Chile: los rugidos de la segunda Asamblea eclesial -- Agustín Cabré

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Se realizó en Santiago la segunda Asamblea eclesial, un encuentro masivo de representantes de todos los obispados del país para analizar los signos de los tiempos, dialogar criterios y establecer unas líneas pastorales. Ellas serán las que el episcopado recoja para ser aplicadas en el futuro inmediato en la iglesia chilena.
El ambiente fue grato. Se vivió una cercanía fraterna entre los 29 obispos, el clero y el laicado que participó mayoritariamente. Al recibir los aportes de los participantes, el presidente del episcopado nacional, Ricardo Ezzati, señaló que los Obispos de Chile han percibido, experimentado y agradecido esta experiencia del Espíritu en estos días. Agregó que el compromiso de la CECh y de todos como Iglesia, es hacer toda esta reflexión una tarea de discernimiento porque en ella ?hemos visto el norte que el Espíritu Santo quiere imprimirle a nuestra Iglesia.

Fueron seis núcleos temáticos los que llegaron al final de la carrera en la que participaron muchas propuestas. Así quedó el listado: 1) La crisis de fe y la búsqueda de sentido en el Chile de hoy. 2) El malestar social y el mundo de los excluidos. 3) La renovación de la misma iglesia. 4) El cambio cultural y el rol de la mujer. 5) El anhelo de la familia. 6) El cuidado de la creación.

Estos seis grandes temas engloban en sí muchas otras realidades pastorales. Pero es un dato interesante comprobar que, por fin, el acento se puso en una iglesia más misionera por sobre una iglesia preocupada de cuidar el armario de la sacristía. Es decir, se trató de enfrentar los grandes desafíos para una iglesia que debe evangelizar al siglo XXI, que se presenta cada vez más acelerado y centrífugo respecto a la cosa religiosa tradicional.

En esta temática establecida en la Asamblea sin duda apareció la voz del laicado. Del laicado y de un pequeño grupo de religiosas y religiosos y del clero secular que desde hace tiempo viene planteando las tres ?R?? que harán girar el sistema eclesial en 180 grados: Reorganización, Renovación, Revolución.
Algunos creen posible solamente una reorganización de lo ya existente en la tarea pastoral. No aspiran a más, aunque la línea que está mostrando en los gestos y las palabras el papa Francisco les puede ayudar a soñar pasos más decididos. Porque reorganizar es solamente cambiar las formas de algo que estaba ya estructurado. Han sido tantas las decepciones históricas que ciertos grupos eclesiales han entrado en la línea pragmática de ?lo posible??.

Otros, en cambio, piensan y proponen la renovación, es decir, buscan el cambio de una cosa por otra similar por haber quedado vieja, o por haber terminado su periodo de validez, según señala el diccionario. Renovar es aventurar una nueva propuesta. Para enfrentar con respuestas válidas los desafíos que presenta el siglo XXI; ya no bastaría con reorganizar lo existente sino que es necesario cambiar lo que ya está obsoleto. No se trata de una pomada. Es una sustitución de algo por otra cosa mejor. Y ahí se da un amplísimo campo donde la pastoral necesita una renovación profunda especialmente en los temas de catequesis, liturgia, formación sacerdotal, relaciones obispo-pueblo, pastoral juvenil, diálogo con las culturas emergentes, etc.

Finalmente otros optan decididamente por la revolución de todo el sistema eclesial. Requieren un cambio inmediato o transformación radical y profunda respecto al pasado. No se trataría de re-fundar la iglesia, pero sí de darle rostro y cuerpo, vida, que la presente como una realidad no solamente renovada sino nueva. Creen que lo que fue debe quedar en los archivos, en la historia y en la nostalgia del pasado. Hoy es otro el mundo y debe ser otra iglesia. Una comunidad donde se viva la fraternidad en lugar de la dependencia, la igualdad por encima de lo piramidal, la libertad más allá de las normativas asfixiantes.

Pero especialmente que se viva la amistad gozosa con el Señor de la vida en el seno de una comunidad atenta a cuidar la creación, cuidar al hermano, cuidar la ecología personal que nos hace crecer como personas. Así la celebración de la fe ya no será la misa rutinaria del domingo, la formación cristiana no será la catequesis establecida a modo de clases escolares, ni la predicación será el monólogo distante del cura párroco gritada a quince metros de distancia del auditorio más próximo. La caridad no será solamente el reparto de camisas o de panes con algo de mortadela sino un involucrarse con las personas y las necesidades de los marginados para acompañarlos en la recuperación de su dignidad.

Mucho camino habrá que andar. Pero la II Asamblea eclesial de Chile nos hace recuperar la esperanza. Dicen que los laicos allí rugieron fuerte. Pero nada se sacará con lanzar rugidos si no salen de las jaulas históricas en donde fueron colocados.