Brahim en el país de los derechos humanos -- Jacques Gaillot, Obispo de Partenia

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Partenia

Es el título de un manuscrito que me han enviado. Una carta lo acompaña: un amigo me pide que haga el prólogo. Es una petición difícil ya que supone que yo me lea el manuscrito. Una rápida ojeada a las primeras páginas me invita a seguir leyendo y finalmente sucumbo al relato repleto de aventuras que me mantienen en alerta.

Brahim es un joven bereber, muy humano, que narra su vida en su día a día.
Nada le detiene. Sale adelante tras cada prueba. Con él, ninguna situación se eterniza.
La aventura de Brahim se hace mía, nuestra. Si le atemoriza un atraco, la amenaza de expulsión en un centro de retención, pasamos miedo con él. Si vive el rechazo y la inseguridad, compartimos sus angustias. Si vive el gozo de ser amado, nos alegramos con él. Si alguien interviene contra su voluntad para que su primer hijo no pueda nacer, lloramos con él porque su herida es profunda.

Como se habrá entendido, Brahim es un trabajador sin papeles. Ese es el origen de todas sus desgracias.
Algún tiempo después, escucho en mi móvil: « Soy yo Brahim ». Nos citamos para vernos y comer juntos.

Brahim cogió un día libre. Está sonriente, y es muy sencillo. Es un placer hablar con él. Me anuncia con orgullo: « Mi libro va a salir pronto.» Su editor lo apoya y le anima. Brahim mantiene la esperanza. El futuro se abre ante él. ¿Cómo no va a conseguir sus papeles si le publican un libro?