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Leonardo Boff escribió una columna de opinión bajo el título: “El colapso de su teología: ¿razón mayor de la renuncia de Benedicto XVI?” En ella afirma:
“Siempre es arriesgado nombrar a un teólogo para la función de papa. Él puede hacer de su teología particular la teología universal de la Iglesia e imponerla a todo el mundo. Sospecho que este ha sido el caso de Benedicto XVI, primero como cardenal, nombrado Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex-Inquisición) y después como Papa”,…
“Las tesis centrales de su teología siempre fueron problemáticas para la comunidad teológica. Tres de ellas acabaron siendo refutadas por los hechos: el concepto de Iglesia como un «pequeño mundo reconciliado»; que la Ciudad de los Hombres sólo adquiere valor delante de Dios pasando por la mediación de la Ciudad de Dios, y el famoso «subsistit» que significa: sólo en la Iglesia católica subsiste la verdadera Iglesia de Cristo, todas las otras Iglesias no se pueden llamar Iglesias. Esta concepción estrecha de una inteligencia aguda pero rehén de sí misma, no tenía la suficiente fuerza intrínseca ni la adhesión necesaria para ser implementada. ¿Benedicto habría reconocido el colapso y coherentemente renunciado? Hay razones para esta hipótesis”…(1).
Es el “colapso” no sólo de la teología de Benedicto XVI sino también el “colapso” de la teología de Juan Pablo II. De Juan Pablo II en cuanto que Joseph Ratzinger fue el teólogo de cabecera del Papa Woytila. Y si es el fracaso de la teología “particular” de estos dos papas, es también el fracaso de la teología que llamo yo “teología vaticana”, esto es, la que imponen, por medio de sus documentos, las congregaciones vaticanas. Y en primer lugar, la Congregación para la Defensa de la Fe o nueva Inquisición, cuando se lanza, inclusive con castigo y excomunión, contra las teólogas y los teólogos progresistas y de la Teología de la Liberación. Escribo congregaciones “vaticanas” más no “romanas”, como todavía se utiliza ampliamente, porque Roma es la capital de Italia. Roma ya no hace parte de la Iglesia católica.
Esa teología “particular” de los dos últimos papas y de los monseñores del vaticano no es otra cosa que la marcha atrás de las cuestiones fundamentales de la teología del Concilio Vaticano II. Y la cuasi vuelta a la teología del Concilio de Trento.
Desde mi ángulo de mira, y a título de ejemplo, saco consecuencias y/o enumero algunos otros temas de esa teología “particular” que ha colapsado:
Esa teología “colapsada” coloca a la jerarquía y no al Pueblo de Dios-Comunión en la fraternidad- sororidad, como matriz eclesial. En esa teología piramidal y muy poco de la entraña del Evangelio, se reafirma la centralidad del Papa por encima de todo el edificio eclesial, y no como parte de la Iglesia-Pueblo de Dios. Esa teología se expandió a nivel episcopal y parroquial. Los obispos deciden todo en la diócesis y el párroco decide todo en la parroquia. El laicado “sobra”. No tiene voz teológica pero sí muchas tareas y oficios que cumplir. Hace pocos meses, Benedicto volvía afirmar que el único “doctor” en la diócesis es el obispo. ¿Entonces para qué las teólogas y los teólogos? Nuevamente la reafirmación de la monarquía eclesiástica y la verticalidad del magisterio y de las decisiones.
Juan Pablo II, Benedicto II y los monseñores de Vaticano se opusieron a una verdadera colegialidad episcopal. Más que obispos pastores para el Pueblo de Dios, tenemos prefectos del Estado de la Ciudad del Vaticano. Los sínodos episcopales y las conferencias episcopales continentales y nacionales no tienen ninguna capacidad de decisión. Son órganos consultivos. Aún más, los monseñores del Vaticano se han arrogado el atrevimiento de corregir y cambiar a su manera, los documentos finales, imponiendo “su teología”, borrando aspectos fundamentales de la teología conciliar.
Juan pablo II y Benedicto II no impulsaron con vehemencia, en los hechos y en la praxis, la teología de la Iglesia como comunidad-comunión, es decir, la democratización de la Iglesia. Re-impusieron la iglesia piramidal, autoritaria, monárquica… El laicado sigue siendo menos que secundario.
Juan Pablo II-Benedicto XVI le pusieron zancadilla de peso al ecumenismo. “Sólo en la Iglesia católica subsiste la verdadera Iglesia de Cristo, todas las otras Iglesias no se pueden llamar Iglesias”. Cabe una pregunta de fondo: ¿Por qué las iglesias históricas de la Reforma persisten en el diálogo con el Vaticano, después de semejante ofensa, por decir lo menos, en el documento “Dominus Jesus”, del año 2000?
