Chile: Bicentenario convulso -- Rodrigo Aguayo Beroiz, SJ [Chile]

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33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad, un terremoto con maremoto incluido, 34 Mapuches en huelga de hambre durante 80 días. Sacudido por estas convulsiones sociales y naturales celebra Chile su bicentenario.

Chile en su bicentenario celebra una larga historia de torpezas. Es el bicentenario de los sordos torpes. Hemos sido torpes ayer y seguimos siendo torpes hoy sin reconocer nuestras sorderas. Incomoda que ante tanto llamado a la unidad y a la concordia repetido en la celebración de nuestros 200 años como país, enfrentemos la posibilidad de muerte de una parte de nuestro Chile que ha hablado por tantos años y que nadie (ni políticos, ni Iglesias, ni medios) ha querido escuchar a tiempo.

Me refiero hoy, concretamente, a la situación dolorosa del pueblo Indígena del Sur de Chile. La voz de alarma nos llega con la huelga de hambre de 34 Mapuches. Fueron llevados a prisión acusados de actos terroristas. Sus 80 días en huelga de hambre llamaron la atención sobre la injusticia de aplicarles la Ley Antiterrorista y la Justicia Militar ?sin presunión de inocencia y sin elementos mínimos de un juicio justo.

Una de las cosas difíciles hoy es tratar de comprender la historia de marginación y discriminación que ha sido víctima el Pueblo Mapuche durantes años. Sobre todo cuando tendemos a hacer un salto desde la conquista de los españoles hasta el conflicto que hoy vivimos. No es fácil de explicar ni de entender. Al final, la huelga de hambre, que terminó hace quince días, simboliza la incapacidad como sociedad chilena de alimentar un vínculo con nuestros pueblos originarios. En ello queda expresada nuestra incapacidad para establecer un diálogo de mutuo reconocimiento y respeto en un sólido y permanente tejido social.

Los Mapuches han gritado por justicia por tantos años. Sin huelga de hambre. En tantas mesas de diálogo con promesas incumplidas. Los resultados han sido mezquinos y desesperanzadores. Esta ha sido una historia de diálogos frustrados. Durante tanto años ?demasiados?se ha deshecho el vínculo. Por eso recobrar confianzas requiere un camino igual de largo. Ese es el gran desafío a enfrentar. Uno donde todos reconozcamos nuestra dificultades para sentarnos a la mesa a prestar real atención a las demandas del Pueblo Mapuche; donde reconozcamos también su diversidad (rural, urbano, viejo, joven, mujer, hombre), con sus relatos de esfuerzo, de intereses y anhelos. Esa falta de oído, ha hecho que los miremos con desconfianza y hasta con temor.

El camino de reparación es largo. Esperemos no caer en nuevas negligencias donde los Mapuches tengan que asumir el costo otra vez.

[Publicado también en www.theclinic.cl]