Señor Ministro del Interior de Francia, Nicolás Sarkozy
Señores Ministros del Interior de la Unión Europea.
Koudougou, 5 de abril de 2006
Y seguirán llegando…
Pareciera ser que una de vuestras actuales preocupaciones es poner límites al ininterrumpido flujo de refugiados económicos, en su mayoría procedentes del África negra, que asedian las fronteras de la Unión Europea.
Conocemos desde hace mucho tiempo la fuerza de esa presión y la existencia de miles de cadáveres que balizan las rutas del desierto cuando de los viejos camiones caen extenuados, cuando en el estrecho de Gibraltar naufragan las frágiles embarcaciones o cuando en las autopistas europeas se olvida airear los contenedores o los tanques en que viajan.
Cuando un camino se cierra, otro se abre…y ¡seguirá siendo así durante mucho tiempo!
Ustedes podrán seguir fletando esos humillantes charters de «regreso al país» que tan profundamente hieren el hospitalario espíritu africano, ustedes podrán poner una tercera alambrada en Ceuta y Melilla, ustedes pueden organizar regresos hacia las fronteras bajo las luces de las cámaras de televisión que tranquilizará a vuestra mal informada opinión pública, pero nada de eso detendrá la llegada de refugiados económicos.
Ellos seguirán llegando porque el gobierno francés y los gobiernos europeos no quisieron jamás que los campesinos africanos del África Occidental (80% de la población africana) pudieran vivir del trabajo de su tierra. Ustedes se niegan a comprar sus productos a un precio remunerativo que les permita quedarse en su país. Ustedes se niegan a invertir en agricultura familiar, capaz de arraigar a las poblaciones en su propio territorio. Ustedes prefieren siempre llevar y distribuirles ayudas tardías basadas en stocks de productos sobrantes y costosos gastos de transporte en lugar de crearles un ambiente propicio al desarrollo de sus propios productos y de sus propios stocks. Ustedes desestabilizan sus mercados con los falsos precios del seudo mercado mundial que ustedes manipulan a su gusto, a través del dumping y las subvenciones. Y pregonan a todos esta supuestamente novedosa verdad: comercio ultraliberal = desarrollo, mientras nosotros seguimos viendo diariamente que esta receta sólo sirve para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres…
Seguirán llegando de todos modos porque vuestros colegas encargados del desarrollo lo han reducido a menudo a ayudas presupuestarias o a préstamos puntuales que sólo favorecen a los corruptos regímenes que gobiernan los Estados donde reina la falta de derechos, la corrupción y el permanente chantaje a los más débiles. De este modo y en este ambiente quedan pocas posibilidades de que los más jóvenes estén motivados para no salir. Ellos quieren ir a Europa, y llegarán.
Llegarán porque esos jóvenes que abandonan el campo no encuentran en las ciudades infra equipadas, ni trabajo, ni consideración, ni perspectivas de futuro. Los pocos empleos existentes están ya en manos de una minoría que los acapara. Sólo quedan los caminos de la aventura que brilla ante sus ojos a través de las emisiones de TV5 internacional. Sueñan con Europa.
Llegaran de todos modos porque finalmente ustedes los necesitan en las tareas agrícolas (de legumbres, frutas y primicias), porque los grandes distribuidores al disminuir los precios impiden pagar justamente a quienes producen y cosechan; los necesitan en la construcción porque los convenios de subcontratación, aunque generan importantes beneficios, no permiten pagar adecuadamente la mano de obra del sector.
Cuando la comunidad europea sea consciente de que el mundo necesita de todas las agriculturas del planeta; cuando la comunidad europea decida que es bueno y justo que África proteja sus nacientes procesos productivos (agrícolas y otros) para lograr la soberanía alimentaria; cuando la comunidad europea abra verdaderamente sus mercados a la producción del África subsahariana para que ésta sea finalmente económicamente sustentable; cuando la comunidad europea renuncie a imponer sus Acuerdos de Asociación Económica, que son en realidad acuerdos de libre comercio, que arruinarán lo que aun queda de la producción local y empobrecerá más aún a los Estados africanos; cuando la comunidad europea deje de apoyar a las «democraturas» africanas, sólo entonces, Señor Ministro, Señores Ministros, disminuirá la presión en vuestras fronteras.
¡Valentía, señores !