Este domingo (31), brasileros y brasileras eligieron su primera presidenta. Dilma Rouseff, del Partido de los Trabajadores (PT), ganó la elección de segunda vuelta, en la que disputaba la presidencia de Brasil para los próximos cuatros años con José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasilera (PSDB). La disputa electoral terminó con 55,7 millones de votos contra 43,7 millones. En su primer discurso como principal representante de Brasil, Dilma se comprometió con una importante gama de compromisos, entre ellos la erradicación de la miseria.
Por ser la primera mujer en dirigir la octava mayor economía global, ya que ni siquiera el cargo de vicepresidente había sido ocupado por una mujer, Rouseff no podría dejar de resaltar que su primer compromiso después de la elección será «honrar a las mujeres brasileras para que este hecho, hasta hoy inédito, se transforme en un evento natural y que este evento pueda repetirse y ampliarse» (…) «La igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres es un principio esencial de la democracia», completó.
La presidenta utilizó el primer discurso para hacer sobresalir temas ya tratados en la campaña electoral. Afirmó que su gobierno estará comprometido con la erradicación de la miseria, con el fortalecimiento de la economía y la lucha por una reforma política. Para cumplir con su palabra, Dilma pidió la ayuda y empeño de varios actores sociales.
«Refuerzo aquí mi compromiso fundamental: la erradicación de la miseria y la creación de oportunidades para todos los brasileros y brasileras. Resalto, sin embargo, que esta ambiciosa meta no se realizará por la voluntad del gobierno. Es un llamado a la nación, a los empresarios, a las iglesias, a las entidades civiles, a las universidades, a la prensa, a los gobernadores, a los alcaldes y a todas las personas de bien. No podemos descansar mientras haya brasileros con hambre, mientras haya familias viviendo en las calles, mientras niños pobres que estén abandonados a su propia suerte».
En virtud de que el Partido de los Trabajadores ha sido acusado de no respetar a la prensa, Rouseff no se olvidó de tocar esta temática. Así, la presidenta registró su compromiso de vigilar para que exista una amplia libertad de prensa.
«Quienes como yo, lucharon por la democracia y por el derecho a la libre opinión arriesgando su vida; quienes como yo y tantos otros, que ya no están más con nosotros, dedicamos toda nuestra juventud a luchar por el derecho de expresión, somos naturalmente amantes de la libertad. (…) Digo y repito que prefiero el barullo de la prensa libre al silencio de las dictaduras. Las críticas del periodismo libre ayudan al país y son esenciales para los gobiernos democráticos, indicando errores y resaltando la necesaria contradicción».
Poco tiempo después de que la ex-ministra jefe de la Casa Civil, Erenice Guerra, pidió la renuncia en virtud de acusaciones de tráfico de influencias, Dilma utilizó su primer pronunciamiento para afirmar su compromiso en el combate de la corrupción y garantizar que no aceptará irregularidades en la administración pública. «No habrá compromisos con el error, el desvío y lo injusto. (…) Los órganos de control y de fiscalización trabajarán, con mi respaldo, sin jamás perseguir adversarios o proteger amigos», resaltó.
Para el final del discurso quedaron los agradecimientos. Lula, patrocinador y padrino político de Dilma, no podría ser y no fue olvidado. La presidenta se emocionó al agradecer el apoyo y el tiempo de convivencia con Lula y garantizó que, a pesar de tener la difícil tarea de suceder a un gran líder, sabrá consolidar y avanzar en la obra iniciada por Lula. Aunque se haya descartado una participación de Lula en el gobierno de Dilma, la nueva presidenta aseguró que golpeará mucho la puerta de Lula y que tiene la certeza «de que la encontrará siempre abierta».
Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com