Soy una voz más entre tantas que han querido darle las gracias por sus recientes declaraciones en El País del pasado 27 de agosto. No las agradezco simplemente porque piense igual que usted (todos sabemos que nuestra verdad es siempre parcial y necesita ser completada), sino porque ha dado usted una voz casi oficial al sector de la Iglesia silenciada de España.
San Agustín formuló aquello de ?libertad en lo opinable, unidad en lo necesario, caridad en todo??. Y en la Iglesia española se ha tratado de poner una unidad en cosas opinables acompañada, en mi opinión, de procedimientos faltos de caridad (censuras a intervenciones habladas o escritas de un sector eclesial; desfiguración del rostro de Caritas que era antes una de las presencias más ejemplares de la Iglesia, presiones a organismos académicos para que destituyeran profesores…).
Jesús no habría actuado así, ni aunque fuesen reales los problemas. Y estas cosas, naturalmente, entrañan el peligro de una reacción que lleve a la falta de unidad en lo necesario: porque esa falsa unidad impuesta vulnera la credibilidad de muchas cosas necesarias. ?ste es el sentido de mi agradecimiento. Usted y yo sabemos bien qué larga y difícil es la reconciliación entre los humanos. Pidamos a san Benito, que tuvo tanto sentido de esa fraternidad ?tan necesaria en la Europa de hoy como en la del siglo V? para que sepamos trabajar por ese pluralismo reconciliado que tanto necesita nuestra Iglesia