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Bogotá, jueves 27 de julio de 2017
Amigas y amigos de las Utopías de Jesús de Nazaret:
Noches y buenas.
Ustedes recibieron el 20 de julio, un texto de mi autoría con el siguiente título: «No fue mártir de la fe sino del Partido Conservador», con relación al sacerdote Pedro María Ramírez, llamado «Mártir de Armero».
El 23 de julio recibí un texto-respuesta, de parte del politólogo Pedro Valenzuela, PHD, profesor de la Universidad Javeriana y sobrino-nieto del sacerdote Pedro María. Hace varias anotaciones sobre mi texto. Y solicita que envíe su respuesta a las lectoras y lectores de INFO-DOC-UTOPÍAS. Cosa que hago con gusto.
Obvio, yo debía responder a las anotaciones del profesor Valenzuela. Por lo tanto adjunto también mi respuesta.
Pienso, por convicción, que este tipo de debates es positivo. En este caso se reabre un «pecado» de la Eclesiástica de Colombia, es decir, obispos y clero, contra cristianos liberales, en su gran mayoría pueblo común y corriente.
La Iglesia como Pueblo de Dios estaba dividida entre conservadores y liberales. Se puede afirmar que los liberales también fueron bautizados y creyentes. Y una enorme mayoría, practicantes de la misa dominical. Como hoy.
Envío nuevamente el texto original para facilitar su lectura a quienes estén interesad@s en esta cuestión-problema- tema
Gracias por su comprensión, Héctor A. Torres Rojas
III. A propósito de la visita de Francisco-Papa
No fue mártir de la fe sino del Partido Conservador
Héctor Alfonso Torres Rojas. Licenciado en Teología y en Sociología
El sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, mártir del Partido Conservador y NO mártir de la fe, será beatificado por Francisco-Papa, posiblemente en Villavicencio, según Comunicado de la Conferencia Episcopal. No hay ningún documento o testimonio en que conste que fue martirizado y asesinado por su fe, por ser creyente, por ser sacerdote, por creer en Jesús de Nazaret, por predicar el Evangelio.
Fue un crimen político, repudiable, sí. Y condenable. Pero fue asesinado por perseguir las ideas y a los militantes liberales. Por predicar e imponer el “credo” conservador, en un municipio campesino de católicos liberales.
Los sectores tradicionales, eclesiásticos y políticos, le han metido un enorme gol al Vaticano, y ante todo al Papa Francisco, que viene a colaborar en la RECONCILIACIÓN. Francisco-Papa no merece semejante golazo.
Cabe una pregunta: ¿Existirá algún tipo de relación entre funcionarios del Vaticano que están contra del Papa y sectores eclesiásticos muy tradicionales del país, para hacer quedar mal a Francisco-Papa?
Las críticas le van a llover al Papa, aunque no se mencione su nombre. Ya le están lloviendo, como lo muestra este artículo
El joven sacerdote Pedro María Ramírez Ramos. Foto EL TIEMPO.
El sacerdote Ramírez Ramos, nació en el municipio de La Plata (Huila), en 1899. En 1915 entró al seminario en Garzón, y luego fue al seminario Mayor de Ibagué. Fue ordenado sacerdote en 1931. El 10 de julio de 1946 fue nombrado párroco de Armero, un municipio campesino, de mayorías radicalmente liberales. El Obispo envía a un sacerdote radicalmente conservador. Fue asesinado a machetazos, al final de la tarde del 10 de abril de 1948.
Con la información de la beatificación, divulgada por la Conferencia Episcopal, empezó el debate. Y con la ceremonia religiosa de beatificación, se profundizarán aún más las críticas negativas para la Institución Eclesiástica, que promovió y permitió semejante adefesio. Se re-abre una enorme herida que parecía cerrada. Las nuevas generaciones sabrán de las muy graves relaciones y de las muy estrechas vinculaciones de obispos y clero, con el Partido Conservador, desde 1886 hasta 1958. De su participación en la etapa que llamamos “La Violencia” (1946-1958), etapa en la cual obispos y sacerdotes predicaron odio contra los liberales y colaboraron con los conservadores en la persecución de liberales. En 1958, con la creación del Frente Nacional, la Jerarquía y un amplio sector del clero quedó bajo la protección de los dos partidos. Y así sigue hasta nuestros días.
Reacciones en contra de su beatificación
De Gloria Gaitán, hija del mártir del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán, quien se había ganado la simpatía del pueblo liberal, por su capacidad de crítica sobre la situación del país. Hombre inteligente, abogado, con estudios en Roma, fue un orador nato. Defensor de campesinos, de trabajadores, de la población. Fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Ministro de Educación, Senador, Jefe Único del Partido Liberal en 1947 y se había postulado como candidato presidencial.
Solía repetir: “Yo no soy un hombre. Yo soy un pueblo”. Y también: “Si avanzo, seguidme. Si retrocedo, empujadme. Si me matan, vengadme”. Logró reunir hasta cien mil personas en sus concentraciones. Fue asesinado en el centro de Bogotá, el 9 de abril de 1948, a la una de la tarde. Tenía 50 años. Su asesinato causó toda una revolución citadina y cuasi nacional. Las revueltas populares duraron dos semanas.
Gloria, en carta al Vaticano, transcribe apartes de la “Oración por la Paz”, en 1947, donde Jorge Eliécer denuncia las acciones violentas de sacerdotes contra ciudadanos liberales.
Cito: ““En los memoriales de agravios que mi padre le presentó al presidente genocida, Mariano Ospina Pérez, se consignan muchas de esas atrocidades eclesiásticas. Por ejemplo, se lee en el memorial de 1947:
– “En Málaga el cura párroco, señor José Hipólito Rojas, el 11 de abril promovió una asonada contra los elementos liberales de esa población”.
