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Le gustaba sentir el aire y el sol.
Se alegraba con las flores del campo y con los pájaros del cielo.
Su casa era el espacio libre.
Al estar de pie se plantaba con firmeza,con los pies abiertos,pero su figura respiraba amor y sus gestos estaban llenos de gracia natural y de belleza, de manera especial su cara se iluminaba al reír, aumentando su atractivo.

Todo Él respiraba inocencia, pero a la vez fuerza y dignidad .
Su figura no era la de la persona aplastada por el peso de la responsabilidad,
con la cabeza baja y la mirada dura y seria.
Al contrario, su cara estaba relajada y distendida, su frente despejada, su cuerpo suelto y sin tensiones.
Miraba de frente y a los ojos, pero con suavidad, amando a quien tuviera delante, al dormir entregado al sueño sin miedos ni reservas.
Su imagen de indefensión humana y de inocencia se acentuaba, como cuando yendo sobre la barca, se desató la tempestad y los discípulos creían que se iba a pique, mientras Él dormía
‘sobre un cabezal en la popa’ (Mc 4,38).