Hermana mía:
No te extrañe que te escriba. Si ya ¡hasta he escrito cartas a Dios! Me pasa que, de tanto escribir, pienso mucho mejor escribiendo. Y como el escribir a solas es aburrido, imaginarme un interlocutor me inspira más. Esta vez has sido tú la víctima, porque tengo alguna pregunta perdida por ahí…
No voy a preguntarte si fuiste tú la primera testigo de una aparición del Resucitado (como cuenta Juan) o si fue todo el grupo de mujeres (como cuenta Mateo) o si, como narra Marcos, las mujeres salisteis todas asustadas sin decir nada a nadie. Sabemos ya que estos interrogantes, tan importante para nuestra curiosidad (que no para nuestra fe), eran ajenos a las intenciones de los evangelistas que, además, se debieron encontrar con distintas tradiciones orales, en parte coincidentes y en parte distintas. Sé que lo importante para los evangelistas en este caso es el dato de que el Resucitado se refiere a los apóstoles como “mis hermanos”, y en esto coinciden tanto Mateo como Juan. Lo importante es esa nueva situación nuestra desde la Resurrección de Jesús. ··· Ver noticia ···