Fe y Política
Pronunciamiento público de cristianas y cristianos comprometidos con la causa de la liberación
Comentario fraterno y crítico al Mensaje de los Obispos Católicos del pasado 16 de noviembre
Los obispos de Bolivia, en su última Asamblea Plenaria de Cochabamba, emitieron una vez más, como acostumbran, un mensaje dirigido a los cristianos, pero también a la sociedad en su conjunto. Estos mensajes suelen ser producidos con escasa o nula participación de los cristianos de base.
Representan más bien la visión y opinión que tiene el cuerpo colegiado de los obispos de Bolivia. Y suelen quedarse sin respuesta desde quienes son sus destinatarios. Son más bien los grandes medios de comunicación social quienes de manera interesada y tendenciosa han venido utilizando determinados fragmentos de los mensajes de los obispos para reforzar argumentos de los sectores conservadores de la sociedad, a quienes estas grandes empresas de la comunicación masiva representan. Con ello, se ha venido robusteciendo una imagen de alianza entre la Iglesia y las clases dominantes, hecho que a nosotros y nosotras, cristianos y cristianas de base, nos parece lamentable si lo miramos desde los valores del Evangelio de Jesús de Nazaret.
En el caso del último mensaje de los obispos (16 de Noviembre), al parecer, ha habido algunas diferencias. Luego del incidente en el discurso inicial del vicepresidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, el obispo Jesús Pérez de Chuquisaca (incidente amplificado tendenciosamente por los medios conservadores), el mensaje final , ha tenido un bajo perfil en la difusión del mismo por los mismos medios; éstos han insistido más bien en amplificar otras controversiales declaraciones individuales de parte de algunos obispos. Asimismo, la desatinada actuación de algunos miembros del gobierno sigue dando pie a desatar nuevamente la monótona polémica entre Jerarquía católica y Jerarquía gubernamental.
El mensaje en sí muestra una actitud más equilibrada de la situación, aunque amerita nuestras observaciones para entender que el tono y el mensaje no reflejan necesariamente el pensamiento de todos los miembros de la Iglesia. Por ello, vemos conveniente tomar la palabra. Por ello y también porque el mensaje de los obispos convoca a los cristianos y cristianas de base a asumir un rol activo en la Iglesia y en la sociedad, en temas de orden público; eso es precisamente lo que desde hace mucho tiempo venimos haciendo.
1. «Compromiso social del Pueblo de Dios»
Los obispos en su mensaje destacan que la «fe se vive en la sociedad»; hablan del «compromiso social del Pueblo de Dios», llaman a «comprometerse decididamente a favor del bien común y de la causa de los pobres». Nos parece que aciertan en esas expresiones. Lo que nos llama la atención es que en la elaboración de sus mensajes públicos prescinden de escuchar y recoger el vigoroso compromiso social y político de gran parte del pueblo -que es también y sobre todo Pueblo de Dios en la historia- quien en pasados años (como históricamente lo ha hecho también en otras coyunturas) salió a las calles a decir su palabra contra las políticas económicas neoliberales que saquearon los recursos naturales, los bienes y recursos públicos.
2. Ceguera profunda ante un Pueblo con voz propia
Seguimos observando que nuestros hermanos obispos tienen una ceguera profunda en su visión y comprensión de fondo de la realidad que estamos viviendo en nuestro país. Nos parece que la cercanía de algunos de ellos y hasta complicidad con los gobiernos neoliberales en los años 90 (garantes, como fueron, del modelo de «democracia pactada»), y peor aún, la falta de autocrítica histórica que al parecer han tenido, como cuerpo colegiado directivo de la Iglesia Católica, con esta su amistosa relación con los regímenes neoliberales que acabaron en el genocidio de Octubre de 2003, les dificulta a mirar e interpretar la actual coyuntura del país con ojos del Evangelio. Por el tono de su mensaje (fraterno en la forma, paternalista en el fondo, es decir desubicado frente a la emergencia del pluralismo y la conciencia de dignidad de los marginados) pareciera que siguen creyendo que el pueblo boliviano es pueblo «sin voz» y se equivocan. Hace tiempo que los sectores populares, los y las indígenas, las mujeres, han tomado la palabra y tienen voz propia. Y hoy más que nunca destaca como signo de los tiempos este Pueblo con voz propia, en una sociedad en que crece la conciencia de la pluralidad que existe de hecho en nuestro país, pluralidad que desautoriza esquemas y roles patriarcales y jerárquicos (en sentido de «poder sagrado»), actitudes paternalistas y posturas que hablan «a nombre de los otros» sin considerarlos sujetos sociales. Nos parece que los obispos no han caído en cuenta que en Bolivia estamos viviendo históricamente una segunda oleada modernizadora, que pretende superar viejos esquemas colonialistas y feudales en las relaciones interpersonales y sociales en nuestro país. Ese signo de los tiempos les es ajeno.
