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Adital
Ponencia de Sofía Chipana Quispe, 21 de octubre, el tercer día de las Jornadas Teológicas Andinas en Bogotá, Colombia
Introducción
En este compartir quiero evocar la memoria de las antepasadas y antepasados que habitaron en nuestra región andina, que nos legaron como herencia: sabidurías, espiritualidades, vivencias, arte, ritos, espacios sagrados y mitos milenarios, que nos ayudan a reconocernos descendientes de las culturas milenarias.
Para abordar los desafíos y tareas de la Teología India, usaré el método de la Teología Latinoamericana: VER, JUZGAR, ACTUAR Y CELEBRAR. Método que de algún modo recoge la perspectiva indígena, que acude a las fuentes, para repensar cómo estamos hoy, y para encaminarnos a un futuro inspirado, soñado y deseado. Por otra parte rescatamos, la dimensión celebrativa es muy fuerte en la espiritualidad indígena, pero no se celebra mientras no hay motivos para ello, por lo que la mirada introspectiva es importante, para medir en qué medida se ha transitado por el Qapac ?an, el camino de la Sabiduría que posibilita el Sumaj Kausay, Suma Qamaña.
I. La emergencia de los pueblos indígenas
«Nos damos cuenta de que somos una fuerza gigantesca y cada vez tomamos más conciencia, y que es inevitable el despertar del Gigante dormido sometido en siglos de opresión y humillación??.
Declaración política. VIII ampliado de la CSUTCB(1). Sucre 27 de febrero 1986
Me parece apropiado usar la metáfora del gigante para expresar la presencia significativa de los pueblos indígenas, que no se trata de un despertar reciente, sino se trata de la vivencia de los pueblos que no claudicaron en sus luchas cotidianas de sobrevivencia, luchas silenciosas y anónimas que mantuvieron la esperanza y fortaleza de muchas generaciones que nos transmitieron los sueños de una tierra sin males.
En estos tiempos, no podemos negar que asistimos a la irrupción de muchos pueblos indígenas marginados y explotados por siglos; hoy sus voces y presencias se hacen sentir con fuerza, porque vienen exigiendo sus derechos colectivos, derechos a ser ellas/os mismas/os, a conservar la polifonía de sus lenguas y culturas, a cuidar y defender sus tierras y territorios, a preservar su autodeterminación, a luchar por una educación de calidad, a velar por el reconocimiento de sus espiritualidades y prácticas religiosas propias. Y como dice Xavier Albó, su «despertar ¿debe ser motivo de pánico o de esperanza???(2).
Sin embargo, el despertar de los pueblos indígenas no se da del mismo modo, por ello es importante, recordar lo que se plantea en la introducción de la declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas: «la situación de los pueblos indígenas varía de región en región y de país en país y que se debe tener en cuenta la significación de las particularidades nacionales y regionales de las diversas tradiciones históricas y culturales??(3).
Por lo tanto, no se tiene que limitar la mirada a las poblaciones indígenas numerosas, sino a las presencias significativas de comunidades indígenas a lo largo del mundo, que exigen sus derechos dentro de la sociedad y dentro de las iglesias demandan una reflexión teológica que considere su espiritualidad.
A su vez, no podemos ignorar la resistencia de muchos pueblos indígenas en éstos últimos tiempos, frente a la amenaza que suponen las empresas transnacionales, los proyectos hidroeléctricos, empresas mineras, agroforestales, petroleras y otros avalados por los Estados Nacionales en nombre de un supuesto «desarrollo?? para unos cuantos, en desmedro de la vida misma de las comunidades indígenas.
Y otra realidad que no puede pasar inadvertida, es la migración como búsqueda de una vida digna, ya que la presencia de indígenas que con su cultura a cuestas irrumpen en los diversos espacios urbanos, a la vez que enriquecen estos espacios, corren el riesgo de vivir el desarraigo de la tierra de origen y la pérdida de valores ancestrales.
