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ASINJA. Material de reflexión y debate final de año
(31 dic. 2021)
Un avance muy incompleto, pensando en el próximo cristianismo de confesión católica.
Apunto telegráficamente a varios niveles o aspectos, internamente complementarios.
– Hay que partir de la dimensión antropológica de apertura a lo
espiritual, universal según muchos autores de todo signo, y el proceso
mediante el cual esa espiritualidad puede desembocar en una
religión.
En ese proceso los cristianos no podemos no tener en cuenta
los textos bíblicos, las “doctrinas” de los papas, teólogos y demás
cristianos que nos precedieron. Pero la fe en la era post secular no
será, como lo fue en la era de la cristiandad, el acuerdo con
determinados textos, sino una experiencia que entendemos como
religiosa.
– Lo anterior exige un discernimiento de lo que entendemos por
experiencia religiosa que, si le entiendo bien, Hans Joas define como
auto trascendencia, frecuentemente en la colectividad que llamamos
Iglesia. Por otra parte, exige hacer la conjunción entre la experiencia
personal y toda la rica Tradición de más de un centenar de
generaciones de cristianos.
– La acción de los cristianos, por un mundo más fraterno, en comunión
con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sean o no
creyentes, pero cada uno desde sus propias ecuaciones. Nada de
irenismo. Tampoco fanatismos ni supremacismos de considerarse los
únicos detentores de la verdadera religión
– La transmisión de la fe en los ámbitos creyentes de toda religión
éticamente universalista como testigos de lo invisible lo que exige una
vida donde la oración es central y una acción en libertad, respeto y
amor al diferente en “ecclesia”.
– Hay que explorar más en profundidad la trilogía “fe” (y sus retos en
una sociedad cuya intelectualidad se pretende racionalista),
“esperanza” (tan necesaria en nuestros tiempos, pero ¿esperanza en
qué?) y “caridad” más allá de la limosna, más allá del uso del dinero,
más allá de la brecha entre ricos y pobres para, sin olvidarlos,
entender el “ethos del amor” como una de notas centrales del “ser” o
“pretender ser” cristiano.
– Un Iglesia verdaderamente sinodal. Hago votos para que el papa
Francisco sea capaz de poner los jalones de esta mutación
fundamental en la estructura de la Iglesia.
– No me parece correcto limitar la nueva Iglesia a espacios y ámbitos
reducidos, aplicando la tesis de “los últimos reductos”. Sigue siendo
una visión de la era secular mirando a la era de cristiandad. Es un
planteamiento de “resistente” algo así como “los últimos de Filipinas”.
– Tampoco me vale la idea de que hemos de volver al modelo de
“iglesia” de los primeros cristianos, modelo en exceso idealizado. La
historia vive de génesis; ignora la palingénesis, ese retorno de las
cosas a un estado anterior y al viejo orden. (Poulat)
– Aplicar otros parámetros a la hora de entender y estudiar el
fenómeno religioso. Todavía estamos encerrados en una visión desde
la actual era secular, y la juzgamos en relación con la era de la
cristiandad como una pérdida de lo religioso, emitiendo así un juicio
simplista, en gran medida equivocado. Además, nos impide ver lo que
está emergiendo en una nueva sociedad, mucho más post secular que
post cristiana. Aunque es sabido que es más fácil de percibir lo que
fenece que lo que emerge.
– Faltan desesperadamente trabajos, de entrada, exploratorios, para
detectar las nuevas manifestaciones de lo religioso. Nuevas en el
sentido de pretender situarse en las actuales coordenadas socio
culturales, económicas y planetarias. Es tiempo de innovación y
esperanza. No de pesadumbre inhabilitadora.
– ¿Cómo abordar en este contexto la idea de la revelación de Dios? No
podemos quedarnos en una religión, y en una idea de Dios, mera
creación de los humanos por esta o aquella razón, siguiendo las tesis
de Feuerbach. Pero, en el mundo cristiano se habla también de la
“invención de Jesús como Dios”. Cuestión a profundizar
Donostia San Sebastián 30 de diciembre de 2021
Javier Elzo