Cristianismo y Conferencia Episcopal -- Jaime Richart

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Ya está bien. A ver si nos aclaramos de una vez. Una cosa es el catolicismo, el Vaticanismo, la Conferencia Episcopal Española (y Rouco y Cañizares dentro de ella), y otra muy diferente el Cristia­nismo.

Muy poco tienen que ver catolicismo, vaticanismo y CEE, con el Evangelio y con Cristo. Cualquier beata de tres al cuarto lo sabe. A ver si se creen estos agitadores purpurados que nos confunden. Hasta ahí podíamos llegar. Está comprobado: la Iglesia Católica, siempre fue la menos cristiana de las Iglesias cristianas. Cristo es para ella lo de menos. Y no digamos para el Rouco ése haciendo caja electoral para el partido de la derecha…

Está claro el propósito de los cardenales contumaces: que se hable de ellos y de la Iglesia en España, que es tanto como hablar de catolicismo a la española. La Suprema Inquisición fue un invento español (cuya sede, por cierto, es el actual Convento de las Repa­radoras de Madrid, un edificio de 1753). Fue una bestialidad, una gi­gantesca cámara de tortura al igual que hoy lo es el oprobio humano de Guantánamo. Si de él dependiera, Rouco sería el nuevo Tor­quemada. España se pinta sola ideando disparates, intolerancia y crueldad. De ello escribió cumplidamente Voltaire. A la intolerancia le dedicó el monstruoso caso Jean Callas, aunque en este caso ocu­rrido en Francia, claro está mucho antes de la Revolución.

La legislación de los países europeos que siguen siendo mayorita­ria -aunque nominalmente, como en España- católicos en Europa, como Francia, Italia y Bélgica ¿no tienen una legislación similar a la española en esta materia matrimonial en cuya virtud tanto fingen es­candalizarse los dos fascistas de la Conferencia Episcopal?

No hay por dónde coger a estos mastuerzos purpurados, a estas malas personas. Rouco se quiere convertir en un restaurador reli­gioso mientras el papa sigue con sus razonamientos intrincados de la Spe salvis citando a Bacon, a Kant y a Marx porque él no tiene ideas propias sobre lo que conviene hacer hoy día para sacar ade­lante a una Institución que da vivas muestras de estar dando las úl­timas boqueadas. Por más esfuerzos que haga Ratzinger y más mí­tines con bocadillos en las plazas de Madrid que convoque Rouco, ni él ni Benedicto pueden sacar adelante a esa Iglesia que hace aguas por todas partes y se está muriendo como tantas especies de la biodiversidad.

Estamos en el milenio de la Transparencia. Y las gentes de bien y aun las de no tan bien ya se han dado perfecta cuenta de que una cosa es el Cristianismo, el Evangelio, Jesucristo, sus enseñanzas y su figura ejemplar, y otra muy distinta, que la contradice y la ofende, lo que dicen y hacen el Vaticano y la Conferencia Episcopal trafi­cando ávida, política y obscenamente con la doctrina de Cristo. Cristo, que si volviera, les echaría de sus templos y residencias a todos ellos a latigazos.