3. Superar el modelo eclesial de Iglesia-Poder
Por ello, nos parece que si bien el mensaje de los obispos acierta en muchos criterios respecto del rol social y político de la fe, el tono sigue teniendo un aire paternalista, de una iglesia jerárquica maestra, pero no discípula, resabio de un modelo eclesial de Cristiandad Colonial que, pese a los aires renovadores del Concilio Vaticano II y de Medellín, es evidente que perdura o re-emerge en la actual coyuntura, para legitimar los argumentos y la posición política de los sectores más conservadores de la sociedad. No nos parece casual, por ello, que la iniciativa personal del obispo Pérez -quien fue precisamente el que asumió la posición más radicalmente conservadora y reaccionaria en el periodo previo al Referéndum Constitucional- al pretender marcar los temas y enfoque de la agenda en esta reunión de los obispos, sea la que esté definiendo el tono de la posición política conservadora del mensaje conjunto de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB).
La emergencia histórica de un pueblo-sujeto con voz propia desafía a superar el modelo y la práctica eclesial y pastoral de Cristiandad. En un contexto de sociedad pluralista, de Estado Plurinacional, de descolonización, nos parece que nuestros obispos deberían sentirse desafiados, como dice el evangelio, a «nacer de nuevo» (Jn. 3,3) a una nueva praxis y perfil de pastores. Se lo decimos, como cristianos y cristianas adultos/as, con profunda sinceridad y fraternidad.
4. Evangelio es dignidad de los pobres
En estos últimos años, los mensajes de la CEB, o se han referido en abstracto a los temas de la realidad o se han situado en una posición más cercana a los sectores conservadores y distante a los sectores populares. Una actitud y posición muy diferente de aquella Iglesia Boliviana de finales de los 80, que por su cercanía fraterna con los sectores populares tenía una enorme simpatía y credibilidad de ellos y del conjunto de la opinión pública.
Creemos que si bien se deben señalar con crítica constructiva los problemas con los que tropieza este proceso, desde los valores del Evangelio no se puede obviar todo lo que en el actual proceso de cambio es un signo evidente de dignificación de los pobres y sectores marginados, en gran medida desde ellos mismos como sujetos en la historia. Es verdad que todo proceso histórico es susceptible de críticas. Y el actual proceso de cambio (que no lo constituye sólo el gobierno, sino que es un conjunto imbricado de actores y procesos sociales) necesita de mucha crítica y ética para caminar efectivamente a cambios profundos y sostenibles. Pero necesita también de apoyo en sus aspectos positivos. Los Obispos no dicen nada sobre aspectos positivos concretos, y mucho menos toman en cuenta a los sectores marginados como verdaderos actores en este proceso en el que ellos y ellas reivindican sus derechos y su dignidad (Ejemplo concreto de ello ha sido su reciente posición respecto de la Ley contra el racismo). En el actual proceso que vive el país, pese a sus grandes ambigüedades y limitaciones, desde las luchas populares de los años anteriores, los «sin voz» tienen voz propia. Y esto es, en sentido estricto, evangelización: «los ciegos recuperan la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios los sordos oyen, los muertos resucitan, y los pobres reciben la Buena Noticia del Reino de Dios» (Mt 11,5). Felices nosotros si no nos escandalizamos de estos hechos.
5. Cambiar de perspectiva y actitud: empezar por casa
Pese a la complicidad que tuvo la primera entrada del Cristianismo con la invasión colonial, la Iglesia Latinoamericana y la Iglesia Boliviana, renacidas desde el nuevo Pentecostés de Medellín, han tenido una rica tradición de compromiso político desde el Evangelio, a favor de los sectores populares. Testimonio de ello son los muchos y muchas mártires entre laicas y laicos, catequistas, religiosas, religiosos, sacerdotes y hasta obispos. En nuestro pueblo es recordada con mucho cariño la memoria de Luis Espinal, Mauricio Lefevbre o Raymundo Hermann, así también de muchos cristianos y cristianas anónimos, que han dado su trabajo y su vida en comunidades indígenas, en barrios populares, en orfanatos y asilos de ancianos. Sine embargo ahora, en la actual coyuntura, tras varios años de este nuevo proceso de emergencia popular antineoliberal, los obispos llaman a «promover una nueva generación de católicos comprometidos en política». Que no parezca que la convocatoria que recién ahora hacen los obispos a asumir una postura política desde la fe, sea un llamado a una «cruzada católica» para defender mezquinamente los intereses o privilegios del gremio en la actual coyuntura. Nos parece que el compromiso de los cristianos y cristianas debe venir como parte de este pueblo, empujando el proceso transformador desde abajo, con sentido fraterno y profético. Y esto significa para la Iglesia, en el contexto actual del país, como decía el gran profeta y mártir Mons. Oscar Romero, «dejarse evangelizar por los pobres»: cambiar de perspectiva y de práctica; bajarnos de nuestros pedestales, descolonizar nuestra teología y nuestra acción pastoral, despatriarcalizar nuestra mentalidad y nuestra práctica.
