Comentarios al Evangelio del domingo 12 de Septiembre, 24º del tiempo ordinario -- José María Castillo, teólogo

0
44

Somos Iglesia Andalucía

Lc 15, 1-32
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: ??ste acoge a los pecadores y come con ellos??. Jesús les dijo esta parábola: ?Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: ¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido??.

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las vecinas para decirles: ?¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido??. Os digo la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta??.

1. Todo el capítulo 15 del evangelio de Lucas está dedicado a explicar la postura de Dios ante ?los perdidos??. Lucas lo explica agrupando tres parábolas de Jesús: la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo perdido (que llamamos ?el pródigo??), que aquí se omite por brevedad. La idea central de todo el capítulo es que el Padre de Jesús no mira a los pecadores como ?perversos??, sino que los ve como ?perdidos??, es decir, como algo muy querido que se extravía.

Algo que se quiere tanto, que no se puede vivir sin ello. Y por eso se busca, se desea, se espera, se abraza, se festeja, cuando es encontrado. El Dios de Jesús no juzga, no rechaza, no censura ni echa en cara nada de nada. El Padre, que nos revela Jesús, siempre comprende, acoge y se alegra, sea cual sea el extravío del perdido.

2. Las religiones mantienen y potencian su autoridad, presionando sobre las conciencias. Para eso utilizan un instrumento potentísimo: el pecado, presentado como ?perdición??, como ?perversión??, como ?extravío??, que Dios condena y castiga. Para ello manipulan los sentimientos de ?culpa??, atormentan las conciencias, y hasta se sirven de sentimientos másgicos relacionados con ?manchado??, lo ?impuro??, lo ?sucio??.

Y lo peor del caso es que, en la tierra hay representantes de Dios y censores de la religión que, en las sociedades religiosas, tienen un poder muy fuerte. Un poder que ejercen para condenar, rechazar, marginar, excluir, incluso intentando que los ?pecados?? sean además ?delitos??, castigados por lo poderes públicos con leyes y penas, que no dudan en invadir la vida privada.

3. Jesús rompió con todo esto. Se hizo amigo de pecadores y perdidos. Convivió con ellos y con ellos compartió mesa y mantel. Por eso escandalizó tanto a los observantes. Pero también por eso abrió tantos horizontes de esperanza y de bondad.