– “El 18 de mayo (en Cucutilla, Norte de Santander) fueron atacados a bala en descargas cerradas, hechas desde las ventanas de la casa cural”.
– “Con fecha 13 de mayo, de la misma población (Cucutilla) me informan que al día siguiente de hecho tan grave como el asesinato del señor Roberto Arias, desde los balcones de la casa cural, se hizo fuego en forma alevosa contra los elementos de filiación liberal”.
– “De Herveo (Tolima) me comunican el 4 de mayo que el Párroco de ese municipio, Josías Tello, desde el púlpito, invita a la masacre contra el liberalismo y condena como ateos a los lectores de Jornada”.
Jornada era el diario vocero del gaitanismo que anota el 5 de febrero de 1948: “El cura de esta parroquia (Génova, Caldas) resolvió tomar el camino de los carlistas de Santander del Norte. Ahora, como Cote, Ortiz y Afanador, convierte el sagrado púlpito en tribuna de agitación política y de diatriba. No escapa ya una sola oportunidad en que dirigiéndose a los fieles católicos los azuza contra los liberales, inculcándoles los más innobles sentimientos de venganza y de retaliación. Son muchos ya los casos de graves choques presentados por este motivo entre gentes honradas””…
EL TIEMPO
“Beato del fanatismo y la intolerancia”
En la columna de opinión, OPAColumnista, en el periódico La Nación, de Neiva, el 11 de julio de este año, Miguel De León, escribió una nota con el siguiente título: ““Beato del fanatismo y la intolerancia”. Y añade: «El 9 de abril de 1948 el mártir venía de visitar unos enfermos cuando percibió alboroto en las calles, llegando a la casa cural se entera de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. Las turbas llegan efectivamente hasta su puerta, apedreándola. Luego de las cinco de la tarde, las masas ebrias rompen a machete la puerta, piden a las monjas del convento y al sacerdote que entreguen las armas que tienen ocultas. En tanto, buscan destrozar el lugar y atacan con machete al sacerdote, su cuerpo fue arrastrado por el pueblo»”.
Foto EL TIEMPO
“Armero era por entonces bastante liberal”
En alocución “La maldición que un sacerdote lanzó sobre Armero en 1948”, artículo publicado en el portal “Las2Orillas”, tomado de BLU Radio, el 9 de julio de 2017, el antropólogo y profesor universitario Leonardo Nieto afirma: “Armero, por ese entonces, era bastante liberal, grupos de izquierda tenían asentamiento fuerte en Armero y sus alrededores… La llegada de este padre cambió la dinámica del pueblo, porque distinguía a las personas de acuerdo a su preferencia política. Esta situación generó bastante malestar en el municipio… En ese contexto político tan complejo, el padre Pedro María Ramírez se enfrentó a los propios habitantes de Armero y fueron ellos quienes lo asesinaron. La población tenía una percepción negativa por su carácter conservador, razón por la cual el religioso falleció a manos de la turba, como un mártir… Tras la muerte del padre, el Obispo de Ibagué declaró a Armero en estado de “entredicho”, es decir, no se asignó otro padre a la población, ni se podían celebrar comuniones o bautizos”… (http://www.bluradio.com/115587/la-maldicion-que-un-sacerdote-lanzo-sobre-armero-en-1948)
Testimonio del sacerdote retirado Daniel Guzmán, en diálogo con Héctor Torres
Daniel, como seminarista mayor, en Ibagué, conoció al sacerdote Pedro María, cuando el clero iba a retiros espirituales al Seminario Mayor. Luego vivió el Concilio Vaticano II como asesor del Obispo de Ibagué, Monseñor José Joaquín Flórez, durante las 4 sesiones del Concilio, en Roma.
Me comentó Daniel: ““Lo conocí en el Seminario de Ibagué. Yo era seminarista y los sacerdotes llegaban a hacer retiros espirituales. Era muy piadoso. Tenía mucho sentido de la oración y de la piedad. Andaba por los corredores del seminario con el rosario en las manos.
Dentro del tema de ese entonces, la cuestión era partidista. Armero era un municipio muy liberal. Posiblemente en sus homilías se fue a las derechas. Para decirlo en términos de hoy, había mucha polarización.
La actividad pastoral se contaminó de la política partidista. Y hablar en un municipio lo que el pueblo no quiere oír, es peligroso. Y mucho más en un Armero liberal. De oídas escuché que Pedro María estaba inclinado al Partido Conservador.
Yo viví el 9 de abril encerrado en el Seminario, y sentimos horror por lo que pasaba. Esperábamos que entraran a matarnos. Nos tacaron 8 días de ayuno porque nadie salía a comprar. No había mercado.
En ese contexto, una anécdota. Existía una alacena donde los seminaristas guardaban el comiso que les llevaban sus familias. Los seminaristas de Ibagué y municipios cercanos eran visitados con más frecuencia y recibían achiras, pan, dulces… Por la falta de alimentos asaltamos la alacena”.
Iglesia y Sociedad en Colombia. Funciones sociales y funcionamiento de la institución católica. 9 de abril de 1948.
Tal es el título de la tesis del sacerdote Rodolfo Ramón de Roux, S.J., para obtener el doctorado de Tercer Ciclo, en Paris, publicada en 1981. Analiza el contexto colombiano que permite entender el porqué del asesinato del sacerdote Ramírez Ramos.
“Que mueran los curas”
““En el 9 de abril se tocaron los puntos más álgidos en el mecanismo social colombiano: el político y el religioso. También la Iglesia entró en ese divorcio de clases dirigentes y el pueblo, que dejó al descubierto una revuelta que tan pronto comenzó tomó un cariz antirreligioso.