Juan Pablo II-Benedicto XVI le cerraron las puertas a una verdadera y profunda participación de la mujer en la vida de la Iglesia.
La teología de Juan Pablo II-Benedicto XVI en materia de sexualidad y cuestiones adyacentes, contradice las conclusiones sobre la sexualidad de otras iglesias y los desarrollos de la antropología, la ciencia y la teología progresista. ““Hablando con rigor, a los católicos les está prohibido mantener relaciones sexuales que no tengan la intención de procrear; contraer segundas nupcias después de un divorcio; usar preservativos; admitir el aborto en ciertas circunstancias; aprobar la unión de homosexuales; defender el cese del celibato obligatorio para el clero; y el acceso de las mujeres al sacerdocio””, Frei Betto, O.P. (2).
En otras cuestiones científicas transcribo conceptos de Frei Betto: “… Pero falta por profundizar en las filas católicas el debate sobre el uso de células troncos, la nanotecnología, la fertilización de embriones y otros temas concernientes a la biotecnología y a la bioética. La ciencia se emancipó de la religión y corre el peligro de abandonar los parámetros éticos, en el caso de que los potenciales proveedores de dichos parámetros se divorcien de ella”(2)
Juan Pablo II-Benedicto XVI casi borraron de la faz de la Iglesia católica a los movimientos eclesiales progresistas. Reinan los de teología tradicional y conservadora: Opus Dei, Comunión y Liberación, la institución sacerdotal de Marcial Maciel, los “Caballeros de la Virgen”, la “Fraternidad san Pío X” del difunto obispo francés Lefebvre, los sacerdotes conservadores anglicanos, convertidos al catolicismo, para los cuales se creó una prelatura especial, …
El teólogo Jon Sobrino, en su artículo “Benedicto XVI, Dios, el hambre y nosotros”, escribe: … Benedicto… no se ha mostrado tan sensible a lo absolutamente inhumano y deshumanizante que es el hambre: las mayorías de pobres, oprimidos, esclavos, marginados, excluidos, asesinados, masacrados, las inmensas mayorías de la humanidad. (4).
“La Aniquilación de la iglesia del pueblo y la teología de la liberación”
Escribe Marc Vandepitte (Holanda), el 20 de febrero de 2013: “El primer paso es la creación de una base de bancos de datos de las conferencias episcopales, los teólogos de la liberación, los religiosos progresistas, los proyectos pastorales sospechosos, etc. En casi todas las diócesis se nombran obispos y cardenales ultraconservadores y abiertamente de derecha. Tan solo en Brasil se nombran una cincuentena de obispos conservadores. Al final de los años ochenta, cinco de 51 obispos peruanos son miembros del Opus Dei. Chile y Colombia siguen el mismo camino. Los obispos disidentes están bajo presión, algunos reciben cartas de advertencia; a otros se les prohíbe viajar o son llamados a rendir cuentas” (3).
¿Cuántos años se necesitarán para restablecer, a fondo, la teología del Concilio Vaticano II y sus posteriores desarrollos?
Pero la cuestión de fondo es aún mayor. Esa teología “particular” hace parte de la estructura mental de varias generaciones de obispos y de sacerdotes, por toda la geografía católica. Es la teología que no sólo se enseña sino que reina en los seminarios. Teología que forma y deforma a obispos y sacerdotes, no sólo dóciles y obedientes sino incapaces del mínimo sentido crítico y analítico. Desde hace treinta y cinco (35) años se ha impuesto y se ha difundido. ¿Cuántos años necesitaremos para cambiarla? Es casi un imposible. Seguirá vigente muchos años. Y esa vigencia ahondará aún más el super abismo ya existente, con el mundo moderno y la sociedad postmoderna. Mientras se da el cambio, si es que el nuevo Papa abre las puertas, lo que no es seguro, millones y millones de fieles se habrán alejado aún más de la Iglesia católica.
Bogotá, 11 de abril de 2013, en vísperas de la apertura del Cónclave.
(1) Página de Boff en web Koinonía –y reproducida en ADITAL, Brasil, 2013-03-09
(2) Frei Betto, Columna de opinión en ADITAL, Brasil, 07-03-13.
Desafíos para el nuevo papa.
(3) Marc Vandepitte (Holanda), 20-02-201.
WEBTlaxcala:http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=9306
(4) Artículo en Eclesalia, marzo 7 de 2013 y Redes Cristianas, el 10 de marzo.
Héctor Torres colocó la frase en negras.