No hay peor ciego que aquel que no quiere ver; o aquel que enceguecidamente se empeña en tapar el sol con un dedo cuando los hechos en todo caso nos señalan con su dedo acusador de que la esclavitud es una retrógrada realidad, restregándonos en el rostro el lacerante lastre del latifundio.
Ya es demasiado descaro que el cura caradura del cardenal Terrazas hipócritamente inquiriera en su oscurantista y oligarca homilía del domingo pasado de que no es cuestión de lanzar lodo sobre los hacendosos y hacendados autonomistas, acusándolos de tener esclavos en sus estancias.
Así ha increpado inaudita e invidentemente es su misa el miope y calumnioso cardenal, quien reaccionariamente se resiste ver que en pleno siglo veintiuno los logieros latifundistas todavía tengan en condición de esclavitud a familias enteras en el Chaco y el Alto Parapetí. O es que acaso no se ha enterado de las descaradas declaraciones del latifundista ladrón de Larsen -detentador de mas de 57.000 hectáreas- quien impávidamente indicó de sus labriegos reciben a cuenta de pago alimentos a menor precio, algo de ropa y otras caritativas canonjías?
O qué es lo que indirectamente le insinúa la intransigente y agresiva actitud de los alevosos hacendados quienes renegadamente se resisten a que el Instituto Nacional de Reforma Agraria INRA lleve a cabo el saneamiento de tierras, como actualmente ha acontecido cuando los funcionarios de ésa repartición pública han sido recibidos a balazos, agredidos a palazos, amenazados públicamente y cercados por los latifundistas en los lugares donde han llegado?
La verdad es que no se si es por su ociosa ocupación por la vida espiritual, que no se ha enterado de los enardecidos enfrentamientos que se han dado en ésta vida terrenal, precisamente por la tenencia de tierra. Pero de que descaradamente saque cara por los opulentos oligarcas de su reaccionario rebaño, quiere decir que impúdica e impostoramente no sólo se interesa por la vida terrenal; sino que desfachatadamente hasta los defiende del “lodo que les lanzan” a esas élites esclavizadoras.
Aunque admito de que ya no deberíamos extrañarnos de las parcializadas patrañas del párroco que elocuentemente encubren la esclavitud ejercida por los logreros latifundistas, pero que siendo la máxima autoridad eclesiástica en el país, tome partido por éstos acaparadores y abusivos hacendados, deberían hacerle recordar lo que señalan las sagradas escrituras de que: es más fácil de que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre al reino de los cielos.
En fin no se puede esperar de un abanderado apañador de los aristócratas hacendados que quieren las autonomías no sólo para legalizar el latifundio sino para encubrir la esclavitud sea ahora un imparcial facilitador del diálogo, sería como esperar que dé sus frutos la tierra donde se derramado la sal.
Lo único cierto ante el evidente encubrimiento eclesiástico del calumnioso cardenal; sólo la verdad lo hará libre a él; porque es la lucha, la que nos hará libre a nosotros.