Por regla general la Iglesia apoyaba a los conservadores y la mayoría de los curas eran miembros o simpatizantes del partido de Ospina Pérez. Se comprende entonces que la institución eclesiástica haya sido un blanco favorito de los amotinados que la veían como parte del régimen dominante, como brazo eficiente del sistema que controlaba sus vidas.
Las bandas armadas se ensañaron contra todo lo eclesiástico cuando circularon rumores que los sacerdotes católicos estaban apoyando al gobierno a contrarrestar la revuelta disparando desde las torres de las iglesias””. Pág.129.
De Roux enumera los daños eclesiásticos en Bogotá: fueron asaltadas y reducidas a cenizas la Nunciatura, el Palacio Arzobispal, la Catedral fue profanada, la Universidad Javeriana Femenina arrasada. Asaltado e incendiado el colegio de La Salle. Los templos: La Capuchina, Las Nieves, Santa Bárbara, San Agustín, San Ignacio, La Candelaria,… fueron abaleados o con intentos de incendio. Además numerosas casas curales, conventos y colegios””. Pág.130
“Nunca antes se había visto en Colombia una revuelta social de tanta violencia y magnitud como la del 9 de abril. Ese día reveló, por unas horas fugaces, la existencia de profundos desequilibrios sociales… Si socialmente el 9 de abril fue una confrontación de clases, políticamente fue una lucha entre conservadores y liberales””… Pág. 134-135.
Relato del contexto del asesinato a machete del sacerdote, por el muy reconocido historiador Gonzalo Sánchez, en su libro “El bogotazo fuera de Bogotá”. “Gaitanismo y 9 de abril fuera de Bogotá”, 2008, pág.127-132.
Es cribe el autor: ““El macabro asesinato del sacerdote Ramírez Ramos, por el contrario, no admitía atenuantes: hería la sensibilidad religiosa nacional y nadie con motivaciones políticas serias podía justificarlo. Los hechos se desarrollaron de la siguiente forma. Durante la tarde del viernes, hacia las cinco, se generalizó la creencia de que en la casa cural y en la Iglesia había un depósito de bombas, lo que originó una primera requisa en la sede parroquial y relativo apaciguamiento de los ánimos al comprobarse infundada la sospecha. Al día siguiente, sábado en la tarde – y esta vez parece que con probadas razones—se regó la noticia de que grupos conservadores armados se habían atrincherado en el centro religioso y del clérigo y “tenían bombas para tirarle al pueblo”.
Como consecuencia de la alarma, grupos de curiosos y de amotinados blandiendo peinillas se acercaron al lugar y fueron sorprendidos con detonaciones que aseguraban provenían del interior de la Iglesia. El destino trágico del párroco estaba decidido, aunque su consumación se produjo solo después de dos horas de un intenso y confuso tiroteo en que tomaron parte “grupos enormes (que se ubicaron) frente a la casa cural. El cura, como es de suponer, intervenía políticamente en la política local, de lado del partido conservador, lo cual, durante el proceso judicial que se adelantó fue ratificado por diversos testimonios, incluyendo alguien de aquella misma turba que intentó defender no solamente al cura sino también las pertenencias de la Iglesia, aduciendo que “la revolución no es para robar”. La multitud que después el Alcalde calculó en unas mil personas, se abalanzó luego contra el Colegio de las Hermanas Cristianas, e incluso trató de linchar al sacristán de la parroquia…
…Ocho personas fueron llamadas a Consejo Verbal de Guerra en Bogotá… De las ocho, cuatro tuvieron las más altas sentencias condenatorias que hayamos encontrado con motivo de los hechos del nueve de abril en el país: Más de 20 años de prisión cada uno.
El Obispo de Ibagué, por su parte, castigó a la población declarándola en entredicho por seis meses, lo que implicaba la prohibición de ingreso al templo y la suspensión de oficios religiosos en el mismo. La medida fue complementada con la excomunión de los autores materiales, intelectuales y cómplices de los hechos ocurridos.
Este sentimiento anticlerical, que fue componente tan importante del 9 de abril en el Tolima, tenía seguramente explicaciones locales o regionales muy precisas; pero obedecía también a un contexto más general dado por lo que acontecía en Bogotá. Desde la capital se había levantado la acusación, se discute si temeraria o cierta, que había francotiradores en las torres de las iglesias. Dentro de la lógica sin intermediaciones que se impone en las acciones colectivas, se concluyó inmediatamente: “los curas están en la contrarrevolución”… Rodolfo de Roux ha demostrado, en efecto, cómo el número de sacerdotes encarcelados, confinados o vejados, en el país, sobrepasó el centenar, con la población más alta en Cundinamarca, incluida Bogotá, y en el Tolima. Para Tolima enumera 10 casos… A la lista podemos agregar otros cuatro””.
Terminando este texto, encontré que El Tiempo, del martes 18 de julio, publicó un artículo con el siguiente título:
Polémica tras anuncio de beatificación del ‘mártir de Armero’
“Anuncio del Vaticano de beatificar al padre Pedro María Ramírez tiene voces a favor y en contra”.
“Queremos que investiguen más y no vayan a terminar santificándolo”
La ceremonia de beatificación de Pedro María Ramírez la realizará el papa Francisco en su visita de septiembre a Colombia.
Foto AFP/EL TIEMPO
““….De acuerdo con Alfenibal Tinoco, presidente de FedeArmero, asociación que reúne a los armeritas sobrevivientes de la tragedia del 13 de noviembre de 1985 que hacen parte de diferentes colectivos en el país, no todos están de acuerdo con la beatificación del párroco. “Estamos en contra porque los armeritas no conocemos de él ninguna obra que favorezca –explica Tinoco–, desde el punto de vista de la fe, a la gente. A él no se le conoció ninguna gestión favorable”.