II. El desafío de la iglesia frente a la presencia indígena
El proceso de apertura y cambio para el mundo católico, indudablemente fue el Concilio de Vaticano II (1965) que propuso abrir las ventanas de la iglesia para que entrara un aire fresco que revitalizara la vida de los y las creyentes, que animó a la recreación de la vivencia eclesial del mundo occidental, los mundos asiáticos, africanos y latinoamericanos.
Por otra parte la Teología de la liberación, saca en el escenario del quehacer teológico, al pobre como sujeto de la teología. En dicho proceso teológico, los y las indígenas estábamos catalogados como pobres, de manera que nuestra situación cultural y espiritual no eran consideras. Sin embargo, el proceso de identificación como sujetos históricos se hizo evidente conforme los indígenas analizaban su situación social y pastoral después de un proceso de reflexión en los diversos espacios eclesiales, llegando a la conclusión de que su cultura oprimida clamaba liberación.
Aunque se hizo un esfuerzo, por reconocer las diferencias culturales de los pueblos indígenas, surge un desafío mucho mayor, pasar del reconocimiento de lo pluricultural que tolera y armoniza las diferencias, a un diálogo intercultural que enriquece nuestra convivencia, sin que haya una cultura dominante, sino que haya una relación simétrica, en la que haya una valoración y sensibilidad por la espiritualidad indígena que por mucho tiempo fue considerada como religiosidad popular, un sincretismo, o en algunos casos una «idolatría??. Pero por la experiencia que viven nuestros pueblos, nos atreveríamos a plantear que no se trata de un sincretismo religioso en Los Andes, sino de una religión compartida. Muchos de las y los indígenas, no pudieron rechazar los valores religiosos predominantes y decisivos para la estructuración de la sociedad colonial que los excluía cada vez más, por ello aceptaron la religión oficial, pero sus corazones seguían adheridos firmemente a su espiritualidad, y la vivieron clandestinamente. Y con el tiempo algunas prácticas cristianas adquirieron su espacio y su importancia, lo mismo que la espiritualidad indígena tiene sus tiempos y sus espacios.
III. Tejer la espiritualidad indígena con hilos rotos y quemados
Hasta ahora vemos que la Teología India hizo un proceso, que se evidencia en las diversas experiencias en las diversas regiones de Abya Yala, fortalecida en algunas regiones por la emergencia de los movimientos indígenas que se posicionan y cuestionan el sistema político, económico y religioso. Pero quedan muchas tareas pendientes por asumir y desafíos que enfrentar.
Tareas de la Teología India:
-Superar la valoración de lo indígena vinculado al área rural; porque los desplazamientos migratorios del campo a la ciudad, realidad muy frecuente, provocan la necesidad de acercarse la espiritualidad indígena que se recrea en los espacios urbanos, en la que nos encontramos migrantes de segunda y tercera generación buscando valorar nuestra identidad andina, buscando vivir procesos de reconciliación con nuestra identidad.
-Una gran tarea que tenemos las nuevas generaciones de teólogas y teólogos indígenas, es como dice la sabia maya Ernestina López, es «rescatar los hilos ancestrales rotos, quemados y tejer creativamente nuestra espiritualidad indígena??(4), en diálogo con la espiritualidad cristiana.
-En los procesos de reflexión en torno a la Teología India, una tarea a que estamos invitadas /os a asumir es zambullirnos en las profundidades de nuestros pozos, para beber las sabidurías de nuestra ancestralidad expresadas en: los mitos y leyendas, historias aún contadas, cantos aún cantados, el folklore, las expresiones de las danzas, los proverbios, los tabúes, lamentos, códigos éticos, símbolos, alegorías, metáforas, imaginación, mapas, códigos, que reflejan una nueva visión de la vida.
-Mayor profundización de las cosmovisiones y espiritualidades indígenas, quizá prestándonos las herramientas de la Fenomenología Religiosa, para poder diseñar algunos esbozos de teología India.
