Como hacer un buen examen de conciencia
Llega el fin de año o las primeras comuniones de los hijos, y muchos adultos se preguntan cómo hacer una buena limpieza para empezar a vivir con más intensidad y conciencia. En mi país no son pocos los cristianos conservadores y progresistas que ven aun muy positiva la confesión y la optimizan, buscando un sacerdote amigo, de su línea que les dé el gusto de abrirse, sin tener «a priori» miedo de sentirse censurados.
Muchos colegas, con teologías «aggiornadas», intentan ayudar a sus fieles a salir de aquella moral, que era por demás escrupulosa en lo sexual y no reparaba sobre los daños sociales, los pecados estructurales ni los ecológicos en los que todos solemos estar inmiscuidos.
Creo que tampoco las teologías aggiornadas nos han ayudado a distinguir en la educación de las conciencias, los simples errores que uno repite sin querer hacer el mal, por falta de un conocimiento claro, y los pecados, donde suele haber clara conciencia y deseo de hacer daño, o de lo que pertenece simplemente al orden de la fatalidad.
También hoy se descubre que un buen examen de conciencia que nos ayude ver sólo el daño que nos hacemos y hacemos a los otros, es tan infructuoso como una entrevista terapéutica en la que sólo hablemos del daño que nos hicieron nuestros padres.
Una psicóloga platense Nora Laynz había chequedo estas palabras en la memoria afectiva de algunos de sus pacientes
…»No te van a querer ni los perros», era la frase que ella siempre usaba para retar a sus hijos cuando se portaban mal.
Primero, venía el pellizcón, y después, como de remate, esta frase punzante, aguda.
Seguramente, si le preguntan, ella los educó con amor. Y en nombre del amor, dijo frases como estas…
«¿Quién quiere otro choripán?», preguntó Carlos en el cumple de su hija. Ella estaba festejando sus 19 y él se había ofrecido de asador.
«¿Quién quiere otro choripán?», insistió. «Vos no, mi amor, que estás muy gorda», fue la frase que disparó delante de todos sus amigos.
Ella se puso roja de vergüenza, un nudo enorme le cerró la garganta y no comió más.
Se levantó despacio y la soledad de su cuarto adolescente fue el mejor refugio hasta la madrugada del día siguiente.
El padre vivió preguntándose qué hizo mal esa noche.
«Vamos, no seas mariquita», le dijo su profesor de natación cuando él –que en ese momento tenía 6 años– pidió una toalla al salir de la pileta porque tenía frío. Y todos sus amigos empezaron a reírse.
«Mariquita, mariquita», le gritaron. Y el profesor, lejos de hacerlos callar, los alentó.
Nunca más volvió a nadar. (Y nunca, en 34 años de vida, apoyó sus labios en los labios de una mujer.)
«Sos un elefante dentro de la clase», le dijo su profesora de Dibujo el primer día del primer año del secundario.
Ella venía de un primario impecable, donde Dibujo era su materia preferida. Y era, para hacer honor a la verdad, una joven promesa. Ese año, se llevó Dibujo a diciembre.
Volvió a dibujar 28 años después, cuando –terapia mediante–descubrió cuánto la había inmovilizado esa frase.
El Perito Moreno fue el lugar elegido para festejar sus 10 años de casados. Caminata por el glaciar, todos los turistas en hilera para no resbalarse.
Ella iba delante; él, detrás. «Tu trasero me tapa todo el sol», fue la frase que eligió él para hacer un chiste.
Y no entendió por qué esa noche ella se encerró en el baño a llorar.
Son frases que, cuando se cuentan parece que uno está exagerando, que no pudieron ser así, que quizá las recuerdan mal…
Entonces se descubre la crudeza de esas palabras: Fueron dichas fuera del amor, los responsables de escupirnos tamañas frases son seres que cargan, a su vez, con otras frases. Y entonces llegamos a ser benignos con ellos por su deterioro. Más adelante –bastante más adelante– viene la compasión, y si uno es un compañero de viaje del penitente, tan exaltado y humillado como su amigo, puede ser una compañía útil para que la confesión o reconciliación sea buena.
Es ahí cuando volvemos a sentirnos felices, con ganas de caminar sobre el Perito Moreno más allá del tamaño de nuestro trasero, de nadar y gritar: «Tengo frío, traeme una toalla»; de hacer una lista con toda la gente que te quiere. Porque no solamente te quieren los perros…Una buena confesión tendría que conllevar una tertulia en la que, distendidamente, se nos ayude a ver los errores nuestros y de los de otros que nos irieron, los pecados y las fatalidades inexplicables, que, transmutadas nos puedan otorgar experiencias cumbres en lo espiritual.