6. Sobre la democracia
El mensaje de los obispos acusa a la actual democracia de ser «a menudo formal, poco participativa y consensuada». Si los cristianos (y mucho más los católicos) hablamos de «democracia» y «respeto a la libertad de expresión», deberíamos comenzar a revisar lo que pasa en la propia casa, ¿no es verdad? Si el mensaje de los pastores habla de «dignidad de la persona», deberíamos comenzar por revisar cuánto se respeta al interior de la Iglesia la dignidad de las personas (sobre todo de mujeres, indígenas, laicas y laicos), como sujetos con voz propia, y no sólo como «fieles» sumisos, sin pensamiento, sin voz ni voto en las decisiones de la misma gestión eclesial. De lo contrario ¿qué credibilidad podemos tener? ¿No será una interpelación de la historia la actual situación de crisis (vaciamiento) en los seminarios y casas religiosas de formación?
7. Volver a renacer en el Espíritu, desde la marcha liberadora del Pueblo
Pensamos que la posición política de la Iglesia tampoco debe ser de pasiva aceptación de todo lo que hace y dice el gobierno. Aún siendo un gobierno «indígena», tampoco se trata de re editar un nuevo ciclo de alianza entre Jerarquía eclesial y gobierno. Se trata más bien, primero, de volver a hacerse discípulos del Espíritu que habla en la historia; dejarse interpelar por esta historia, en la que está el paso del Espíritu a través de las luchas y la búsqueda de dignidad que emprende una y otra vez nuestro pueblo. Desde esa nueva ubicación, apoyar crítica y fraternamente esa fuerza y movimiento transformador que ha venido dándose como un nuevo ciclo de emergencia popular desde los años 2000. Es decir, se esperaría de todos nosotros y nosotras, Iglesia Pueblo de Dios, un rol político profético, junto a la marcha del pueblo emergente, que es más que el MAS y mucho más que el aparato y los jerarcas del Gobierno. Hoy, en una fase de institucionalización y burocratización del proceso de cambio, la diferencia entre Carisma e Institución se hace más evidente. El impulso transformador popular viene de las contradicciones que sufren los pobres en la sociedad; mientras que los administradores del poder público (el gobierno) o de las instituciones poderosas como la Iglesia católica, por su misma situación social de «guardianes» de las estructuras institucionales, tienden a ser conservadores, siempre salvo honrosas excepciones.
Un síntoma de este aire regresivo en la actuación de los sectores conservadores (incluidos sectores del gobierno y los sectores dirigentes de la Iglesia) es que en su visión de los hechos reducen los actores sociales de la actual coyuntura histórica a dos polos: Gobierno y Oposición, invisibilizando al Pueblo, como si no fuera sujeto-actor en la historia. Esto lo hacen las clases dominantes, lo hace incluso el gobierno (reduciendo la fuerza popular a aquel reducido círculo de dirigentes más afines a él) y lo hace también la Jerarquía eclesial, que no habla para nada del pueblo concreto, del pueblo en sus diversas organizaciones y movimientos emergentes, y habla sólo del gobierno y de una «ciudadanía» abstracta y amorfa, o habla en sentido paternalista de «los fieles» sin tomarlos en cuenta como sujetos históricos.
Escuchando las señales prometedoras de esperanza en el actual contexto que vive el país, creemos que es importante que los cristianos y cristianas de base se animen a decir su palabra limpia, a comenzar a expresar su perplejidad pero también su esperanza y su apuesta por esos «Cielos nuevos y Tierra nueva» (Ap. 21,1) que nos hablan aquellos textos bíblicos paridos entre el dolor y la esperanza; dolor y esperanza, que son frecuentemente los ingredientes fundamentales que acompañan la marcha histórica de nuestro Pueblo.
Cochabamba, 20 de Noviembre de 2010
Por la Red Ecuménica Fe y Política de Cochabamba (y todos los que quieran sumarse a estas palabras):
1. Miguel Miranda (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
2. Miguel Esquirol (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
3. Patricio Roundeau (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
4. Enrique Zabala (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
5. Luis Ramírez (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
6. Corina Varela (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
7. Estela Ramírez (Red ecuménica de teólogas laicas Talita Kumi)
8. Julia Zamora (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
9. Gladys Reina Vargas (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
10. Alejandro Dausá (Teólogo, Santa Cruz)
11. Marcel Ramírez (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
12. José Manuel Canaviri (Red Ecuménica Fe y Política, Cochabamba)
* Red Ecuménica Fe y Política Bolivia