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Biocombustibles, el azote de nuestra época

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Rebelión

La idea de obtener fuel combustible de las materias orgánicas ha estado dando vueltas en la mente de algunos desde la época de los primeros coches, pero sólo recientemente ha empezado a considerarse en serio. Como se fabrican a partir de plantas o subproductos animales (renovables), los bio o agrocombustibles se han vendido (falsamente) como una solución a la cada vez mayor escasez de energía con un supuesto inmenso beneficio añadido, con la insensata idea de que son limpias y verdes sin todas esas cuestiones molestas relacionadas con los combustibles fósiles.

El biofuel es un término general para describir todos los combustibles de materia orgánica. Las dos clases más comunes son el bioetanol, como sustituto de la gasolina, y el biodiesel, que sirve para el mismo propósito que ese tipo de combustible.

El bioetanol se produce a partir de cultivos ricos en azúcar, como el maíz, el trigo y la caña de azúcar. La mayoría de los coches pueden quemar un combustible del petróleo mezclado hasta con un 10% de bioetanol sin necesitar hacer modificaciones en su motor. Algunos coches, de modelos más recientes, pueden correr con bioetanol puro.

El biodiesel se produce a partir de una variedad de aceites vegetales, como la soja, la palma y la colza, más grasas animales. Este fuel puede reemplazar al diesel regular sin modificar los motores.

El etanol de celulosa es otra variedad y se hace a partir de la fibra descompuesta de las hierbas o de otras clases de plantas. Los biofuel de todos los tipos son renovables ya que los cultivos crecen en temporada, son cosechados y replantados para obtener nuevas producciones una y otra vez.

En el discurso de George Bush de 2007 sobre el Estado de la Unión anunció: “Es de interés vital para nosotros que diversifiquemos los suministros energéticos de EEUU, por lo que debemos continuar invirtiendo en nuevos métodos para producir etanol y reducir en un 20% el uso de la gasolina en EEUU en los próximos años. Para lograrlo, debemos fijarnos el objetivo de conseguir 35 mil millones de galones de fuel renovable y alternativo en 2017 para reducir nuestra dependencia del petróleo extranjero”.

Anteriormente, el Congreso aprobó el Acta para la Política Energética de 2005 que establecía un mandato para aumentar la producción de fuel y etanol hasta cuatro mil millones de galones en 2006 y hasta 7.500 millones para 2012. El año pasado se alcanzaron ya los 6.500 millones de barriles y se va camino de lograr los 9.000 millones este año.

El Acta por la Seguridad e Independencia de la Energía impulsó el esquema de la administración Bush con multitud de subsidios al sector agrícola. Su versión final fue aprobada sin problemas en diciembre por las dos Cámaras, y George Bush lo hizo oficial el 19 de diciembre. Subió las previsiones de 2005 con uno de sus llamamientos a producir 36.000 millones de galones de fuel renovables en 2022 para reemplazar el 15% de su equivalente en petróleo. Eso supone aumentar casi en cinco veces los niveles actuales, y pueden fijarse nuevos objetivos mientras sigan subiendo los precios del petróleo (que el 21 de abril alcanzaron los 117$ por barril) para justificar alternativas más baratas, y algunos de la comunidad del medio ambiente proclaman que los biofuel son menos dañinos para el medio ambiente.

Sigan aplaudiendo, pero abran los ojos a la realidad. Al consideran todos los efectos que supone producirlos, se ve, en dos palabras: que los combustibles orgánicos destrozan las selvas tropicales, reducen las reservas acuíferas, exterminan las especies e incrementan las emisiones invernadero. Al menos eso es lo que el Science Magazine dice en su número más reciente. Revisaba estudios que habían examinado cómo la destrucción de ecosistemas naturales (tales como las selvas tropicales y las praderas sudamericanas) no sólo libera gases invernadero cuando se queman y se aran sino que también priva al planeta de esponjas naturales que absorben las emisiones de carbón. La tierra cultivable absorbe mucho menos carbón que las selvas tropicales, y también absorbe menos el monte que las reemplaza.

