Mi hermano Andrés: En vísperas del proceso de Jesús, veo que también a ti te han citado a examen, los responsables de la Comisión Doctrinal de la Fe para que aclares ciertos aspectos de tu pensamiento y enseñanza, que pueden confundir al pueblo. No es casual que a ti, al igual que a Jesús, (“¿Quién te ha dado la autoridad para actuar así?” (Mr 11, 2-28)) te cuestionen por tus nuevas interpretaciones teológicas, pues como Él, presentas una nueva imagen de Dios y una nueva imagen de la religión.
La Comisión Doctrinal de la Fe pudiera cumplir en el campo de la investigación teológica la función positiva de estimular, discernir y coordinar si estuviera compuesta por miembros de diversas tendencias teológicas y funcionase con reglas de carácter democrático. Pero, en este punto en lugar de avanzar hemos retrocedido, con contradicción obvia del Evangelio y de la modernidad.
Los expertos “oficiales de” una Conferencia Episcopal no son los representantes de la iglesia universal, ni de su magisterio, ni debieran actuar sin pararse a contrastar con otros expertos y teólogos y acordar entre todos conclusiones más justas y acertadas. Pero, por desgracia, suelen hablar en nombre de toda la Iglesia, y no en nombre propio, con aire de infalibilidad, como si recibiesen inspiración directa del Espíritu Santo. (Cuando saben muy bien que ni las Escrituras ni el Magisterio se presentan en todos sus aspectos libres de imperfección, de error o infidelidad al mensaje del Evangelio).
Denuncio, pues, y me rebelo contra este procedimiento de la Comisión Doctrinal de la Fe que no se ajusta al Evangelio y merma el atractivo y credibilidad de la Iglesia.
Me indigna, en este sentido, que personas como nuestro querido teólogo Andrés Torres Queiruga, que tanto ha trabajado por dar un rostro nuevo a la teología y que tanto bien ha hecho, sea puesto bajo sospecha, en lugar de ser reconocido y apoyado.
Nuestra jerarquía debería preguntarse por qué tantos cristianos se están alejando cada vez más de la Iglesia, incluyendo en tal alejamiento muchas veces no sólo el de la Iglesia sino también el del Evangelio. Ciertamente, no será por los escritos de Andrés Torres Queiruga. Sus libros están ayudando a muchísimos a comprender y vivir mejor su fe y a permanecer en la Iglesia. Es inmenso el bien que ha hecho y sigue haciendo. ¡Cuántas personas me han dicho que gracias a sus libros han podido entender mejor el tema fundamental de la Resurrección y el problema del Mal!
La Iglesia, al modo como ellos lo hacen, tiene derecho a exigir que se examine a los miembros de la Comisión a ver cómo andan en teología, en saber, en humanidad, en comunión fraterna con el hermano.
En Madrid, querido Andrés, hay mucha movida a favor tuyo. Van a tener que escuchar verdades que seguramente las recibirán como si fueran mártires.
Quiero que sepas que en mi corazón no hay basurita ninguna hacia nadie, pero también creo que Jesús se indignó contra los
Servidores del Templo. Voy a cumplir 86 años, pero mi corazón es libre como el Viento y siento que mi vida se acerca al Examen definitivo en el Amor… pero es parte de mi amor la indignación por la injusticia, la envidia, el monopolio de la verdad, la egolatría y la idolatría de las formas ya fosilizadas del pasado. Sólo Jesús está vivo y es el único –su Palabra- la que nos va a juzgar.
Un abrazo inmenso de amor, admiración, respeto y comunión contigo.