Enviado a la página web de Redes Cristianas
Sacadas de contexto, las palabras del Evangelio pierden su carácter provocativo, su conflictividad, su aguijón. No sé por arte de qué «birlibirloque» hemos conseguido, hacer una lectura aséptica y anodina de la vida y obras de Jesús. Tal vez nos haya ayudado a ello la interpretación oficial del Evangelio, tan distinta y tan distante del evangelio de Jesús, aunque, por cierto, hay honrosas excepciones.
Pero Jesús no fue ni conciliador ni neutral. Su vida fue puro conflicto, constante enfrentamiento con el poder establecido del que denunciaba sus abusos, en especial la manipulación y utilización del pueblo sencillo al que mantenía cada vez más cerca de la alienación, del abandono y de la muerte.
Esta vez provocó el conflicto un discurso de Jesús en un día de fiesta:
?Yo soy el modelo de pastor -decía. El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas; el asalariado, como no es pastor ni son suyas las ovejas, cuando ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el modelo de pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a mí, igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre; por eso me entrego yo mismo por las ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor?? (Jn 10,11-16).
Jesús se presenta como modelo de pastor porque en él se dan tres rasgos característicos:
1. ?El Pastor modelo?? se entrega incondicionalmente a las ovejas. No busca ventaja alguna para sí mismo, ni salario ni beneficio. Sólo persigue el bienestar y la felicidad de sus ovejas.
2. ?El Pastor modelo?? conoce personalmente a sus ovejas. No es alguien que ordena, organiza y manda desde su despacho a unas ovejas de las que sólo conoce su incondicional sumisión.
3. ?El Pastor modelo?? hace que nadie se sienta excluido: «Tengo además otras ovejas que no son de este recinto: también a ésas tengo que conducirlas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor.» El exclusivismo político-nacionalista y religioso que estaban en vigor en la sociedad judía en tiempos de Jesús queda definitivamente superado. ?El Pastor modelo?? no entrega su vida por defender su bandera y ni siquiera por defender su credo: él entrega la vida para que sus ovejas puedan encontrar la felicidad viviendo como hermanos por encima de credos y banderas.
En tiempos de Jesús se llamaba pastores a los políticos y a los responsables de la administración y del gobierno, al rey y a los altos cargos del reino, porque ellos debían cuidar por el bienestar del pueblo. Como estos se olvidaron muchas veces de que ésta era su misión, los profetas denunciaron con valentía sus abusos: «¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!» (Ez 34; véase también Jr 23,1-8).
Qué verdad contienen estas palabras. Los oyentes de Jesús comprendieron bien de qué se trataba. Con sus palabras y hechos, el profeta galileo se enfrentaba peligrosamente a la poderosa jerarquía político-eclesiástica del templo de Jerusalén, ?pastores asalariados?? que poco se interesaban de la vida del pueblo, viviendo «de» y no «para» el pueblo. Controlaban al pueblo con su complicada enseñanza religiosa, le sacaban el dinero con aquel sistema en el que hasta el perdón de Dios se compraba con calderilla. Distantes del pueblo, los pastores no conocían a sus ovejas, ni sabían del hambre, del paro, desempleo, pobreza y alienación en que vivían sumergidas.
¡Qué actual es todo esto!
También a nivel político… y lo estamos viendo. Hay partidos políticos que andan más preocupados de los votos que del pueblo, de la conquista del poder que del servicio, de la falacia que de la verdad. Como los antiguos sofistas, parecen obsesionados por ver quién pronuncia la frase más brillante para acabar con el adversario ?convertido en enemigo con el que no se puede dialogar. Y ya hemos visto lo que pasó en el debate de la Cadena Ser del viernes pasado. Con la provocación de Vox, no condenando sin ambigüedades el envío de cartas con balas a Marlaska, Gámez e Iglesias, se acabó la posibilidad de dialogar, de acordar, de pactar.
Y yo me quedé con las ganas de saber qué pensaban ?nuestros políticos??, que aspiran a pastores del pueblo,
-de la precariedad en el empleo,
-de la reforma laboral,
-del estado de la sanidad pública,
-de los medios que se van a asignar a la educación pública tan amenazada por la privada,
-de quienes, forzados por las circunstancias se han acogido a los ertes
-de los parados de larga duración que, en la mitad de la vida, se han quedado sin empleo y sin la posibilidad de llegar a tenerlo,
-de quienes se encuentran en las colas del hambre a los que la Presidenta de la comunidad ha llegado a tachar de ?mantenidos subvencionados??,
-del futuro de nuestros jóvenes condenados a una insoportable tasa de desempleo y sometidos, cuando consiguen trabajo, a unos salarios de miseria entrando a formar parte de ?la nueva clase de trabajadores pobres??,
-del precio de la vivienda y de los alquileres que hacen difícil que estos puedan independizarse,
-del futuro de las pensiones,
-de cómo proteger a las mujeres acabando con la violencia de género,
-de la dependencia y asistencia de los ancianos, gracias a los que, por cierto, gozamos todavía hoy del amenazado estado del bienestar, muchos de los cuales, con la pandemia, al final de su vida han muerto en la más extrema soledad,
-del creciente racismo que cierra las puertas a quien viene a nuestra tierra en busca de una vida digna y un trabajo honorable, y acusa a los menas, de los que una minoría son extranjeros, de la inseguridad en los barrios,
-de la destrucción de nuestro entorno que afecta ya seriamente a nuestra salud y a nuestro estilo de vida,
-de una agricultura ecológica que no merme nuestros ecosistemas,
-del fomento de las energías alternativas en un país que tiene tantas horas de sol al año,
-del cuidado de nuestras aguas y de su consumo sostenible…
Hablar de todo esto es lo que nos importa realmente, pero, como en tiempos de Jesús, andamos desconcertados ?como ovejas sin pastor?? en un momento tan trágico, pero, al mismo tiempo, tan trascendental para España.
Jesús Peláez