Hace 10 años atrás dos confesiones marcaron mi vida sacerdotal.
La primera un chico de diez años me dice: “Leo, en el examen de conciencia me di cuenta que soy violento con mi hermano más chico,, queme tira el pelo y yo se lo tiro mas fuerte para que no me molesta y eso no es un pecado sino un error porque no consigo nada y sumo violencia a mi casa respondí : y sí…… después le robé tres chocolates al señor del kiosco y me di cuenta que eso era pecado y que si todos hicieran así ese hombre se pondría muy mal, y tendría que cerrar el trabajo con el que les da de comer a sus hijos…Respondí: y sí…
Le pregunté cómo repararía esa mala acción, y me dijo: ni bien papá me regale dinero compraré tres chocolates a ese señor y se los pondré en el kiosco. Le respondí: y sí…
Luego vino una madre que había hecho el mismo examen de conciencia, y me contó que 20 años atrás, con un chico que no era su actual marido, en una relación con poco compromiso había hecho un aborto. Le pregunté cómo lo veía ahora y me respondió: como un error, porque ahora le daba otro valor a la vida y otro lugar a las relaciones sexuales. Y luego me pidió una penitencia por su pecado. Le dije que yo no veía pecado, y que gracias a ese error hoy planificaba mejor los hijos, y que Dios y yo estábamos para ayudarla a ser feliz en su camino de liberación. Me abrazó entrañablemente, y pocas veces sentí tan fuerte la presencia de Dios en medio.
Es curioso, incluso en ambientes muy secularizados de Argentina, desde distintos caminos espirituales, no son pocos los “peregrinos” que para las fiestas eligen hacer retiros con personas que ellos consideran sabias.
Un cristianismo aggiornado con estas nuevas culturas debería estar más volcado a aprender a amar al cien por ciento en el momento presente, y no repetir errores, que en no cometer pecados. En la capilla orgánica Santa Elena, siete leyes se comparten con adultos y niños para reflexionar cada noche o por las mañanas, que pueden ser útiles para otras comunidades cristianas o de otros caminos espirituales para hacer un buen examen de conciencia. Como se señalo la focalización , no es desde los pecados y errores, sino desde lo positivo que nos proponemos.
Para construir la comunión en la meditación de cada mañana.
Desde este santuario bosque
Nos proponemos:
· Limpiar nuestro campo unificado desde los prójimos que nos pone la vida y desde allí construir la fraternidad universal. Entendemos que el propósito de Dios Padre es perfecto y todo lo que ocurre es vital y necesario.
· Amar y aceptar a los demás para poder comprender que no me corresponde cambiarlos ni juzgarlos, y que cada prójimo es un candidato a la unidad.
· Ante la necesidad de cambio tengo que ser el primero que hace el cambio en unidad (pareja, amigos, comunidad de micromilitancia), y debo ver los pasos para evolucionar dirirmiendo con ellos, si fuera necesario, la resistencia o la sumisión en situaciones claras de injusticia o de inmoralidad flagrante.
· Para crecer en sabiduría buscar amar en todo momento, pensar lo mejor, decir lo adecuado, hacer lo necesario y alimentar nuestra vida de comunión con Jesús/ Eucaristía, y la compañía espiritual de la Capilla Santa Elena y de todos aquellos que en el presente y futuro nos despierten los grandes sueños del alma !
(Está en juego el sueño de Dios sobre esta historia: “ que todos seamos uno” )
· Tener una actitud beligerante con todo lo que sume postergación de los más pobres, teniendo una actitud de respeto y cuidado por el orden que subsiste en el Universo más allá del caos. Entender que es necesario ASUMIR el resultado de nuestras decisiones y de nuestra experiencia de vida; los pensamientos, sentimientos y emociones los genero yo mismo y no lo que sucede a mi alrededor, ni mucho menos lo que piensen, digan, hagan o dejen de hacer los demás. Entonces saber que por mi bien, no debo gastar energía sólo en buscar un culpable por lo que me suceda o deje de sucederme.
· Darnos cuenta que es más adecuado actuar con la serenidad posible ante cualquier circunstancia que se presente, dando lo mejor de mí en las labores que me corresponda realizar. No hace a mi crecimiento agredir de pensamiento, palabra y obra. No me beneficia agredir a nada ni a nadie, en vez de eso, sería propicio tener absoluta firmeza y lealtad con los acuerdos y compromisos que libremente establezca. El hacer y el confiar es la clave del tener.
· AGRADECER TODO incluso las situaciones difíciles y dolorosas, ya que son oportunidades que nos da la vida para aprender a duplicar el amor y crecer en sabiduría.
