En de 1989 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) instituyó el 11 de julio como Día Mundial de la Población. El objetivo era llamar la atención sobre la importancia de los problemas de población en el mundo, en particular en el contexto de los programas de desarrollo, y la urgencia de encontrar soluciones a los mismos. La elección de la fecha es simbólica ya que el 11 de julio de 1987 el número de habitantes del mundo llegó a los 5.000 millones. En la última década la población mundial experimentó un incremento sin precedentes, correspondiendo la mayor parte a los países en desarrollo.
El desarrollo poblacional implica nuevos desafíos y problemáticas a resolver, ya que en el debieran conjugarse el crecimiento económico en función del desarrollo humano. Sin embargo los datos estadísticos muestran en nuestra región, que la distribución de la riqueza sigue siendo una materia pendiente, en una provincia donde el incremento en el desarrollo económico no se ha trasuntado en un mayor acceso a cuestiones básicas como una canasta alimentaria nutricional, sobre todo para quienes cada vez tienen menos oportunidades.
De acuerdo a estimaciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos, la brecha económica y social entre el 10% más rico y el 10% más pobre se ha ampliado a niveles impensados: Los que viven en el 10 por ciento de los hogares más pobres reciben 65 pesos por mes. Y los que viven en el 10 por ciento de los hogares más ricos disponen de 2.226 pesos mensuales. De este modo, cada integrante de las familias más ricas percibe 34,2 veces más que el de la vivienda más pobre, explicaba un destacado periodista como Daniel Muchnik, para dar cuenta de la magnitud de los datos arrojados por el ente oficial.
Así los datos más recientes, correspondientes al último trimestre del 2005, marcaban una tendencia patética: la distancia entre los más ricos y los más pobres es de 32,1 veces.
Con ello queda demostrado que la tan mentada distribución de la riqueza se ve como un objetivo cada vez más utópico, al caer en una profunda diferenciación entre el crecimiento y el desarrollo humano. En otras palabras, cabría preguntarse hasta cuando se va a seguir aumentando la desigualdad social.
No obstante, desde las Naciones Unidas a través del Programa para el Desarrollo (PNUD) se ha planteado reiteradamente que la reducción de la pobreza es en gran medida función de la calidad de las instituciones de los países y sus políticas, y que la democracia y el desarrollo sostenibles requieren instituciones transparentes con rendición de cuentas, funcionarios profesionales competentes y responsables, y leyes y marcos reglamentarios de la vida económica y política abiertos y equitativos. El ejercicio de la democracia supone el acceso abierto a la información; la participación en las decisiones públicas; el respeto de los derechos económicos, sociales y culturales, incluyendo a aquellos más marginados de los beneficios del desarrollo de la sociedad.
Sin embargo el creciente desarrollo poblacional no ha ido de la mano del desarrollo económico, que deja excluido a un gran número de personas imposibilitadas de acceder a pautas mínimas de existencia.
La agenda latinoamericana de desarrollo ha fijado para los próximos años temas estratégicos como ?la construcción del estado de derecho, la garantía de la vida, de la integridad personal y familiar y de los derechos de propiedad especialmente de los pobres, el combate contra la corrupción, incentivando un espíritu emprendedor económico y social, la promoción y garantía de la competencia y la protección efectiva de consumidores y usuarios, la mayor participación ciudadana, el desarrollo de frenos y contrapesos efectivos en las democracias electorales, el establecimiento del marco de competencias incentivador de la descentralización, el desarrollo del servicio civil de mérito??.
Estas metas que han adquirido preponderancia a nivel de los objetivos en las políticas públicas -llevadas adelante por los estados nacionales- no siempre se ven reflejadas en el accionar concreto que los diferentes distritos deben sustentar.
Así el desfase entre uno y otro, cobra preponderancia al verse reflejada en las estadísticas vitales.
La vinculación de la pobreza con las políticas nacionales
Según las metas antes mencionadas, los programas efectivos contra la pobreza deben ser comprehensivos, y estar integrados con las políticas económicas nacionales y la construcción de capacidades nacionales, evitando el criterio de \»dos pistas\» que nunca se cruzan: el crecimiento por una parte y el desarrollo humano por otra.
En este sentido es preciso desarrollar un sistema para monitorear el progreso contra la pobreza.
Por eso es indispensable relacionar los datos estadísticos que sirven como indicadores para analizar los recursos, ver a dónde están destinados, y de qué manera se distribuyen.
En la Argentina los datos económicos marcan un crecimiento del 9,2 porciento, algo que en Entre Ríos -aún cuando los resultados de las encuestas llegan con bastante retraso- todo indicaría que la tendencia sería en igual sentido, ya que los sectores económicos que han alentado la economía argentina tienen pleno desarrollo en esta provincia.
Así sectores productores de bienes, la construcción, la industria manufacturera, o productores de servicios como el transporte, o sectores como la agricultura, la ganadería, la silvicultura y también el impacto que tuvieron las alzas en los precios de los cultivos agrícolas, la cría de animales y los servicios agropecuarios.
Como ya lo hemos señalado todas estas actividades son base de la economía regional y tienen pleno desarrollo en provincia.
Por ello, resulta una paradoja que en una economía regional que ha alcanzado una meta importante en cuanto al desarrollo económico, éste ingreso ponga de manifiesto la brecha cada vez más marcada entre los que más tienen y los que menos.
Una vez más hablar de la brecha significa ver por qué se produce esa diferenciación, a dónde van a parar los recursos económicos generados en la provincia, y preguntarse en todo caso, más concretamente sobre aspectos tendientes a paliar la situación de desigualdad, como por ejemplo por qué los programas de salud y acción social que se están llevando adelante en Entre Ríos no cuentan con fondos propios y son sostenidos con recursos de la Nación.
Los índices del hambre y la muerte
Los indicadores básicos de un país ?tanto demográficos, socioeconómicos, de acceso y cobertura, de morbi-mortalidad, entre otros- sirven para ver en qué situación nos encontramos y de qué manera nos acercamos a metas de desarrollo humano.
Dentro de estas metas, se encuentran los denominados ?Objetivos del Milenio?? por los cuales se priorizan fundamentalmente fines en torno a la salud, y por ello se presentan también indicadores de la evolución de los objetivos de reducción de problemáticas sociales como por ejemplo la mortalidad infantil, materna, enfermedades, VIH SIDA, por solo mencionar algunos.