Lo que cuenta Tinoco, a sus 73 años, es lo que escuchó de sus mayores. Según este hombre, en Armero no todos estaban de acuerdo con la forma de predicar del padre Ramírez. Pero otros ciudadanos aseguran que el ‘mártir de Armero’ sí les ha concedido milagros.
“Durante sus sermones, él decía que los liberales eran demonios, pecadores, que no tenían alma. Estamos en contra de su beatificación por el hecho de que se diga que es el ‘mártir de Armero’, porque no es mártir, a él lo mataron porque él tenía una misión específica y era defender un partido”, dice Alfenibal.
Según el presidente de FedeArmero, durante sus sermones, este padre llegó a generar odios entre liberales y conservadores. “Queremos que investiguen más y no vayan a terminar santificándolo, cuando por causa de sus sermones se produjeron muchas muertes de personas en Armero, muchos liberales fueron asesinados por causa de él”….
Alfenibal Tinoco asegura que durante la próxima semana se iniciará la redacción de una carta para enviar al Vaticano, en la que le pedirán a la Iglesia católica investigar mejor la historia del padre Ramírez. “Queremos enviar un documento al Vaticano para manifestar nuestra inconformidad, no encontramos un ejercicio de ese padre para que sea canonizado”, resalta Tinoco””.
Héctor Alfonso Torres Rojas, Licenciado en Teología y Sociología
Bogotá, Jueves 20 de Julio de 2017
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Texto de Pedro Valenzuela a Héctor A. Torres, sobre el artículo:
“No fue mártir de la fe sino mártir del Partido Conservador”
Las lectoras y los lectores encontrarán enseguida el texto del profesor Pedro Valenzuela, y luego los comentarios de Héctor A. Torres
El sacerdote Pedro María Ramírez Ramos es tío-abuelo del profesor Valenzuela
Domingo 23 de julio de 2017
Estimado Héctor,
Le escribo con relación a su correo reciente sobre el Padre Pedro María Ramírez Ramos, mi tío abuelo.
Nunca lo conocí, pues nací varios años después de que fuera asesinado en Armero. Por supuesto, crecí oyendo de familiares, amigos, conocidos y decenas de peregrinos historias sobre su vida y su muerte.
El padre Pedro María, como se resalta en todas las crónicas –las amarillistas y las serias– nació en el seno de un hogar muy conservador y católico. Mi abuelo y mi padre fueron dirigentes de ese partido en el Huila, y por esa razón la familia fue víctima de ataques a sus vidas y propiedades durante los aciagos años de La Violencia. Mi abuelo fue atacado, golpeado y apuñalado en Neiva, el 9 o el 10 de abril. Lo salvó un médico liberal, y liberales también ayudaron a otros familiares en los ataques que sufrieron en La Plata, de donde eran originarios. Era una familia prestante y respetada hasta por sus opositores políticos.
Desconozco los requisitos para la beatificación y si el padre Pedro María los reúne. Pero ese no es el punto de mi mensaje.
Leí con interés su correo. Y debo decirle que me sorprendieron la falta de rigor y el uso selectivo de las evidencias para respaldar afirmaciones tan contundentes como que el padre Pedro María “…fue asesinado por perseguir las ideas y a los militantes liberales”. Con base en esa afirmación, asegura –resaltado en rojo, para que no quede ninguna duda– que “Los sectores tradicionales, eclesiásticos y políticos, le han metido un enorme gol al Vaticano, y ante todo al Papa Francisco…” Y pregunta, además –a manera de insinuación apenas disimulada–, si no habría “…algún tipo de relación entre funcionarios del Vaticano que están contra del Papa (sic) y sectores eclesiásticos muy tradicionales del país, para hacer quedar mal a Francisco-Papa”.
Pero la evidencia para tan temerarias afirmaciones está ausente o es muy precaria. Usted comienza por señalar la relación del clero con el Partido Conservador y su participación en La Violencia, “etapa en la cual obispos y sacerdotes predicaron odio contra los liberales y colaboraron con los conservadores en la persecución de liberales”. Pero ¿cuál es la evidencia específica contra el padre Pedro María Ramírez que usted presenta? Veamos:
– Un testimonio de un ex sacerdote, que solo dice que el padre era “muy piadoso. Tenía mucho sentido de la oración y de la piedad. Andaba por los corredores del seminario con el rosario en las manos”. Y en el que se sugiere que “Posiblemente en sus homilías se fue a las derechas”, y que “escuché que Pedro María estaba inclinado al Partido Conservador” (énfasis añadido).
– Una carta de Gloria Gaitán al Vaticano, en la que su padre denuncia a varios sacerdotes por acciones violentas contra liberales. En esa carta no aparece por ningún lado el nombre de Pedro María Ramírez.
– Una columna en el periódico La Nación en la que se narra cómo “las masas ebrias” exigen a las monjas y al padre Pedro María “que entreguen las armas que tienen ocultas”. Pero no hay ninguna referencia a si esas armas de hecho estaban ahí, y mucho menos a si el padre Pedro María estaba involucrado. (En el párrafo siguiente, señalo lo que Gonzalo Sánchez afirma al respecto).
– Apartes de un libro de Gonzalo Sánchez que narran el asesinato del padre. En ellos se afirma que la creencia generalizada “de que en la casa cural y en la Iglesia había un depósito de bombas” resultó “infundada” (énfasis añadido). Pero que al día siguiente, “y esta vez parece que con probadas razones, se regó la noticia de que grupos conservadores armados se habían atrincherado en el centro religioso y del clérigo y ‘tenían bombas’ para tirarle al pueblo”. La ligereza aquí ya no es suya, sino de Gonzalo Sánchez. Uno se imaginaría que un historiador tan respetado como Gonzalo aportaría pruebas de esas “sobradas razones”, pero no lo hace. Y de hecho no se atreve a afirmar si las detonaciones provenían del interior de la Iglesia. Pero inclusive si así fuera, la responsabilidad del padre no se aclara. En ese ambiente de confrontación, ¿permitió o estimuló a los grupos que disparaban a que se atrincheraran en la Iglesia? ¿Cómo es que llegaron las bombas no encontradas el día anterior, en un pueblo controlado por las masas liberales amotinadas?
