Enviado a la página web de Redes Cristianas
Solo una letra diferencia estas dos palabras. Sin embargo, su significado es radicalmente diferente; pues, si hablamos de fronteras, mientras una las abre la otra las cierra. Pero las palabras son inocentes. Somos las personas las que optamos por unas u otras en función de nuestros intereses. Si los refugiados que intentan entrar en Europa fueran ricos, todos los países estarían peleándose por acogerlos. Pero como son invasores desgajados y desposeídos todos huyen de ellos como de la peste. No vaya a ser que nos contagien sus penas, sus miedos y su desesperación. ¡Cuánta mezquindad!
Aún suenan en mis oídos las lamentables excusas del ministro del interior, Jorge Fernández Díaz, cuando el Gobierno se resistía a acoger refugiados en nuestro país, hablando metafóricamente de taponar las goteras que están inundando diversas habitaciones o argumentando que estaban estudiando la cantidad de refugiados que se podían acoger en nuestro país, porque los que acogiéramos debía de hacerse en condiciones dignas. Como si las condiciones en las que vivían y en las que se desplazan hacia Europa tuvieran un mínimo de dignidad. Cualquier cosa que les ofrezcamos siempre será mejor que nada y mucho mejor que aquello de lo que huyen, señor ministro.
Ya sé que ahora la nueva doctrina del presidente del Gobierno es que no se pongan límites, topes ni problemas económicos a la admisión del número de refugiados que decida la Comisión Europea; pero ya es demasiado tarde, señor Rajoy, la humanidad de este Gobierno ya ha quedado demostrada. Si ahora se muestran más generosos no es porque les salga del alma, sino por el clamor ciudadano, por la Comisión Europea y porque se acercan las elecciones generales.
. Valladolid