Lo que quiero explicar hoy tiene mucho que ver con la Navidad, la fiesta del consumo. Y sabemos que el consumo0 actual está basado, no sólo en la economía, sino además en la tecnología: lo que compramos y consumimos, si no tuviéramos la tecnología que tenemos, sería sencillamente impensable e imposible. Por eso, en estos días, además de ángeles y pastores, de Belén y Nazaret, hay que hablar de economía y de tecnología.
Se entiende por hombre «no-económico» a los seres humanos que existieron hasta unos cinco mil años antes de Cristo. Los hombres de aquellos tiempos eran cazadores-recolectores, que vivían de lo que la naturaleza producía espontámeamente. Entre otras cosas, los hombres de aquellos tiempos necesitaban, para la supervivencia, la «movilidad». No tenían más remedio que ir de un lado para otro, en busca del alimento que necesitaban para sobrevivir. Consecuencia: aquellos hombres vivían del «desprecio de las cosas»: ningún apego a los objetos, ni les interesaba para nada la riqueza. Todo lo que para nosotros es «riqueza», para los cazadores nómadas era «estorbo», una carga insoportable. Esta situación se mantuvo durante miles de años. Hasta unoa cuatro mil años antes de Cristo.
En el III milenio (a.C.) se inicia el gran cambio. Aparecen los primeros signos de la «Civilización», que nació a causa de las primeras técnicas: sistemas de regadío, asentamientos urbanos. Esto empezó a ocurrir en Oriente Próximo, concretamente en Mesopotamia. Y fue entonces cuando aparecieron una serie de fenómenos, procesos culturales e instituciones que (de una forma u otra) han perdurado hasta nuestros días. Lo más llamativo que aparece, con la llamada civilización, son las desigualdades económicas, las jerarquías verticales, el poder de unos hom bres sobre otros, las dominaciones despóticas, las religiones.
De lo dicho se sigue una consecuencia patética: el proceso que surge de la civilización prueba que la evolución tecnológica y la evolución social pueden «disociarse». Y, de hecho, se discociaron, avanazando en sentido inverso: la evolución tecmológica como progreso; la evolución social como degradación (María Daraki). Hasta que hemos llegado a la peligrosa cumbre en que ahora estamos inestablemente instalados. Porque, cuando hemos alcanzado el mayor progreso tecnológico, hemnos hundido a este mundo en la pero degradación social. Y lo más grave del asunto es que a esto ya no se le ve solución. Porque no podemos detener el crecimiento tecnológico. Pero hacemos eso a sabiendas que con ello ahondaremos más y más las desigualdades sociales.
Se ha dicho, seguramente con todo acierto, que el Próximo Oriente antiguo fue el teatro de dos acontecimientos excepcionales: la Revolución Tecnológica antigua y el nacimiento del Monoteísmo. Estos dos mega-acontecimientos están unidos entre sí. El segundo tendría que haber sido la réplica al primero. Pero no lo ha sido. Porque el hecho es que el «hombre-económico» y sus tecnologías han sido más fuertes que la Religión monoteísta. Al menos, hasta este momento. Seguiremos hablando de esto.