– Una tesis del sacerdote jesuita Rodolfo Ramón de Roux “que permite entender el porqué del asesinato del sacerdote Ramírez Ramos”. En ella, no hay más que afirmaciones generales sobre el ambiente político de la época y la simpatía general de los curas con el gobierno conservador. No hay referencia al padre Pedro María. Ni siquiera a la situación de Armero.
Hasta ahora, lo único claro es que el padre Pedro María, además de ser muy piadoso, “tenía inclinaciones por el Partido Conservador”. Lo demás, son insinuaciones de alguien que “oyó” que el padre “distinguía a las personas de acuerdo a su preferencia política” (artículo de las 2 Orillas), y de un señor Tinoco que también “oyó” de sus mayores que “Durante sus sermones, él decía que los liberales eran demonios, pecadores, que no tenían alma”, y que “por causa de sus sermones se produjeron muchas muertes de personas en Armero, muchos liberales fueron asesinados por causa de él” (artículo de El Tiempo). Pero, curiosamente, usted no incluye un testimonio que contradice estas afirmaciones, pese a que se encuentra en el mismo artículo de El Tiempo del que usted toma una de las citas (omisión, estoy seguro, sin ninguna mala fe). Me refiero, específicamente, a esta cita: “Era buena gente, correcto, un sacerdote servicial, el problema es porque en esa época de tanta violencia se decía que los curas eran godos. En las misas nunca lo escuché ofendiendo a los liberales” (énfasis añadido).
Podría presentar muchos testimonios de personas que compartieron con él durante diferentes etapas de su vida que atestiguan que ni en privado ni en público promovió el odio del que se le acusa. Hay, por supuesto, una gran diferencia entre “estar inclinado por el Partido Conservador” y predicar odio y fomentar acciones violentas contra los liberales.
Sobre las versiones de la muerte del padre Pedro María tampoco “hay que tragar entero”. No le cortaron la cabeza, ni jugaron fútbol con ella, ni murió maldiciendo al pueblo y condenándolo a ser destruido, contrario a lo que aseguran “testigos” que lo “oyeron” de sus padres, originarios de Armero, a quienes usted, probablemente, les daría credibilidad sin más.
Finalmente, pasa por alto algunos elementos importantes contenidos en la tesis del padre De Roux y en el libro de Gonzalo Sánchez. Ambos afirman el odio generalizado hacia el clero en algunos ambientes liberales, lo que los convirtió en blanco de las multitudes. ¿Podría ser que el padre Pedro María fue asesinado como resultado de ese ambiente de odio de la época, en el que el clero en su totalidad se convirtió en blanco? No lo puedo asegurar, pero no me sorprendería, dado el contexto histórico: Una época en que tantos murieron por causa de lo que, en el lenguaje de la Investigación para la Paz, se conoce como “desindividualización” (atribuirle a una persona las supuestas características del grupo al que pertenece).
Pasé mi infancia en un ambiente conservador en el Huila y crecí escuchando anécdotas de La Violencia que, posteriormente, durante mis años de formación en ciencias sociales, me vi obligado a revisar. La Verdad, por supuesto, admite muchas versiones. Pero su responsabilidad cuando comparte reflexiones como esta es darle cabida a todas y ser mucho más riguroso con las evidencias. De rumores y “testimonios” se han alimentado los ciclos de violencia –especialmente en un país como este, donde se disfraza a campesinos y jóvenes pobres de guerrilleros para justificar su ejecución, se desacredita a organizaciones sociales y de derechos humanos como aliados de la insurgencia, y se descalifica olímpicamente o se asesina moralmente al contradictor.
He estado escribiendo la historia de la rama payanesa de mi familia, desde su llegada a Colombia a mediados del siglo XVIII, y he consignado en ese relato lo bueno y lo malo que la evidencia recabada me permite constatar. Y lo mismo haré cuando escriba la historia de la rama huilense, incluyendo la vida del padre Pedro María. Pero espero hacerlo con todo el rigor al que me siento éticamente obligado como profesional de las ciencias sociales y profesor de la Javeriana.
Aprovecho para agradecerle que nos comparta las «Utopías», siempre tan interesantes. Y le pido que por favor le dé a este mensaje la misma difusión que recibió el mensaje suyo que motivó esta respuesta.
Atentamente,
Pedro Valenzuela, Ph.D.
Profesor Titular
Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
Comentarios al texto de Pedro Valenzuela
A propósito del texto: “No es mártir de la fe sino del Partido Conservador”
Héctor Alfonso Torres Rojas, Licenciado en Teología y en Sociología
Con fecha del 23 de julio, recibí una respuesta sobre el texto que escribí sobre el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, con el siguiente título: “No es mártir de la fe sino mártir del Partido Conservador”. Pedro Valenzuela, como escribe en su texto, es sobrino-nieto del sacerdote. Además es Ph.D. Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, de la Universidad Javeriana.
Estimado Pedro:
Muchas gracias por su texto. Al leerlo no dudé un solo momento en contestar y en divulgar su texto, como usted mismo lo propone.
En relación con su texto, quiero hacer algunas anotaciones, para una mejor comprensión del “debate” sobre el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos. La tesis según la cual predicó con vehemencia contra los liberales, en Armero, viene de lejos en el tiempo. Ya son setenta y más años. Desde antes de su asesinato en 1948. El anuncio de su aceptación como “Venerable”, por El Vaticano, reabrió el debate. Pero mucho más la noticia de su beatificación por el Papa Francisco.
