Enviado a la página web de Redes Cristianas
El joven se llama Pablo D?Ors, (Madrid, 1963), y es nieto del gran pensador y ensayista Eugenio D?Ors. Es cura, y tiene un currículum de Teología, Filosofía, arte, periodismo y cultura de la buena, espectacular. Y fue el propio papa Francisco el que lo nombró uno de sus consejeros del Instituto de Cultura del Vaticano. Hereje, hereje, no debe de ser, o, por lo menos, no más que el Papa. Pues bien, a esta joven, más que promesa, verdadera joya juvenil, el obispo auxiliar de Getafe, José Rico Pavés, (Granada, 1966), primero, y ahora también el obispo titular de San Sebastián, José Ignacio Munilla (San Sebastián, 1961) lo han calificado, o, mejor, (des)calificado, de hereje. Y los motivos no abonan nada no solo la tolerancia y comprensión de estos dos obispos, sino su capacidad intelectual, en general, y la filosófico-teológica, en particular.
Hay con frecuencia en la Iglesia, y también en la política patria, personas que no tienen suficiente bagaje analítico, y son incapaces de dar la vuelta a sus propios argumentos, y ponerse en la perspectiva del otro. Y nuestros dos buenos personajes, por cierto, como muchos prelados en la Iglesia, adolecen de esa dificultad de flexibilidad. Y esta característica no se casa con un coeficiente intelectual brillante. A algunos les sorprenderá el estilo duro y afilado de estas páginas, que, aunque parezca, no quiere ser, ni mucho menos, hiriente. Pero sí apropiado y merecido a los ataques que, sin profundizar en las diferencias y en los matices, este tipo de personal realiza de manera desmesurada, bruta y al bulto. Y así no se puede polemizar con un interlocutor, del que se supone que es, por lo menos, tan fiel a la fe y doctrina cristianas, como tú mismo.
Según mi opinión, que he expresado varias veces en este blog, esta manera de proceder, esta intolerancia, y esta ?falsa?? seguridad en las propias posiciones, nacen de la grave y errónea confusión entre Dogma y Teología. Confusión que, por cierto, es perjudicial y letal pata la Teología, porque, simplemente, la destruye. Recuerdo a mis lectores: Dogma es el acerbo de proposiciones y confesiones que articulan el contenido de nuestra fe. Y Teología es el modo de explicar, interpretar y actualizar en cada época, lugar y generación, ese Dogma. Puede, y debe, haber un solo Dogma, pero caben, y es positivo, rico y esclarecedor, que haya muchas teologías. (La Historia, además, nos ha enseñado que la Filosofía que inspiró a los seguidores de las ideas platónicas, como a San Agustín, los agustinos, y los franciscanos, éstos con muchos con matices después, produjo una Teología muy diferente a la que propusieron los seguidores de Aristóteles, con Santo Tomás de Aquino a la cabeza, pero nadie tachará de hereje a alguno de ellos. ¡Bueno!, como suele suceder con las novedades, presentaron unas diez tesis de Tomás de Aquino para ser condenadas en un Concilio del siglo XIII, y el gran Alberto Magno, maestro y gran admirador de Tomás, tuvo que acudir medio enfermo cruzando los Alpes para parar el golpe, y, de paso, entregar la vida por amor a us discípulo).
Después de esta larga, pero, pienso, necesaria introducción, veremos cómo los motivos de censura, o, en este caso dramático, condenación de D?Ors por parte de estos dos obispos, no tan conspicuos como se imaginan, son, en verdad, y vergüenza, ridículos. Lo grueso del asunto es que el joven asesor cultural de Cultura del Vaticano escribió un artículo afirmando que las misas que celebramos son, generalmente, aburridas, (yo diría, ¡aburridísimas, pesadísimas e infumables!), en las que no se veían bien los signos, o, simplemente, habían desaparecido, o convertido en invisibles, o intrascendentes, para los católicos practicantes. El nada sospechoso de herejía Padre Manuel Garrido Bonaño, o.s.b., uno de los pocos españoles invitado de experto litúrgico al Concilio, y profesor nuestro de Liturgia en el Seminario de San José de El Escorial nos decía: ?Nunca hagan símbolos de símbolos. Que éstos sean claros y evidentes y nadie tenga que explicar al os fieles qué es lo que significan. Si no conseguimos que así sea, abandonemos esos falsos símbolos??.
Si estos dos obispos no son capaces de reconocer que los signos de la Eucaristía de Jesús y de los cristianos primitivos no tienen nada que ver con las grandes misas pontificales del Vaticano, o de la Almudena, o de tantas celebraciones clericales de mucha púrpura, sombreros y ropajes alejados de la estética no solo de los tiempos primitivos, sino de la posible sobriedad elegante de nuestros días, es que se han acostumbrado tanto al estilo arcaico y barroco de muestra liturgia que la han ideologizado de tal manera que resultará casi imposible intentar convencerlos de la pobreza de su enfoque.