Desafíos de la Teología India
-Desde la Teología India, tenemos el desafío de hacer frente a la cosmovisión moderna individualista que desde un pensamiento antropocéntrico y androcéntrico patriarcal, muchas veces fundamentados en los discursos teológicos que responden a una lógica dominante, ha separado a los seres humanos de la naturaleza y ha legitimado la colonización, y represión de los pueblos indígenas. Por lo tanto el desafío, es que desde las espiritualidades indígenas, compartamos nuestras cosmovisiones, que perciben la realidad vivida de manera inter-conectada e inter-relacionada. Esto otorga una visión holística que es plural, centrada en la vida y en la tierra, que nos lleva al compromiso a la deconstrucción de constructos teológicos que buscan presentarse como un solo modo de reflexionar la teología.
-Reconocer que las espiritualidades ancestrales desafían a reconstruir desde las cosmovisiones cosmocéntricas y sabidurías diferentes, una teología que supera los dualismos, espíritu/materia; negro/blanco; dentro/fuera, cielo/tierra, por el fuerte sentido de la inter-relación con la tierra y la vida de las otras/os seres, que otorga una visión holística, centra en la vida y en la tierra.
-Asumir el desafío de repensar el diálogo inter-religioso con las espiritualidades de los pueblos indígenas, en América Latina.
-Iniciar un proceso de mutuo conocimiento e interacción de las espiritualidades y sabidurías indígenas de diverso espacios de nuestra región, que por mucho tiempo adquirió un matiz andino y excluyó lo amazónico, con el apoyo de líderes indígenas, teólogas/os indígenas, sabios/as.
-Dialogar sobre las características comunes de las diferentes expresiones de espiritualidad indígena.
-Explorar una reflexión teológica que vaya más allá de un discurso teológico racionalizado, e intérprete creativamente la sabiduría y espiritualidad indígena.
IV. Celebramos la emergencia de las y los indígenas, como sujetos y no objetos
-Celebrar que pese a diversas presiones eclesiales oficiales, se sigue fortaleciendo el encuentro de las hermanas y hermanos del Sur de Perú y la zona quechua y aymara de Bolivia, y gracias a ésa resistencia esta semana se celebró el XXI Encuentro de Teología y Pastoral Andina, congregadas/os en Ilave, Puno, reflexionando las imágenes de Dios en el contexto andino.
-Celebramos los frutos sabrosos de la espiritualidad que gestan nuestras/os hermanas/os indígenas que se desplazan en los diversos espacios de la Madre Tierra guiados por el sueño de: una casita digna, buena alimentación para sus familias, formación de sus hijas e hijos y muchos sueños más que alimentan su travesía.
-Celebramos que en nuestro caminar descubrimos que el árbol ancestral se había cortado, maltratado las ramas pero no se logró eliminar las raíces; por ello, resurgen los pueblos y sus proyectos revitalizando su identidad y convirtiéndose en alternativas frente a un mundo globalizado.
-Celebramos la memoria de nuestras/os ancestras/os que nos acompañan, porque somos conscientes de beber constantemente de las profundidades de nuestros propios pozos la sabiduría para enseñar a las nuevas generaciones, que hoy constituyen el presente necesitado de nutrirse de los frutos sabrosos de nuestras culturas milenarias para tejer sus sueños y sus proyectos de esperanza.
-Celebramos la esperanza contra toda esperanza, de nuestros pueblos indígenas pueblos indígenas que posibilitan el Qapac ?anque encamina hacia la vivencia del Sumaj Kausay, el Suma Qamaña, en la inter-relación con nuestra gran casa común, la Tierra concebida como Pachamama, Madre Tierra que busca ser cuidada y recreada.
-Celebramos la presencia de un Dios de la Vida que traspasa todas las fronteras religiosas y se deja nombrar desde las diversas lenguas y con nombres propios.
(1) Sigla de la Confederación Sindical ?nica de Trabajadores Campesinos de Bolivia.
(2) Xavier Albó. El gigante despierta. Cuarto Intermedio 77 (2005), 25 ? 26.
(3) ONU. Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. 2008, p.1
(4) Encuentro de Teólogas Indígenas de Abya Yala. Berlín ? El Salvador. 29 de noviembre del 2009.