Cito varios titulares recientes y los más explícitos, que han nacionalizado el “debate”, sencillamente para mostrar que detrás sí hay una historia, porque su misiva afirma que falta historia. Son los siguientes:
1. Carta de Gloria Gaitán al Vaticano
2. Beato del fanatismo y la intolerancia, OPAColumnista, 11 de julio
3. La “maldición” que un sacerdote lanzó sobre Armero en 1948, BLU-Radio, 7 de julio
4. El mártir de Armero, el sacerdote que beatificará el Papa Francisco en su visita a Colombia. Un día después de la muerte de Gaitán, una turba linchó a Pedro María Ramos, un sacerdote conservador del Tolima que odiaba a los liberales. Por: Vicente Silva Vargas. Portal Las2Orillas, abril 14 de 2017.
5. “El cura que va a beatificar el Papa Francisco es el patrono de los sicarios”. La hija de Jorge Eliécer Gaitán se despacha contra la decisión del Vaticano de poner en camino de santidad a un sacerdote ue incitaba a matar liberales, Por: Gloria Gaitán Portal: Las2Orillas, Julio 10, 2017
6. Pelea por beatificación del llamado ‘mártir’ de Armero: ¿cura milagroso o agitador? Esa población del Tolima está divida porque unos señalan a Pedro Ramírez de encender la Violencia, y otros le atribuyen hasta sanaciones. EL TIEMPO, 2017/07/19
7. Polémica tras anuncio de beatificación del ‘mártir de Armero’. Anuncio del Vaticano de beatificar al padre Pedro María Ramírez tiene voces a favor y en contra. El Tiempo, 18 de Julio
8. La actividad pastoral se contaminó de la política partidista. Y hablar en un municipio lo que el pueblo no quiere oír, es peligroso. Y mucho más en un Armero liberal. De oídas escuché que Pedro María estaba inclinado al Partido Conservador. Entrevista con el sacerdote, retirado, de la Arquidiócesis de Ibagué, con Héctor Torres.
9. Matador, en el periódico EL TIEMPO
Su respuesta controvierte planteamientos que hago, pero no va al problema de fondo:
¿Por qué fue asesinado el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos?
No fue asesinado por sus convicciones teológicas y religiosas, y eso lo dejo claro en el texto: no consta que lo asesinan por creyente en Jesús de Nazaret, por predicar el evangelio, por decir misa…
Si no fue martirio por la fe, queda el martirio por convicciones políticas, como pienso que fue el hecho que da pie a esta correspondencia.
Los historiadores que consulté no conocen, hasta ahora, textos escritos, tipo homilías o cartas, que serían muy valiosas, para saber el pensamiento concreto que predicaba el sacerdote contra los liberales. Se afirma que lo asesinaron por actos, declaraciones y críticas públicas contra los liberales. Es una tradición oral que se inició el mismo día de su martirio, y ha pasado de boca en boca. Por ser oral, no es menos histórica. Como la historia de Jesús. Jesús no escribió NADA. Se formó una tradición, que comenzó a ser escrita unos cuarenta-cincuenta años después. No hay acuerdo entre los biblistas o exegetas.
Pedro recuerda que el sacerdote nació en una familia conservadora y católica: “nació en el seno de un hogar muy conservador y católico. Mi abuelo y mi padre fueron dirigentes de ese partido en el Huila, y por esa razón la familia fue víctima de ataques a sus vidas y propiedades durante los aciagos años de La Violencia”…
Se hace necesario recurrir, pues, a una matriz, a un paradigma, para poder interpretar la vida y las acciones del sacerdote. Esa matriz es la de una eclesiástica conservadora en su ideario teológico-político-social, militante en el Partido Conservador y defensora del Partido Conservador.
Hay consenso, entre las personas que han intervenido en el debate, ayer y hoy, en que las ideas político-sociales del sacerdote Ramírez eran conservadoras. Y Pedro lo reconoce. Nació en un hogar “católico” y “muy conservador”. En ese hecho no veo nada anormal, pero es fundamental.
Y ese “conservador” se podría tomar en tres sentidos. El primero, en un sentido amplio, es decir, la doctrina política conservadora que venía desde el Vaticano. En 1864, Pío IX hizo pública la encíclica “Quanta cura”. Al final se encuentra el Syllabus o listado-catálogo de errores modernos, que condena el Pontífice, bajo pena de excomunión. Los católicos que adhieran al modernismo liberal serán excomulgados. El “Syllabus” condena la democracia, la libertad de ideas, el socialismo, el sindicalismo, los partidos liberales, el libre pensamiento… Y sostiene la monarquía de Derecho Divino.
El segundo sentido es la aceptación, adaptación y prédica de los contenidos del “Syllabus” y el rechazo de la corriente modernista en la Iglesia del país. La Iglesia colombiana: obispos, sacerdotes y un sector del pueblo creyente fueron extremadamente obedientes al mandato Vaticano. Sin olvidar el temor a la excomunión, que se consideraba muy-muy grave por aquello del miedo al infierno…
El tercero lugar, la aceptación de las ideas y de los planteamientos conservadores en el sentido del Partido Conservador colombiano. Es decir, el matrimonio de la jerarquía y de la mayor parte del clero con el Partido Conservador. Hubo la prohibición eclesiástica de adherir al Partido Liberal.
Si no se parte de esa matriz, no se puede comprender el accionar del sacerdote en cuestión, ni la reacción anti jerarquía y anti clero de liberales colombianos.
Y entonces viene otra pregunta:
¿Por qué tanta cólera popular liberal cuándo la gente se amotina y va a la casa cural o donde estaba el sacerdote para asesinarlo?
Porque estaban cansados de sus prédicas anti-liberales en el sentido político-social, anti Partido Liberal y en pro del Partido Conservador.
