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Medellín, mayo 23 de 2017
Muy apreciados señores Obispos del Pacifico Colombiano
Señor Arzobispo de Cali, Señor Obispo de Buenaventura, Señor Obispo de Tumaco, Señor Obispo de Quibdó, Señor Obispo de Istmina-Tadó, Señor Obispo de Guapi,
Desde Pax Christi Medellín, la Mesa Ecuménica Nacional por la Paz – MEP, la Asociación de Presbíteras Católicas Romanas y la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia – COMOSOC, juntamos nuestras voces a las muchas que se han levantado desde todo el país para apoyarlos a Ustedes y a nuestros pueblos afrocolombianos. Estos pueblos acumulan siglos de negación y más de un siglo de luchas por la vida, el territorio, la dignidad y la paz. Lo han hecho de manera pacífica, han exigido desde sus organizaciones y líderes la presencia real y permanente del Estado colombiano que sistemáticamente persiste en condenarlos al olvido y al abandono.
Nos es claro y es claro a las apercibidas miradas del mundo entero que los centros de poder y sus beneficiarios reservan las ricas geografías del Pacífico, sus costas, sus mares, su suelo y su subsuelo, sus selvas, sus ríos y su fauna para ulteriores saqueos y apropiación para sus arcas privadas. Pero sus poblaciones no les importan; vemos la vida de la gente y sus condiciones de sobrevivencia en franco deterioro y en línea de miseria, se violan impunemente sus derechos fundamentales como salud, vivienda, seguridad y soberanía alimentarias, educación, trabajo digno, servicios públicos, bienestar social, derechos políticos y culturales. Se deteriora la vida, no hay condiciones objetivas para la paz.
Las ambiciones de unas minorías nacionales ligadas al poder político, al poder económico, al poder militar y al poder de los grandes medios han hecho de nuestra Costa Pacífica una ancha geografía para la humillación y la muerte de los pobladores. Y del suelo, sus riquezas y su inmensa biodiversidad, un escenario de devastación y de usurpación. El voraz apetito de las multinacionales cohonestado por las políticas nacionales son una de las causas más grandes del empobrecimiento del suelo y de sus gentes.
Como cristianas, cristianos y miembros de la iglesia que suman sus esfuerzos por la paz con organizaciones sociales y populares, les agradecemos su valentía profética y su coraje pastoral. Porque ustedes han levantado su voz para acompañar a su pueblo y sus luchas, para proteger la vida, el territorio y la dignidad de sus hermanas y hermanos oprimidos. Esa actitud nos evangeliza y nos llena de gozo y esperanza. Y nos invita a hacer de la causa de nuestros pueblos afrocolombianos y particularmente del Pacífico colombiano, la causa de todas y todos. “Todos somos Pacífico” y entendemos que la paz de toda Colombia se juega hoy en esa inmensa región secularmente olvidada por los poderes centrales. Su compromiso, hermanos obispos, nos mueve a comprometernos más firmemente en la difusión nacional e internacional de los hechos de violación de los derechos humanos, de violación de los derechos de los pueblos y de violación de los derechos de la tierra con la anuencia del gobierno nacional.
Los acompañamos, hermanos obispos, y estamos fraternalmente con ustedes,