Caminos hacia la Felicidad -- Antonio Zugasti

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Terminaba mi último artículo planteando un tema fundamental, el tema de la felicidad. La búsqueda de una alternativa al engañoso camino que propone el capitalismo: a la felicidad por la riqueza y el consumo. Frente a este camino, el catedrático de ?tica y Sociología en la Universidad de Madrid, López Aranguren, entra en profundidad y nos da una respuesta contundente: La capacidad apetitiva del hombre es infinita, sólo con el infinito puede colmarse.

Y evidentemente el infinito no está en venta. Esta postura de Aranguren es compartida por una multitud de pensadores que han reflexionado sobre la felicidad humana. Y cualquier
persona con la suficiente madurez y sensibilidad, aunque no sea intelectual ni filósofo, se llega a dar cuenta de la quimera que es pretender llenar toda la profundidad de las aspiraciones
humanas con una serie de objetos materiales, por muy larga y lujosa que sea la serie.

¿Hay otros caminos? ¿Podemos acercarnos a la felicidad sin pasar por el consumo desaforado?
Vemos que un punto de coincidencia entre los estudiosos del tema es que la felicidad tiene mucho que ver con la autorrealización de la persona. Labramos nuestra felicidad cuando nos acercamos a la plenitud de nuestras posibilidades en cuanto a nuestra calidad humana.

Cuando llegamos a ser lo que podemos ser. Erich Fromm insiste en este ser, en contraposición al simple tener. Tener, es algo que queda fuera de nosotros, ser, afecta al fondo de la persona,
ahí es donde puede residir la felicidad.

Nos acercamos, pues, a la felicidad cuando nos desarrollamos como personas completas y equilibradas. El polo opuesto al hombre unidimensional que retrata Marcuse, para el cual sólo
lo económico es realmente importante, un hombre que tiene atrofiados aspectos fundamentales como persona humana. Vamos hacia nuestra felicidad cuando cultivamos nuestra inteligencia y alcanzamos un pensamiento propio, crítico y sólido a la vez, no manipulado desde fuera. Cuando desarrollamos nuestra sensibilidad ante la belleza y el arte.

Cuando desplegamos nuestra capacidad creadora en una actividad positiva, que pueda dar sentido a una vida humana. Nos acercamos a una existencia feliz cuando diseñamos nuestro propio proyecto vital, en una decisión de nuestra libertad, con sensatez y responsabilidad.
Cuando actuamos como seres sociales, conscientes de la importancia de las relaciones humanas en nuestra vida, en nuestro bienestar. Cuando potenciamos nuestras cualidades más positivas, como el amor, la generosidad, el sentido de justicia y la rectitud ética.

Cuando procuramos una psicología sana, liberada de miedos y obsesiones.
Sobre la actual obsesión por lo económico escribe Manuel Nieto-Sampedro, neurobiólogo:
«Nuestro problema fundamental va a ser controlar esa deformación patológica del instinto de conservación que es el ansia de beneficio económico a cualquier precio». Esta deformación patológica del instinto de conservación no es más que miedo a la vida, y el intento de protegernos con el dinero y con mil objetos y diversiones que nos defiendan de nuestra inseguridad. Mal camino éste para lograr la felicidad, cuando la felicidad lo que nos pide es que le demos sentido a nuestra vida, un sentido coherente con nuestra condición de seres humanos, seres espirituales, libres y con responsabilidad moral.

Creo que por este camino tendríamos que avanzar para presentar un modelo de bienestar que hiciera atractiva la renuncia al consumismo