El científico de Nature Conservancy, Joseph Fargione (principal autor de un estudio), concluía que la aniquilación de las praderas, a causa del fuel fabricado anualmente a partir de esa tierra, libera 93 veces una cantidad de gases invernaderos que podrían haberse evitado. Para los científicos y otras personas preocupadas por el calentamiento global, la investigación descubría que la producción de biofuel exacerba ese problema y por tanto hay que reconsiderarla. Otros no están de acuerdo y, de momento, continúa la tendencia en Europa y EEUU, fijándose ambiciosos objetivos que prestan poca atención a las consecuencias que prefieren ignorar.

Eric Holt-Gimenez, director ejecutivo del Food Frist/Institute for Food and Development Policy, sí concede mucha atención al tema y escribió sobre él en un artículo publicado el pasado junio por la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) que fue ampliamente distribuido con posterioridad. Su título era: “Biocombustibles: Los Cinco Mitos de la transición a los Agrocombustibles”. Como él señala: “Es necesario deshacer todo el equipaje mítico de los agrocombustibles de transición”:

1. Los agrocombustibles no son limpios ni verdes. Como se dijo antes, producen muchísimas más emisiones de gases invernadero que las que ahorran y también requieren grandes cantidades de fertilizantes a base de petróleo, que contaminan aún más.

2. La producción de agrocombustibles destruirá inmensas extensiones de bosques en países como Brasil, donde está bien documentada la colosal devastación de la Selva del Amazonas, que sigue actualmente aumentando a una velocidad de 325.000 hectáreas al año. En Indonesia, para 2020, “las plantaciones de aceite de palma para biodiesel seguirán siendo la causa principal de pérdida de bosques en un país que tiene una de las tasas de deforestación más altas del mundo”.

3. Los agrocombustibles destruirán el desarrollo rural. Los pequeños campesinos se verán obligados a dejar sus tierras y lo mismo les ocurrirá a otros miles en comunidades que tendrán que hacer sitio a las Grandes del Petróleo, a los negocios y tecnología agropecuarios, que llegarán y se apoderarán de inmensos beneficios destinados a los multimillonarios.

4. Los agrocombustibles aumentan el hambre. Los pobres son siempre los que peor parados salen, el tópico está ya expuesto arriba, y Holt-Gimenez cita otra previsión. El International Food Poilcy Research Institute estima que los precios de los productos alimentarios de primera necesidad aumentarán de un 30 a un 33% en 2010, pero esa cifra se ha quedado ya obsoleta al considerar los datos actuales. El FPRI ve también un continuo aumento hasta 2020 de entre el 26 al 135%, que será catastrófico para los pobres del mundo que no pueden permitirse ya pagar los precios actuales y que no tienen posibilidades de aumentar sus ingresos más que de forma marginal, en caso de tener alguna posibilidad.

5. Unos agrocombustibles mejores, de “segunda generación”, no es algo que esté a la vuelta de la esquina. Aunque se nos trata de vender que son respetuosos con el medio ambiente y que los árboles y el Panicum virgatum (una especie de hierba alta de pradera de estación cálida que crece en el centro de Estados Unidos) crecen deprisa. Holt-Gimenez denomina a ese argumento de “cebo y juego de trileros alrededor de la Panicum virgatum” creado para sustentar la hipótesis de la producción de primera generación ahora en marcha. Los problemas ambientales son los mismos y se verán aún más inmensamente agravados por las plantaciones de cosechas extensivas de GMO (**).

Holt-Gimenez considera los agrocombustibles como un “caballo de Troya genético” que está permitiendo que gigantes del negocio agropecuario como Monsanto “colonicen a la vez nuestro fuel y nuestro sistema alimentario”, que apenas sirven para contrarrestar la creciente demanda de petróleo, que se llevan inmensos beneficios de ese plan, que lo consiguen a expensas de los contribuyentes, que es exactamente lo que está sucediendo también con las Grandes del Petróleo en ese aspecto, como modo de diversificar mediante mayores inversiones en biofuel. Más sobre esto a continuación.

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