· No me hace bien quedarme sufriendo en las dificultades, comienzo a comprender que contienen un profundo propósito de amor para estar en la Trinidad y en el movimiento de circulación que genera el Espíritu y liberarme de las limitaciones, las dependencias y el sufrimiento.
· Sentir la necesidad de VALORAR y disfrutar intensamente todo lo que tengo y todo lo que hago. Reconozco que siempre tengo conmigo todo lo necesario, y valorándolo, desarrollaré la capacidad para disfrutar nuevas cosas y relaciones.
· En ese entendimiento, saber que quejarme no sirve. La queja nos hace pobres. La prosperidad es el resultado de la valoración y del servicio que hacemos desde nuestro talento. El que no valora lo que tiene está en camino de perder lo que necesita.
· Amar y RESPETAR a todas las personas en sus ideas, costumbres, creencias, comportamientos, con su derecho a tomar sus propias decisiones. Anhelamos no criticar, descalificar, juzgar, condenar y castigar a algún ser por motivos desproporcionados, porque comprendemos que cada quien hace lo mejor que puede con lo mejor que sabe, y no somos nosotros quienes para juzgarlo. Procurar dar información desde la experiencia vital que adquirí sólo a quien la pida expresamente o a quien acepte mi ofrecimiento sutil y respetuoso.
· Buscar amar el lugar donde nos puso la vida y en donde cumplimos funciones. Es importante para lograr en él una vida llena de satisfacciones. No nos es evolutivo huir del lugar y de las situaciones que nos corresponden vivir, sólo postergamos el aprendizaje.
· Descubrir que el grado de felicidad depende de nuestra sabiduría y del castillo interior que vamos forjando en los momentos tristes y alegres. Buscarla en otro lugar, es una falsa ilusión.
Para niños
Para construir la comunión en la meditación de cada mañana.
Desde este santuario bosque
Nos proponemos :
· Ver a Jesús en cada prójimo que me ponga el día de hoy. Aceptando a los demás, puedo comprender que no me corresponde cambiarlos ni juzgarlos, y que cada prójimo es un candidato a la unidad familiar que esperaba Jesús.
· Tener una actitud fuerte en contra, hacia todo lo que sume maldad, con nosotros o con los más pobres e indefensos, sabiendo que Jesús nos dijo que lo que hicimos con el más pequeño, lo hicimos con Él, teniendo una actitud de respeto y cuidado, por el orden que subsiste en el Universo, más allá de los líos que también hay . Para la paz buscamos actuar con paz, limpiando nuestra respiración de lo que la agita: quiero AGRADECER TODO incluso las situaciones difíciles y dolorosas, ya que son oportunidades que nos da la vida para aprender a duplicar el amor y crecer en sabiduría.
· Darme cuenta que no me hace bien quedarme sufriendo en las dificultades, comienzo a comprender que contienen un profundo propósito de amor para estar en la Trinidad y en el dar y recibir de Dios que nos libra del miedo a la muerte y nos va llenando de Dios.
· Sentir la necesidad de VALORAR y disfrutar intensamente todo lo que tengo y todo lo que hago. Reconocer que siempre tengo conmigo todo lo necesario, y valorándolo, desarrollar la capacidad para disfrutar nuevas cosas y relaciones.
· Darnos cuenta que quejarme no sirve. La queja nos hace pobres. Que nos vaya bien también es el resultado del como jugamos nuestros dones. El que no valora lo que tiene está en camino de perder lo que necesita.
· Aprender a no criticar, descalificar, juzgar, condenar y castigar a algún ser por motivos desproporcionados, porque comprendemos que cada quien hace lo mejor que puede con lo mejor que sabe, y no somos nosotros quienes para juzgarlo. Buscamos amar el lugar donde nos puso la vida, en especial nuestro cuerpo ( comiendo sano, haciendo deporte), nuestra habitación (ordenandola aireandola )y el lugar en donde aprendemos (escuela, aula, patio, campo de deportes ) .
Para crecer en sabiduría buscamos amar en todo momento pensar lo mejor, decir lo adecuado, hacer lo necesario y alimentar nuestra vida de comunión con Jesús, eucaristía, y la compañía espiritual de la Capilla Santa Elena y de todos aquellos que en el presente y futuro nos despierten los anhelos y los sueños más profundos del alma.
(Está en juego el sueño de Dios sobre esta historia “ que todos seamos uno”)
Padre Leonardo Belderrain (Argentina)
Capilla Santa Elena
Parque Pereira Iraola
Diócesis de Quilmes