El economista
La zona euro ha mutado desde que al inicio de 2010 se desencadenara la crisis en Grecia hasta convertirse en una selva donde sólo los más fuertes sobreviven. Este análisis ha sido expuesto esta semana por el ministro finlandés de Asuntos Europeos, Alex Stubb. En una conferencia el jueves en el Colegio Europeo de Brujas (Bélgica), cuna de sucesivas hornadas de eurócratas, Stubb afirmó: «El euro se ha convertido en una moneda esencialmente darwinista.
El mercado premia a los países triple A y castiga a los que han sido indolentes con sus finanzas públicas. La supervivencia del más fuerte prevalece».
1 ¿Qué está pasando y cómo empezó todo?
Durante la década que siguió al lanzamiento del euro, los mercados confiaron en que todos lo países de la zona euro eran tan solventes o casi tanto como Alemania. Y les permitieron endeudarse a tipos de interés tan bajos que, igual que ha ocurrido con los hogares en España, alentaron un exceso de deuda pública en países como Grecia donde, además, sus sucesivos Gobiernos falsearon las cuentas públicas y sus ciudadanos generalizaron la economía negra, el fraude fiscal y la evasión de capitales; algo que no se perdona ni se comprende en el centro y el norte del Viejo Continente. El resto de Estados superó también el umbral de endeudamiento razonable al intentar combatir la crisis financiera y económica mundial que comenzó en 2007 y aún está en curso.
2 ¿Cuál es el papel de Alemania en esta crisis?
Además de mostrar públicamente sus reticencias a socorrer a Atenas, el Gobierno de Alemania agitó el fantasma de que Estados como Grecia podían quebrar e incluso ser expulsados del euro. Cundió el pánico, y los especuladores aprovecharon para pescar en río revuelto. Para cubrirse ante el riesgo de prestar a Grecia, los inversores elevaron la prima de riesgo: es decir, exigieron de golpe a la República Helénica y a otros países dudosos unos tipos de interés mucho más elevados que a Alemania (considerada un refugio seguro) y así encarecieron en exceso su financiación. La envejecida y endeudada Alemania, por el contrario, aprovecha su prestigio para financiarse a precios históricamente de saldo.
Para no incurrir en una bancarrota, Grecia tuvo que pedir prestado a sus socios europeos y al Fondo Monetario Internacional (FMI). Lu ego hicieron otro tanto Irlanda y Portugal. España, que estuvo al borde del abismo en primavera de 2010, vuelve a estarlo con Italia.
3 ¿Cuál es el papel del Banco Central Europeo (BCE)?
El BCE, cuya misión legal se limita por deseo de Alemania a contener la inflación, ha buscado argumentos legales para, pese a todo, ofrecer la liquidez que necesitan los bancos para no desplomarse como Lehman Brothers; y comprar deuda pública y evitar que se dispare la rentabilidad que los inversores exigen a los Estados. Además de por sus corsés legales inexistentes en casos como el de la Reserva Federal estadounidenses, las intervenciones del BCE se han visto limitadas por una Alemania que teme efectos secundarios como un repunte de la inflación. El miedo alemán hunde sus raíces en la historia más negra del país en el siglo XX, cuando la Gran Depresión condujo al régimen nazi. Pero también en el hecho de que los alemanes son un pueblo ahorrador, y si subiera la inflación consumiría el valor de sus ahorros. El propio BCE insta a los políticos a que para salir de la crisis reformen sus economías y saneen sus presupuestos, y no se duerman en los laureles.
4 ¿Puede escindirse en dos velocidades la zona euro?
Alemania no deja de dar señales, de manera intermitente, de querer soltar lastre y desprenderse de los países en apuros. Una de las ideas que baraja Berlín es emitir deuda pública de manera conjunta sólo con países más o menos boyantes como Austria, Holanda, Finlandia, Luxemburgo y Francia. Crearía un mercado de deuda pública casi comparable al de Estados Unidos que abarataría la financiación para sus miembros. Al mismo tiempo, los países excluidos de este núcleo duro tendrían dificultades crecientes para colocar sus bonos a precios asequibles, lo que los dejaría en la antesala de la quiebra y la expulsión de la moneda única.
5 ¿Hay alguna p osible solución a la crisis?
Mientras Estados Unidos y Reino Unido han recurrido a un mecanismo tan simple, clásico y teóricamente ilimitado como financiarse a través de sus respectivos bancos centrales -aunque no libre de contraindicaciones como la depreciación de sus divisas y la aceleración de la inflación-, la zona euro se ha embarcado en negociaciones bizantinas para crear mecanismos de rescate que no terminan de ser eficaces ni de estar suficientemente pertrechados para apuntalar economías del tamaño de la española o la italiana: demasido grandes para dejarlas caer sin que arrastren a la economía global, pero también demasiado grandes para poder rescatarlas. Además, los países en apuros del euro no pueden recurrir a una devaluación para impulsar la competitividad de sus economías, y se ven obligados a seguir compitiendo en el mercado único europeo con la locomotora alemana sin ni siquiera poder parapetarse detrás de aranceles aduaneros.
6 ¿Son eficaces los planes de austeridad de la UE y el FMI?
Están basados en previsiones erróneas y la voluntad alemana de prestar cuanto menos ayuda mejor. Exigen recortes radicales en plazos demasiado cortos, y matan así el crecimiento económico en los países rescatados salvo Irlanda. El plan de privatizaciones impuestas a Grecia es irreal y obligaría a Atenas a precipitarse y malvender.