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La libertad es la más sublime actitud cristiana. El último bastión de lucha en que todo cristiano y cristiana debe comprometerse para evitar vivir bajo la esclavitud del coloniaje porque Jesús vino a traer una libertad integral. Todos los puertorriqueños y puertorriqueñas sabemos que Puerto Rico está muy mal, es un verdadero caos; una de las naciones más corruptas del mundo, empobrecida, los servicios de salud mental y físico escasean, con una educación superior convertida en mercancía y las escuelas públicas en pésimas condiciones, con una altísima taza de emigración y desempleo, pobres políticas ambientales y como si fuera poco; dominados, controlados y usados por el gobierno de Estados Unidos. Gran parte de los problemas fundamentales están relacionados con el coloniaje. Cuando una nación controla, saquea, usa y domina a otra no hay libertad.
Cuando no hay libertad se ofende la dignidad humana, se denigra las personas, se les humillan, se les arrebata el poder de la toma de decisiones, se esclaviza, se desfigura la imagen y semejanza de Dios en el ser humano, Gen.1,26. En consecuencia se genera sufrimientos y dolores que claman al cielo y nadie escucha.
Frente a esa realidad de dolores y sufrimientos tenemos un gran reto: luchar por la libertad de Puerto Rico. Jesús nos vino a liberar de todas aquellas condiciones que nos puedan esclavizar: condiciones políticas, jurídicas, culturales y económicas. Jesús pasó su vida curando los enfermos y los poseídos por el mal, mostrando su compasión e inaugurando el Reino de Dios y su justicia. Liberando los pobres de sus cargas, sufrimientos y dolores físicos y espirituales.
Como dice san Juan 10,10: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”. No sólo vida espiritual, también una vida plena, una vida decente y libre. Vida espiritual y material no están divorciadas, la materia del cual esta formado el universo, la Tierra, la naturaleza y nuestros cuerpos todo fue hecho por Dios. Si la materia fuera mala, obviamente el Creador no la hubiese creado.
Desde una perspectiva ética las condiciones antes mencionadas nos esclavizan, por esto tienen que ser revertidas. Porque son contrarias a la propuesta de Jesús: el Reino de Dios y su justicia. Hay consenso entre la mayoría de los teólogos y teólogas Protestantes y Católicos que el mensaje central de Jesús fue el Reino de Dios. “Venga a nosotros tu Reino” dice la oración que Jesús le enseñó a sus discípulos y discípulas. El coloniaje es anti-reino. Un reinado que comienza en la vida presente y se extiende hacia la escatología, libre de todos males, sin humillaciones, sin dominios, sin opresión y saqueos por parte de una nación sobre otra nación. Desde ya en la historia comenzamos a preparar el material para su implantación definitiva del reinado que Cristo sellará: “Él habitará en medios de ellos… enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya habrá muerte ni lamento, ni pena, pues todo lo anterior ha pasado” Apocalipsis, 21.
Los cristianos y cristianas no podemos dedicarnos unicamente a la misa, al culto, al servicio del templo, a la caridad y prestar poca o ninguna atención a los grandes sufrimientos y dolores del pueblo a causa de nuestra realidad colonial. Los tres poderes políticos de Estados Unidos ha reconocido que los poderes de Puerto Rico residen en el Congreso, la Junta de Control Fiscal es un indicador de ello y la Organización de las Naciones Unidas ha declarado en la resolución 1514 que el colonialismo es un crimen contra la humanidad. Frente a éste crimen contra la humanidad nos preguntamos ¿Quiere el Dios de Jesús que nos dediquemos solamente a nuestras celebraciones mientras nuestros hermanos sufren los efectos del coloniaje?. Una iglesia que se dedica a Dios y se hace de la vista larga del sufrimiento de sus hermanos, no es la iglesia de Jesús. “El que ama a Dios y no ama a su hermano, es un mentiroso”, indica I san Juan 4,20. Nuestros hermanos y hermanas están siendo esclavizados y como dijo el pastor y mártir Dietrich Bonhoeffer: “Sólo quien levante la voz en favor de los judíos puede cantar gregoriano”, añadimos hoy, sólo quien levante la voz en favor de los puertorriqueños y puertorriqueñas puede cantar en la iglesia.
El centro y eje del cristianismo es el Evangelio liberador expresado en la misión de Jesús, Lucas 4-16-22: “El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha escogido para llevar las buenas noticias a los pobres… para poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia”. Misión extendida a nosotros y nosotras en la actualidad. Y también en Mateo 25 declara: “Lo que hiciste a uno de estos a mi me lo hiciste”.
Se nos dirá que religión y política no se mezclan porque Jesús dijo que “Mi reino no es de este mundo”. Lo que quiere decir que no es como este mundo de violencia, poder, dinero y opresión. Además cuando le presentaron una moneda a Jesús dijo dar al cesar lo que es del cesar y Dios lo que es de Dios, lo que significa es dar esa porquería al cesar y a Dios lo que es de Dios. La política de Jesús fue la política del bien común, no la política partidista. Él pasó su vida demostrando compasión hacia los pobres, los marginados y los de “abajo” con los atropellados por el imperio romano y la cargas religiosas de la época.
Si las iglesias quieren ser creíbles, inspiradas en Jesús tienen que estar del lado de las víctimas, denunciar públicamente el coloniaje y apoyar los movimientos liberadores. Porque el Éxodo y los Éxodos de otros países siguen en la historia. El Éxodo no es una historia pasada, sigue en el presente histórico. Dios no bajó a liberar al pueblo, si no se valió de un grupo guiados por Moisés para liberar el pueblo y llevarlo a la tierra prometida y la tierra prometida hoy para los puertorriqueños no es otra que Puerto Rico.
No tenemos odio contra el pueblo estadounidense, sino que repudiamos el coloniaje de la misma manera que las pasadas trece colonias estadounidenses condenaron el coloniaje cuando fueron sometidos por el dominio británicio. Siguiendo los grandes pacifistas de la historia: Jesús de Nazaret, Buda, Martin L. King Jr., Rigoberta Menchú, Mahatma Gandhi, Vandana Shiva, Dalai Lama, Florinda Soriano Muñoz, san Francisco de Asis y muchos otros, sin abandonar nuestra identidad cristiana, podemos unidos luchar por la liberación de Puerto Rico. La liberación de Puerto Rico es fundamental e impostergable, no es un tema entre otros, no es pequeño problema. De no cumplir con nuestro deber ético y evangélico liberador la historia nos pasará la cuenta y nuestra conciencia también.