Si no tenemos en cuenta la matriz expuesta, la historia del sacerdote Ramírez queda sin piso. Hay testimonios orales, que han pasado de boca en boca. Pedro parece desconocer la vertiente oral de la historia. La historia testimonial no escrita, cuenta mucho para los historiadores de hoy, es decir, los relatos de los abuelos y de los mayores. Desde la historia oral, el núcleo esencial, está vivo. Esas son las “evidencias directas” que reclama Pedro.
Van setenta años de historia oral sobre el núcleo central de las actuaciones contra los liberales por parte del sacerdote conservador Pedro María Ramírez Ramos, como de otros sacerdotes. Hacen porte de esa matriz o paradigma conservador, los obispos Ezequiel Moreno y Miguel Ángel Builes y un buen número de sacerdotes. Gonzalo Sánchez dice que en los días de la revuelta por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, más de cien sacerdotes fueron retenidos. Ezequiel Moreno fue canonizado bajo Juan Pablo II, con muchas críticas. Hay trámites a favor de Builes y del Arzobispo Ismael Perdomo, otras voces fuertes contra los liberales y defensores de los conservadores. El arzobispo Perdomo hasta proponía candidatos conservadores a la presidencia. Por su postura antiliberal, le quemaron el Palacio Arzobispal. Y cuando su candidato perdió las elecciones, jocosamente lo bautizaron “Monseñor Perdimos”, por su cercanía con su apellido Perdomo.
Si Pedro propone que yo sea al máximo objetivo, no entiendo por qué escribe el párrafo siguiente, y termina ese párrafo con una afirmación malintencionada: “a quienes usted, probablemente, les daría credibilidad sin más”…
El párrafo es el siguiente: “Sobre las versiones de la muerte del padre Pedro María tampoco “hay que tragar entero”. No le cortaron la cabeza, ni jugaron fútbol con ella, ni murió maldiciendo al pueblo y condenándolo a ser destruido, contrario a lo que aseguran “testigos” que lo “oyeron” de sus padres, originarios de Armero, a quienes usted, probablemente, les daría credibilidad sin más” (negrillas de Héctor Torres).
También me detengo en el siguiente párrafo de Pedro: “Finalmente, pasa por alto algunos elementos importantes contenidos en la tesis del padre De Roux y en el libro de Gonzalo Sánchez. Ambos afirman el odio generalizado hacia el clero en algunos ambientes liberales, lo que los convirtió en blanco de las multitudes. ¿Podría ser que el padre Pedro María fue asesinado como resultado de ese ambiente de odio de la época, en el que el clero en su totalidad se convirtió en blanco? No lo puedo asegurar, pero no me sorprendería, dado el contexto histórico: Una época en que tantos murieron por causa de lo que, en el lenguaje de la Investigación para la Paz, se conoce como “desindividualización” (atribuirle a una persona las supuestas características del grupo al que pertenece)”.
Sí, al padre Pedro María se le aplicó el odio liberal contra el clero. Pero el odio contra él no fue gratuito. “Se lo ganó” porque se opuso sistemáticamente al Partido Liberal y por su predicación antiliberal desde el púlpito. Con sus prédicas se atrajo ese odio, en un municipio de mayorías liberales. Cabe una pregunta: ¿El Obispo que lo envió a Armero pensaba que Pedro María podría convertir a los liberales?
Ese odio incluía la convicción según la cual la mayoría de los párrocos conservadores, guardaban armas de los conservadores, para atacar a los liberales. La gente amotinada cree o supone que el sacerdote Ramírez guarda armas. Esta sospecha o realidad, es una constante contra párrocos conservadores, porque sí las hubo. La sospecha no se generalizó de la nada. Hubo una base real. Hubo párrocos con armas.
““Rodolfo de Roux ha demostrado, cita Gonzalo Sánchez, en efecto, cómo el número de sacerdotes encarcelados, confinados o vejados, en el país, sobrepasó el centenar, con la población más alta en Cundinamarca, incluida Bogotá, y en el Tolima. Para Tolima enumera 10 casos… A la lista podemos agregar otros cuatro””.
Pedro llama la atención porque de algunas citas excluí testimonios sobre la vida devota, sobre la bondad del sacerdote, sobre su piedad…. Sí, las excluí, porque ese no es núcleo del debate. No lo asesinaron por ser devoto, por cumplir con sus obligaciones piadosas, por rezar el rosario… Esas connotaciones se pueden predicar de la mayor parte de los obispos y sacerdotes: son muy piadosos. A veces son tan super piadosos que viven en un mundo irreal.
Y para terminar, me reafirmo en la sospecha sobre posibles alianzas non-sanctas, entre sectores colombianos y sectores vaticanos, expresada en mi texto en letras rojas. El papa Francisco tiene, realmente, un buen número de malquerencias. Eso está muy claro. Pedro agradece el envío de las “Utopías”, y en esos textos he tenido cuidado en mostrar esas malquerencias. Los sectores eclesiásticos-conservadores y conservadores-políticos, aquí y en otros países, están contra Francisco. De eso no tengo la menor duda.
Héctor Alfonso Torres Rojas
Bogotá, miércoles 26 de Julio de 2017
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Termino ofreciendo un par de páginas sobre otro sacerdote beligerantemente conservador, que ilustra otros casos que son conocidos pero no estudiados.
El presbítero Daniel Jordán Contreras
en el Oriente y Nororiente colombiano, 1930-1948 (1)
El llamado “Cura de Málaga”, nació en 1898 y murió en 1979. Fue ordenado en 1921.
Citas tomadas del artículo-resumen de la tesis doctoral de Sergio Armando Cáceres Mateus, que cubre los años 1930-1948 (1).
