jesús.
Por último, y no menos importante, quiero presentar la necesidad de resucitar la paz con justicia. Los asesinos feroces de este proyecto de Dios son quienes erróneamente aman el capitalismo, colonialismo, imperialismo, sexismo, individualismo, dogmatismo, heterosexismo, racismo, militarismo, por solo mencionar algunos demonios. ¡Esto hay que eliminarlo!
Por lo tanto, como la cruz también puede ser un símbolo de liberación, sigamos creyendo en la resurrección que tiene la capacidad de subvertir la injusticia y convertirla en la liberación del pueblo. ¡Jesús vive, la lucha sigue!