En la terminología clásica, un obispo es asimismo un ministro, en tanto en cuanto ejerce un ministerio y transmite un mensaje o actúa siguiendo a alguien superior a él, al que se refiere. En este caso, el Señor. Una semántica que induce a pensar en la primacía del representado y en la humildad del representante, así como en el valor de la misión encomendada, más relevante que el propio servidor. No es pues de extrañar que el término provenga etimológicamente del latín minus. Válido tanto para prelados como para políticos. ··· Ver noticia ···
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