Cuando, en mayo del año pasado, Ignacio Simal me llamó para comentarme que estaba resuelto a lanzar su proyecto de revista digital del que me venía hablando desde un par de años atrás, no pude ni quise negarme a contestarle con la pregunta que hacía al caso: “¿En qué quieres que colabore?”
Si un médico (Pedro Tarquis) puede lanzarse a editar una revista digital de información religiosa, con no menor justificación puede -¡y debe!- hacerlo un teólogo (Simal). En mi caso, ofrecí a Ignacio Simal hace ahora un año el mismo grado de colaboración incondicional que hace ocho años ofrecí a Tarquis a petición de Juan Antonio Monroy: “Manolo, ayuda a Pedro”. ¿Te acuerdas, Juan Antonio?
(De mi paso por ProtestanteDigital -proyecto que se constituyó formalmente como icp-e.org en una chocolatada en mi casa la tarde del 3 de enero de 2001 y que por discrepancias ideológicas he abandonado recientemente-, me van a disculpar que deje de hablar en este momento y me centre en lo que hace al caso: el primer aniversario de Lupa Protestante).
“Teología y opinión”. Con esta carta de presentación nacía el 18 de julio de 2005 esta revista. Pocos nacimientos de un medio recuerdo tan solemnemente… humildes como el de www.teologica.org, la cabecera elegida para la fase de rodaje, vinculada al Ateneo Teológico, el primer centro de formación teológica on line creado por Simal con el apoyo de la totalidad de profesores residentes y la mayoría de profesores visitantes -entre ellos un sevidor- tras ser cesado como decano de IBSTE.
Tuvimos un cuidado exquisito en no decirlo abiertamente hasta hoy, pero lo cierto es que hace ahora un año nacía, gloriosamente en precario, el primer medio que abogaba por el maridaje civilizado, a fuer de necesario en estos tiempos que corren de enfermizo imperio de los dogmas y látigo inmisericorde de la intolerancia religiosa, de Teología y Opinión.
Teología y opinión no viene a ser sino la esencia misma de la Reforma Protestante: frente a la inflexibilidad de los dogmas impuestos, la libre interpretación de la Escritura.
Confieso que nunca antes había trabajado en un medio religioso tan a gusto como en teologica.org, ahora Lupa Protestante. Estar libres de obediencias ideológicas, ataduras institucionales y demás peajes ajenos al Reino de Dios como muestra el Evangelio cuando lo leemos sin filtros, sinceramente, me apetecía mucho. (Inciso: no puedo continuar sin agradecer públicamente a Simal que el nombre de “Lupa” lo haya decidido en honor a la sección que mantuve durante más de 500 artículos, primero como “La lupa”, después como “letra pequeña”, en Protestante Digital).
Confieso que el tema que más me costó sacar adelante en el Consejo Editorial fue animar a Ignacio Simal a que creara una columna propia, cosa que acabaría haciendo al final con el título que le sugerí: “A micrófono cerrado”. Con ello se daba a entender que en un medio clamorosamente modesto que se consagraba a la opinión teológica en libertad, la columna del director tenía que reflejar su posicionamiento, esto es, del lado del lector, que no de lo religiosamente correcto a los ojos del establecimiento, a pesar de los perjuicios que ello está acarreando a la Lupa Protestante desde el primer momento… y lo que nos quede-. La columna del opinador religiosamente no correcto que es un servidor, la titulé “Agitar antes de usar”.
Como autor en origen de algunos y co-responsable de todos los editoriales de teologica / Lupa Protestante, he desvelar un dato crucial: en los editoriales en obras, en el Consejo Editorial de la Lupa nunca hablamos del >texto<, sino de >borrador<. Consensuamos la opinión de la revista; el Consejo Editorial funciona. Y los lectores deben estar muy vigilantes de que el Consejo Editorial -al que en su día hemos de poder estar en condiciones de instrumentar la fórmula de incorporar una representación de los lectores- siga funcionando en libertad. Elemental. Hasta aquí, hora es de decirlo, esta revista alternativa que al cumplir un año está superando las 10.000 visitas mensuales de 30 países, sobrevive con cero euros de financiación externa a los bolsillos de Ignacio Simal y la contribución de los consejeros, colaboradores y amigos. Conste que la primera decisión que acordamos ya desde el primer momento en el terreno económico es la de pagar las colaboraciones a los colaboradores. Cosa que la Lupa está comprometida en hacer en cuanto entre el primer euro. Si traigo a colación este inelegante tema del dinero es porque ha sido un honor tremendo e impagable -nunca mejor dicho; confiamos en poder ponerle remedio- poder contar con la colaboración de plumas de absoluta primera línea del pensamiento teológico contemporáneo como son las de Leopoldo Cervantes-Ortiz, Plutarco Bonilla, Juan Stam, Máximo García, Luis Rivera-Pagán o Juan José Tamayo-Acosta, por poner sólo a algunos de los más conocidos colaboradores habituales. Y es de justicia denunciar el hecho de que el de escritor religioso sea oficio de héroes de la supervivencia. “Aire fresco”, tengo escrito en su día del nacimiento de otro medio que colaboré a crear y luego acabaría dándome la espalda, del que dije que no me volvería a ocupar aquí. Mantengo lo escrito, hasta el punto de que la semana pasada , tocaba, por orden cronológico de publicación, reeditar la lupa que publiqué precisamente con ese título. Publicada ha sido. Asumo todo lo dicho, salvo en un punto. El “aire fresco” puede presentarse de nuevo en la vida, y en unas condiciones sensiblemente más esperanzadoras. Más aire -más libertad- y más frescura -más independencia-. Bendito sea Dios. Hablo de Lupa Protestante. Estoy encantado de poner haber contribuido a que el proyecto de una revista de Teología y Opinión sea hoy una realidad. Un proyecto contra corriente que nace sabiéndose perdedor, resulta que no deja de ser consolidado por lectores cualificados que lo avalan. Entramos en el segundo año de vida de la que confiamos vaya siendo una revista de referencia de más y más lectores en España y las Américas. Manuel López, miembro del Consejo Editorial y cofundador de Lupa Protestante / Revista Teológica