En febrero, durante el almuerzo con el presidente Correa, del Ecuador, en Rio de Janeiro, un importante empresario brasileño, con inversiones en la Amazonía, me dijo que había visto más de una vez dos yates de Bill Gates, dotados de plataforma para helicópteros, navegando por el Amazonas. Y el fundador de Microsoft no da puntada sin hilo?? La Amazonía, que ocupa el 59% del territorio brasileño, es blanco de la codicia extranjera. ¿Cuándo será blanco del empeño del gobierno brasileño?
Este año el tema de la Campaña de la Fraternidad de la Iglesia Católica es la Amazonía. Con razón alertan los obispos que «todavía existe mucha desinformación y prejuicio en relación a los pueblos y al mundo de la Amazonía. Es necesario superar el prejuicio dominante de que sólo es civilizado quien vive en y del mercado y quien piensa como quieren los más fuertes y los más ricos, dueños inescrupulosos también de los medios de comunicación. Los pueblos de la Amazonía no son salvajes que viven en el atraso y en la ignorancia. La percepción del significado histórico y simbólico de la Amazonía puede llevarnos a descubrir, junto con sus pueblos, una visión más humana y generosa de la vida».
La Amazonía es también peruana, colombiana y ecuatoriana. En un área de 7 millones de km2 (todo el Brasil tiene 8.5 millones de km2), ocupa el 5% de la superficie de la Tierra y alberga el 20% del agua dulce del mundo, así como el 80% de la que tiene el Brasil. Contiene el 34% de las reservas mundiales de bosques y una incalculable reserva de minerales (oro, casiterita, tantalita??). Cerca del 30% de todas las especies de fauna y flora del planeta se encuentran allí. La Amazonía brasileña posee 22 mil km de ríos navegables y cuenta con 23 millones de habitantes, de entre los cuales 163 pueblos indígenas.
Datos del Cimi (Consejo Indigenista Misionero) indican que, en el 2005, fueron asesinados en la región 43 indios; 33 sufrieron intento de homicidio; 34 amenazas de muerte; 53 lesiones corporales; 18 discriminación racial; 13 violencia sexual; 31 suicidios; 32 conflictos por la tierra; y 17 invasiones y depredaciones.
Hay quien cree que los pueblos indígenas ocupan reservas con demasiada extensión de tierras. ?sta es una de tantas mentiras respecto de los pueblos amazónicos. La verdad es que poco más de 25 mil latifundistas dominan un territorio equivalente al que ocupan las poblaciones indígenas, negras y cabloca, que suman ¡dos millones de personas!
¿Qué se puede hacer en defensa de la Amazonía? Escuelas, asociaciones, sindicatos, ONGs y movimientos sociales deben promover debates sobre la región, para profundizar el conocimiento de su historia, su cultura, culinaria, plantas medicinales, etc. Hay que presionar a los diputados federales y a los senadores para que cumplan lo dispuesto en el art. 51 de las disposiciones transitorias de la Constitución -guardado durante casi veinte años- que obliga al Congreso a revisar todas las concesiones de tierras públicas con una extensión superior a las 3 mil hectáreas.
La Amazonía será un futuro Sahara si, desde ahora, no se evite el creciente despale, el uso de agrotóxicos y la plantación de transgénicos. Según el Ministerio del Medio Ambiente, la acción depredadora de las empresas madereras, de las mineras y de los latifundios del agronegocio ya ha provocado la devastación de 70 millones de hectáreas de selva; más de 22 millones solamente en los últimos diez años.
La biopiratería campea por sus respetos en la Amazonía. Su sociobiodiversidad viene siendo adulterada por cerca de 1,300 empresas de biotecnologías, la mayoría con sede en los Estados Unidos. La cantidad de material genético robado en los últimos años llega a 20 mil ejemplares/año de diversas especies.
Según los obispos, «el mismo gobierno que elabora el Plan Amazonía Sustentable financia y apoya los monocultivos extensivos y extensivos de granos, de caña de azúcar y de eucalipto, incentiva a empresas mineras y siderúrgicas y no hace nada o hace poco para combatir el saqueo, para adecuar y actualizar los índices de productividad de los inmuebles rurales y para regularizar la posesión de la tierra de las poblaciones tradicionales de la Amazonía».
Entre europeos y norteamericanos consumidores de productos brasileños va aumentando el cuidado por verificar la procedencia de dichos productos: si la madera fue extraída de la Amazonía o si la carne viene de pastos abiertos gracias a la deforestación. El comercio justo y el consumo responsable pueden reforzar la red mundial de solidaridad en defensa de la Amazonía. Eso significa defender la Tierra, este organismo vivo que los griegos llamaban Gaya y del que somos la expresión más consciente y no siempre inteligente.
Frei Betto es escritor, autor de «La Obra del Artista. Una visión holística del Universo», entre otros libros.
Traducción de J.L.Burguet
*Frei Betto : Fray dominico. Escritor.