Enviado a la página web de Redes Cristianas
Hace 27 años (16.11.1989) fueron asesinados seis jesuitas y dos mujeres, madre e hija, en la UCA.
Después del tiempo transcurrido, se sabe perfectamente quiénes dieron la orden, quiénes la ejecutaron y quiénes, conociendo de antemano lo que iba a suceder, fueron cómplices de aquella brutalidad y no hicieron nada por impedirla (EE. UU., el Estado Mayor del Ejército y el gobierno salvadoreño).
Genera un profundo asco escuchar, en el informativo de Televisión Española de la época (http://www.rtve.es/m/alacarta/videos/fue-noticia-en-el-archivo-de-rtve/asesinato-seis-jesuitas-salvador-1989-archivo-historico/381426/?media=tve), la condena del hecho al coronel que participó en la matanza.
Casos como este hacen entrar en crisis a nuestra conciencia: ¿por qué no se hace justicia?
Aunque nos resistamos a aceptarlo, hay que reconocer que estamos muy lejos de alcanzar como humanidad unos niveles mínimos de decencia, porque las fuerzas del poder y del dinero son muy superiores a nuestras bienintencionadas y, a veces, ilusas proclamas sobre el bien y el mal.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, y más allá de tanta miseria moral y suciedad humana -el actual Gobierno de la República de El Salvador se niega a extraditar a los culpables que han sido reclamados por la justicia internacional- su testimonio de coherencia y coraje se agiganta y se impone: fueron asesinados por empeñarse en encontrar una solución para que la gente no sufriera más los efectos de dictaduras, guerras, y masacres -sostenidas desde muy atrás por la oligarquía salvadoreña- que habían generado, y estaban generando, decenas de miles de muertos y el empobrecimiento de la mayor parte de la población.
Sin duda, sus vidas merecieron la pena de ser vividas y constituirán por siempre un referente de actitud ética.
Diría mucho en favor de la República de El Salvador el que las instituciones de este país, lejos de obstaculizar la acción de la justicia, tomaran la iniciativa y esclarecieran, de una vez por todas, unos hechos cuyas responsabilidades deberían haberse depurado hace muchos años. Mientras esto no ocurra, muchos ciudadanos del mundo tendremos todo el derecho a incluir al Estado de la República de El Salvador entre aquellos donde, ante determinados delitos, triunfa la impunidad.