… “Ahora bien, el ascenso de los liberales al poder en 1930 con Enrique Olaya Herrera y la liberalización de los cargos públicos en departamentos como Santander y Boyacá generó una avalancha de violencia bipartidista que teñiría los campos de sangre. En efecto, en muchos de estos casos de violencia se observa la presencia de algunos miembros del clero de forma directa o indirecta”…
“”De todos son conocidas las actuaciones políticas de Jordán, que motivaron choques sangrientos entre ambos bandos, y en las actuales circunstancias […] que en vez de desarmar los espíritus, arma los brazos para la pelea y la emboscada […] nos parece el más grande de los desaciertos del prelado diocesano y su designación para la parroquia de Málaga”24.
… No obstante, la reacción fue inmediata por parte de periódicos como Vanguardia Liberal, que indicaban que el culpable de dichos actos era el presbítero: »El párroco es el responsable. […] en vez de adoctrinar a los hijos Florideños […] ¡De la casa cural en construcción salió una lluvia de balas de grass, carabinas, revólveres […]fi»16…
Por su actuar le obligaron a salir del por dos años (1936-1938), del país.
… “De manera que Jordán aprovechó su estancia para realizar su accionar político, que se resume en su acercamiento al general Francisco Franco, su amistad con Laureano Gómez y los ataques que realizó contra el liberalismo y las reformas a la Constitución y al Concordato. Así mismo, se narra su regreso a Colombia y su visión sacralizada de la Guerra Civil Española”…
El corto »exilio», sus coordenadas ideológicas y su regreso a Colombia
El 1o de marzo de 1936, según decisión de algunos círculos liberales de la Asamblea departamental de Santander, se tramitaban todas las diligencias de orden jurídico para considerar al párroco Jordán, persona no grata en el departamento y el país37. Para el 25 de abril del mismo año, la Asamblea cumplió su objetivo: »Resuelve: Exigir a las altas jerarquías de la Iglesia Católica el inmediato traslado del sacerdote, del curato de la ciudad de Málaga o de cualquier otro curato de la Republica, por considerarlo persona no grata a este departamento [….]»38.
Por decisión del Nuncio Apostólico y del Arzobispado de Bogotá, Daniel Jordán fue retirado del cargo y enviado fuera del país durante dos años para que estudiara los movimientos de la Acción Católica…
Conclusiones
El presbítero Daniel Jordán es un caso particular en la historia político-religiosa de Colombia en la primera mitad del siglo XX. Desde su nacimiento sufrió la violencia y los odios bipartidistas (La Guerra de los Mil Días). A los diecisiete años, cuando iba a iniciar el estudio en el Seminario de Pamplona, fue asesinado su padre por motivos políticos. Luego, en 1928, fue enviado al Oriente de Colombia para dirigir la parroquia San Juan Nepomuceno (Floridablanca), región donde el liberalismo tenía su pie de fuerza.
En efecto, durante la República Liberal (1930-1946), se levantó una voz de intransigencia por parte de varios representantes de la organización religiosa de Colombia por las diferentes reformas que realizaron los gobiernos liberales en lo referente a la Constitución y al Concordato113. Muchos de ellos veían en el renaciente liberalismo un peligro para los postulados de la iglesia católica colombiana.
De hecho, Daniel Jordán fue uno de los máximos representantes de la corriente del catolicismo tradicionalista114 en el Oriente y Nororiente de Colombia. Es decir, por una parte fue exponente y practicante del proyecto integrista115, impulsado por algunos sectores de la iglesia católica colombiana a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX116, y por otro lado, seguía los postulados de la intransigencia promulgada por Pío IX en el siglo anterior con la encíclica papal Quanta Cura (1864) y su decálogo El Syllabus, y que se vería reflejada en la organización religiosa colombiana de finales del siglo XIX. Esta mentalidad o ideología llevaría a Jordán en diferentes momentos de su vida a experimentar avatares como el »exilio», su encarcelación en Bogotá y el señalamiento por parte de importantes sectores de la sociedad que lo consideraban un sujeto beligerante y peligroso, incitador de la violencia conservadora del Sur y Norte de Santander.
De manera que la figura del sacerdote en algunos casos se transformó en instrumento político, pues la mentalidad intransigente era la base representativa e incitadora que servía de soporte en el accionar político del clero. Por esta razón, fueron evidentes los vínculos de Daniel Jordán con personalidades de ultraderecha como Laureano Gómez y el general Francisco Franco, con militares, con miembros del partido conservador en el Oriente y Nororiente de Colombia. Así mismo, contaba con el apoyo del grueso del clero, sobre todo del obispo de la diócesis de Pamplona Rafael Afanador y Cadena, y de sectores populares a través de sindicatos católicos vinculados con la Acción Social Católica y la Acción Católica.
La forma de implementar su accionar político fue a través de su participación en uno de los semanarios más importantes del Norte de Santander, El Granito de Arena, además de su vinculación al periódico La Unidad Católica de la diócesis de Pamplona, y a La Defensa de Málaga, medios informativos en los que podemos observar varias cuestiones: en primer lugar, a través de sus páginas se identifica la mentalidad tradicionalista e intransigente de Jordán; en segundo lugar, después de un seguimiento riguroso, se reconstruye su accionar político; en tercer lugar, es en donde se plasma el ejercicio de un poder retórico.
A modo de cierre hay que decir, siguiendo al historiador William Elvis Plata, que este catolicismo tradicionalista e intransigente en nuestro país tuvo un impacto nocivo y obstaculizó la irrupción de la modernidad y de los procesos democráticos, entorpeciendo el avance de las reformas pastorales propiciadas por el Concilio Vaticano II, y dejó un sello de intransigencia en nuestra cultura política durante todo el siglo XX117”.
Sergio Armando Cáceres Mateus
(1) 1930 – 1948″. En: Revista Historia Y Sociedad v. 25 fasc.2 p.187 – 217. Bogotá: 2013.